30 de noviembre de 2011

Publicaciones Domus Pucelae


Publicaciones Domus Pucelae
Colaboraciones con instituciones

28 de noviembre de 2011

Conferencia: "Fernando de Castro. Reformismo social y disidencia religiosa en la España del siglo XIX", 29 de noviembre 2011


MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA
Salón de Actos del Palacio Villena
29 de noviembre, martes, 19 horas.
Entrada libre hasta completar aforo

     Esta conferencia pretende reconstruir la vida del clérigo leonés Fernando de Castro (Sahagún de Campos, 1814- Madrid, 1874), examinando las diversas etapas de su existencia y las opciones que en materia intelectual y religiosa fue adoptando desde su ingreso en el convento franciscano de San Diego, en Valladolid, en 1829, hasta su entierro en Madrid, en 1874.

     Una fecha que marcará la vida de Fernando de Castro fue el año de 1968, momento en que se repone a los catedráticos experimentados y éste es nombrado rector de la Universidad de Madrid. Desde ese importante puesto se convirtió en el símbolo más autorizado de las reformas educativas que trataron de sacar adelante los revolucionarios y desplegó una ingente actividad para poner en contacto a la Universidad complutense con las principales universidades europeas, y para abrir las aulas a colectivos que habían sido olvidados hasta entonces por la política educativa liberal: los huérfanos, los obreros y las mujeres. De esta época data la inauguración de las Conferencias dominicales que estuvieron en el origen de la que ha sido quizás su creación más celebrada: la Asociación para la enseñanza de la mujer, precedente en cierto sentido de la Institución Libre de Enseñanza. Fue también presidente de la Sociedad abolicionista española, senador por León y animador infatigable de muchas causas humanitarias. Tras la muerte de Sanz del Río, por otra parte, asumió el liderazgo público del grupo krausista Para entonces se había separado completamente del catolicismo y su entierro civil en Madrid, así como la publicación posterior de su Memoria testamentaria pueden considerarse como algunos de los símbolos más importantes de la lucha por la libertad religiosa en España.

     RAFAEL SERRANO GARCÍA es profesor titular de Historia Contemporánea en la Facultad de Filosofía y Letras y miembro del Instituto de Historia Simancas de la Universidad de Valladolid. Su investigación se ha centrado en el siglo XIX español, ocupándose de asuntos como la cultura, el ciclo revolucionario liberal, o la movilización social en el siglo XIX. Autor de 15 libros entre los que destacan La revolución de 1868 en Castilla y León, Valladolid, 1992; La revolución gloriosa. Un ensayo de regeneración nacional (1868-1874), Madrid, 2006; o Fernando de Castro (1814-1874). Un obrero de la Humanidad, Salamanca, 2010. Forma parte del consejo de redacción de la revista Alcores. Ha realizado estancias en centros de investigación de Oxford (St. Antony’s College), Paris (Ecole de Hautes Etudes en Siences Sociales), y Florencia (European University Institute). En los últimos meses ha publicado dos nuevos libros, la edición, precedida de un extenso estudio preliiminar de varios textos de Fernando de Castro: Caracteres históricos de la Iglesia, Pamplona, 2011, y otra obra de investigación original: Ocio y sociabilidad en un espacio exclusivo, El Círculo de Recreo de Valladolid (1844-2010), Valladolid, 2011.

Información: Museo Nacional de Escultura, Valladolid.

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Viaje virtual: LA CATEDRAL DE BURGOS en HD




     Obra maestra de la cultura y el arte, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, la catedral de Burgos es la única que cuenta con esta distinción a título individual, sin estar unida al centro histórico de la ciudad.

     Disfrute de esta maravilla gracias a la tecnología más avanzada de fotografía. Seleccione una de las vistas en el plano de la izquierda y descubra los infinitos detalles que esconde este monumento. Detalles que habitualmente pasan desapercibidos al ojo humano.

     Ahora es posible acercarse, sin moverse de casa, a contemplar minuciosamente el exterior de la catedral y todas sus portadas para descubrir sus valores. Todo con un sencillo movimiento del ratón, incluyendo la pantalla completa.


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25 de noviembre de 2011

Visita virtual: LAS BODAS DE CANÁ, un milagro evangélico como fiesta veneciana




LAS BODAS DE CANÁ
Paolo Caliari, el Veronés (Verona 1528 - Venecia 1588)
1562-1563
Óleo sobre lienzo
Museo del Louvre, París
Pintura del Renacimiento, Manierismo. Escuela veneciana.


