17 de agosto de 2009

Visita virtual: EL GRUPO DE SAN ILDEFONSO, expresión legendaria de la amistad





OFRENDA DE ORESTES Y PÍLADES (GRUPO DE SAN ILDEFONSO)
Autor anónimo (Escuela de Pasíteles de Nápoles)
Hacia el año 10 a. C.
Mármol
Museo del Prado, Madrid
Arte romano. Escuela neoática

     Este célebre grupo escultórico es una de las obras romanas más admiradas de cuantas conserva el Museo del Prado, tanto por la delicadeza de su factura como por sus elegantes proporciones. A simple vista, se percibe el deseo de mostrar el ideal clásico de belleza a través de dos jóvenes efebos que al mismo tiempo representan una alegoría de la amistad. Tanto por la perfección de las anatomías como por su virtuosismo técnico, esta escultura, realizada en mármol blanco en la escuela neoática, se coloca en la cumbre del academicismo escultórico.

     La obra debió salir de alguno de los talleres romanos de las primeras décadas del Imperio, durante el gobierno de Augusto, del entorno de seguidores del escultor Pasíteles de Nápoles. Representa a dos jóvenes laureados en el momento en que realizan un sacrificio ante un pequeño altar. Uno de ellos sujeta en su mano derecha una antorcha con la que prende el fuego sagrado, mientras el otro sujeta en su mano una pátera. A su lado aparece la divinidad femenina a la que dedican la ofrenda, figura que abandona el fuerte naturalismo de los jóvenes para reproducir una estatua rígida y sin las proporciones del canon clásico, propia del estilo arcaico. Los cuerpos atléticos siguen modelos creados por grandes maestros de la escultura helénica, advirtiéndose en ellos reminiscencias del Apolo Sauróctono de Praxíteles (copia romana conservada en el Museo del Louvre) y del Doríforo de Policleto (en la ilustración se muestra la copia romana del Museo Nacional de Atenas). De uno toman la esbeltez del canon y la gracilidad de movimientos y del otro la sutileza anatómica a partir de la posición de contrapposto, con el peso del cuerpo concentrado en una sola pierna, lo que permite flexionar la otra e inclinar la pelvis dotando al tronco de un movimiento sinuoso.


     A lo largo del tiempo el atractivo grupo ha recibido distintas interpretaciones. Para algunos representa a los jóvenes héroes conocidos como los Dióscuros (hijos de dios), es decir, Cástor y Pólux, los hermanos gemelos que fueron fruto de los amores de Zeus con Leda, a la que el dios sedujo convertido en cisne. Estos gemelos, que también eran hermanos de Helena de Troya y Clitemnestra, fueron eternizados representando el signo zodiacal de Géminis, teniendo un templo a ellos dedicado en el Foro de Roma. Siempre realizaron sus hazañas unidos, Cástor dominando la armas y como hábil domador de caballos, y Pólux como diestro púgil y excelente jinete, motivo por el que se suelen representar junto a figuras de equinos. En este caso la escena se ha interpretado como la ofrenda que realizaron a la diosa Perséfone, Reina de los muertos, antes de su separación para luchar contra Idas y Linceo, los pretendientes de sus esposas que fueron encarnizados rivales.


     Para otros, según una teoría formulada por Winckelmann, los jóvenes representan a Orestes y Pílades en el momento de realizar una ofrenda a la diosa Artemisa. La Orestiada de Esquilo narra que estos personajes fueron criados juntos, por lo que se consideraban como hermanos. Según el relato, Orestes y Electra eran hijos de Clitemnestra y el rey Agamenón. Cuando su madre mantuvo relaciones adúlteras con Egisto, este amante llegó a matar a Agamenón, lo que motivó la venganza de Orestes por la muerte de su padre, que influido por Electra y con la ayuda de su amigo Pílades consiguió matar a los dos amantes, Egisto y su propia madre. En el relato se destaca el valor legendario de la fidelidad en la amistad por encima incluso de los lazos de sangre.


