16 de mayo de 2011

Un museo interesante: REAL MONASTERIO DE SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA, Valladolid




REAL MONASTERIO DE SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA
Comunidad de Religiosas Cistercienses de San Bernardo
Plaza de Santa Ana 4, Valladolid



     El Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, que se halla en una céntrica plaza de Valladolid próxima al río Pisuerga y a escasos metros de la Plaza Mayor, es una fundación real que se remonta a 1596 para acoger a un grupo de monjas recoletas de San Bernardo procedentes de un beaterio próximo a la localidad palentina de Perales, que había sido fundado en 1161.

     Siendo insuficiente el primitivo edificio, en 1618 fue remodelado bajo el patronazgo real por Francisco de Praves, que reorganizó el claustro y otras dependencias. El monasterio se levantaba en su lado sur junto al convento de la Trinidad Calzada, que fue destruido durante la invasión francesa, y en su lado norte frente a la iglesia de San Lorenzo, que a su vez lindaba con la Casa de la Moneda, después convertida en cárcel de la Ciudad.

     El edificio manifestó síntomas de ruina en 1777, lo que motivó a la comunidad a solicitar al rey Carlos III la reconstrucción del edificio, con la ayuda de los fondos recibidos por herencia del marqués de Canales y el conde de Boucoben. Dos años después el rey encomendaba a Francisco Sabatini, arquitecto real, la realización de los planos, siendo el artífice de la construcción el arquitecto Álvarez Benavides, primero bajo la dirección de Francisco Balzama y después de Manuel Mariátegui. El nuevo edificio se inauguró en 1787, regresando a él la comunidad alojada durante los siete años de obras en el palacio de la marquesa de Camarasa, frente a la iglesia de San Pedro. Es de estilo neoclásico sumamente austero, con un fachada organizada geométricamente y recorrida por molduras que tan sólo es animada con la presencia del escudo del patronato real, colocado en el frontispicio, y una imagen de Santa Ana, superviviente del siglo XVI, colocada dentro de una hornacina, en tanto que los trabajos de rejería que cierran todos los ventanales le proporcionan un aspecto carcelario.

     Sin embargo, la sobriedad del exterior se vería compensada al interior con profusión de obras artísticas. Sin duda, las que despiertan mayor expectación se encuentran en la iglesia, que presenta planta ovalada, presbiterio rectangular y cúpula trasdosada con linterna. Los altares laterales, realizados en madera imitando mármol, están presididos en el lado de la Epístola por tres pinturas de gran formato realizadas por Francisco de Goya en 1787, las únicas obras del artista aragonés existentes en Castilla y León.
     Representan la Muerte de San José, posiblemente la más original, Santa Ludgarda y San Bernardo acompañado de San Roberto socorriendo a un pobre, pinturas que cobran especial interés por tratarse de algunos de los escasos ejemplos de pintura religiosa sobre lienzo realizados por el genio universal. En el lado del Evangelio se corresponden con un trío de pinturas realizadas por su cuñado Ramón Bayeu, que representan a San Benito, Santa Escolástica y la Virgen acompañada de San Francisco y San Antonio, todas ellas de notable interés y a la misma altura que los cartones para tapices que guarda el Museo del Prado.

     Ante la calidad de la obra pictórica desplegada por la iglesia, pasa desapercibido el sencillo retablo mayor, de diseño estrictamente neoclásico, con columnas corintias y un grupo del siglo XVIII que representa a la Virgen Niña con sus padres San Joaquín y Santa Ana, titulares del monasterio.

     Parte de las dependencias conventuales se han adaptado para su función de museo, abierto al público desde el 19 de febrero de 1978. En salas, distribuidas en dos pisos, se muestran pinturas, esculturas, tapices, mobiliario, loza y diversos objetos litúrgicos pertenecientes al rico patrimonio de la comunidad, figurando entre los fondos algunas obras maestras y curiosas piezas habituales en las clausuras.

     La exposición fue aumentada en octubre de 1999 con la adaptación de las antiguas celdas del piso superior para exponer parte de la colección de trabajos textiles realizados por la comunidad cisterciense desde mediados del siglo XVIII, con más de doscientas piezas que constituyen un caso excepcional de esta especialidad, destacando la gran sala en la planta baja donde se exponen vitrinas que guardan capas pluviales, dalmáticas, casullas, ternos, facistoleras y otros ornamentos con bordados en oro y plata sobre seda.

     Entre la serie de pinturas destacan los retratos de Felipe V e Isabel Clara Eugenia, del siglo XVIII, el retrato de la madre María Evangelista, un curioso lienzo en que aparecen el Padre Luis de la Puente y Marina Escobar, místicos locales, un cuadro que representa a la Virgen de San Lorenzo y una abundante colección de pintura religiosa de los siglos XVII y XVIII.

     Es en el campo de la escultura donde el museo ofrece sus piezas más singulares, destacando el Cristo Yacente realizado por el taller de Gregorio Fernández hacia 1634, imagen titular de la Cofradía del Santo Entierro. Obra excepcional es el busto de la Dolorosa de Pedro de Mena, pieza elaborada hacia 1673, protegida por una vitrina regalada por la National Gallery de Londres, después de ser allí exhibida en la exposición "Lo sagrado hecho real" del año 2009. También es destacable un busto de Ecce Homo del siglo XVII, próximo a la obra de Francisco Alonso de los Ríos, discípulo de Gregorio Fernández.

     Especialmente atractiva es la colección de imágenes del Niño Jesús, con múltiples caracterizaciones y ajuares, que llenan varias de las vitrinas del museo junto a preciosas imágenes de vírgenes vestideras, relicarios y piezas de marfil. Entre las obras más curiosas se encuentra la representación de Los Novísimos, miniatura en cera realizada en Nápoles, de un fuerte realismo dramático, así como un Crucifijo del siglo XVI realizado en papelón, una técnica de la que, aunque generalizada antaño, actualmente se conservan tan pocos ejemplares que esta obra adquiere un gran valor testimonial.

     El convento padece una alarmante plaga de termitas desde hace más de siete años que pone en peligro su rico patrimonio, un grave problema que junto a problemas de humedades exige una solución que requiere una elevada inversión económica que en la actualidad nadie parece estar dispuesto a afrontar, el monasterio por falta de recursos y las instituciones por el recorte de presupuestos por la crisis económica, a pesar de que desde 1956 fue declarado Monumento Nacional Histórico-Artístico.



HORARIO DE VISITAS:
De Semana Santa al 31 de octubre
De lunes a viernes de 10 a 13:30 horas y de 17 a 20 horas.
Sábados de 10 a 14:30 horas.
Domingos y festivos cerrado.
Resto del año
De lunes a viernes de 10 a 13:30 horas y de 17 a 19 horas.
Sábados de 10 a 14:30 horas.
Domingos y festivos cerrado.

TARIFAS:
Entrada: Pago a voluntad. / Visita guiada grupos previa cita: 2 € por persona.
Tel. 983 357672

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