     El conocido como Grupo de San Ildefonso debe considerarse como una obra ecléctica en la que las formas griegas se adaptan a la clientela romana. El ideal de belleza masculina, que sigue el tratamiento del cabello al modo griego, presenta una musculatura poco pronunciada. Hay que reseñar que, sin que pueda determinarse si se realizó en época antigua o moderna, la cabeza del joven que sujeta la pátera fue sustituida por la de Antinoo, el joven amante del emperador Adriano, que después de su muerte en el Nilo el año 130 fue convertido en dios, recibiendo culto en todo el Imperio. Los múltiples retratos de este joven de Bitinia, que Adriano difundió de forma obsesiva, siempre representaron el ideal de belleza masculina, siendo especialmente valorados a partir del Renacimiento.

HISTORIA Y PERIPECIAS DE LA ESCULTURA

     Las primeras noticias de esta obra datan de 1623 y la sitúan en la colección Ludovisi de Roma, decorando los jardines de Porta Pinciana, donde aparecía colocada sobre un pedestal. Poco después de su hallazgo, se atribuye su restauración al escultor Ippolito Buzio, que colocó una serie de hierros interiores para sujetar los fragmentos y posiblemente añadió la cabeza de Antinoo. Pronto se convirtió en una de las antigüedades más célebres que podían verse en Roma, siendo repetidamente copiada en grabados, pinturas y esculturas (en la ilustración figura una copia conservada en los jardines del palacio de Versalles).


     En el siglo XVII fue adquirida por el cardenal Camilo Massimi, protector de Velázquez, pero a su muerte fue comprada por la elevada cantidad de 1.000 escudos por la reina Cristina de Suecia, que asesorada por el cardenal Maratta, que pretendía impedir que saliese de Roma una obra tan admirada, trasladó la obra al Palacio Riario (hoy Palacio Corsini), sede romana de la reina sueca.


     Tras la muerte de la reina Cristina, la obra pasó por las manos del cardenal Dezio Azzolino y del duque Livio Odescalchi, que la instaló en el Palacio Chigi. En 1725 la parmesana Isabel de Farnesio, segunda mujer de Felipe V, la adquirió para decorar el nuevo palacio de la Granja de San Ildefonso, contando en Roma con la colaboración del cardenal Acquaviva. Después de pagar cuatro veces más el precio en que lo había adquirido la reina sueca, la reina española consiguió reunir la mejor colección de escultura antigua del país, instalando el grupo de figuras y su pedestal en el palacio en 1746, alcanzando tanta fama que a partir de entonces sería conocido con el nombre del palacio.


     En 1828 el grupo escultórico fue trasladado al edificio del Real Museo de Pinturas y Esculturas, actual Museo del Prado, comenzado en 1786 por impulso de Carlos III, mientras que el pedestal, que presenta incrustados relieves de un sarcófago, permaneció en La Granja, donde actualmente se conserva con una reproducción en yeso realizada en el siglo XVIII por Joseph Panucci, profesor de la Academia de San Fernando.



     La fama alcanzada en ambientes artísticos se tradujo en numerosas copias, como la realizada para el palacio de la Reggia de Caserta, hoy en la Villa del Comune de Nápoles, o la destinada al Museo del Hermitage de San Petersburgo por deseo de Catalina II de Rusia.

     Después de la remodelación del Museo del Prado, el grupo luce en todo su esplendor tras la consolidación y limpieza que se realizó en 1996.


Ilustraciones: 1 Grupo de San Ildefonso en el Museo del Prado. 2 Copias romanas del Apolo Sauróctono de Praxíteles y del Doríforo de Policleto. 3 Detalle del Grupo del San Ildefonso. 4 Cabeza de Antinoo. 5 Copia en los jardines de Versalles.

Informe y tratamiento de fotografías: J. M. Travieso.

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