     Quince meses estuvo ocupado el Veronés en realizar esta gigantesca pintura, 9,94 x 6,77 metros, cuyo contrato firmó el 6 de junio de 1562. La obra, que venía a sustituir la tradicional representación de la Última Cena, estaba destinada a presidir la enorme pared del fondo del refectorio trazado por Palladio en el convento benedictino de San Giorgio Maggiore, complejo asentado en la isla del mismo nombre situada frente el Palacio Ducal de Venecia. Por entonces el Veronés tenía 34 años y, según especificación del contrato, recibiría a cambio 324 ducados, la manutención durante el periodo de ejecución y un barril de vino. El pintor de Verona había sido reclamado por Venecia en 1553, donde ejercitó en la ciudad y tierra adentro su talento como decorador, creando una serie de pinturas caracterizadas por las originales escenografías, las indumentarias suntuosas, acordes a su tiempo, los escorzos del dibujo y la luminosidad de los colores empleados.

     En un deseo de innovación el pintor y la comunidad acordaron no recurrir el tema tradicional de la Santa Cena para presidir el refectorio, sino representar el relato recogido en el evangelio de San Juan que narra el milagro de las Bodas de Caná, el primero de los obrados por Cristo cuando en compañía de la Virgen y algunos discípulos fue invitado a una fiesta nupcial en aquella ciudad de Galilea. A punto de finalizar la fiesta el vino comenzó a escasear, ordenando Jesús a los siervos que llenaran las tinajas de agua, que al momento quedaba convertida en vino. El episodio, considerado como una prefiguración de la institución de la Eucaristía, venía a suponer una innovación iconográfica cargada de simbolismo.

     Pero el pintor fue más allá al representar por primera vez un episodio evangélico tratado como un acontecimiento profano, un banquete con tal acumulación de personajes que hace que los personajes sagrados, Cristo, la Virgen y algunos apóstoles pasen casi desapercibidos, totalmente enmascarados entre la maraña de invitados entregados al disfrute y frivolidad de la fiesta. Una pintura que refleja el gusto veneciano por las grandes celebraciones, así como el lujo propio de la corte ducal en los objetos, indumentaria y resto de elementos representados.

     Además el pintor se atrevió a descontextualizar la narración y transponer el austero ambiente palestino de Caná a un ambiente palaciego veneciano, incluyendo entre los personajes representados a algunas celebridades de su tiempo, entre las que se identifican a Alfonso de Ávalos, marqués del Vasto y gobernador del Milanesado, y Vittoria Colonna, ambos caracterizados como los novios contrayentes, curiosamente situados en el extremo izquierdo de la mesa. También se apunta la presencia de Leonor de Austria, Francisco I de Francia, María de Inglaterra, Solimán el Magnífico y el emperador Carlos V. Incluso se interpreta como un autorretrato del Veronés el personaje que toca la viola en el centro, con Tintoretto susurrándole algo al oído, Jacopo Bassano tocando la flauta y Tiziano tañendo el contrabajo enfrente.

     La escena, muestra por excelencia del gusto narrativo del pintor, causó una gran sensación cuando fue dada a conocer, siendo tomada como punto de referencia a partir de entonces por otros muchos pintores. En ella destaca la maestría para componer un espacio ficticio, inspirado en distintos edificios de la arquitectura clásica, en consonancia con la obra realizada por Palladio en aquellos años en Venecia, y la habilidad para insertar las figuras, para lo que recurre a una organización espacial a distintos niveles de altura que en forma de gradas permite la visión de una serie de acontecimientos simultáneos, todo ello para contribuir a resaltar una fastuosa fiesta mundana en la que la sobreabundancia de detalles ya anticipa la línea del barroco más festivo.

     Uno de los grandes hallazgos es la colocación de una pasarela recorrida por una balaustrada que proporciona al espacio el aspecto de un patio al unir los espacios arquitectónicos de derecha e izquierda. Por ella deambula una gran cantidad de sirvientes, pues curiosamente mientras que en la mesa se disfruta del postre, a juzgar por la presencia de azúcar, frutas y mermelada de membrillo, momento en que según el relato evangélico comenzó la escasez de vino, un buen grupo de sirvientes colocados en el plano elevado se ocupan en preparar nuevos platos con animales sacrificados, entre ellos corderos que adquieren una significación simbólica.

     Otros detalles tampoco pasan desapercibidos, como el que ninguno de los personajes aparezca hablando, una incitación al silencio que se debía observar estrictamente en el refectorio. Asimismo, el espacio abierto del fondo, en el que destaca una airosa torre con módulos que disminuyen en altura, viene a simular una ventana real en el refectorio, reproduciendo las vistas reales desde el convento.

     No obstante, algunos críticos han considerado que los distintos espacios no guardan una unidad estructural, a pesar de que en la escena, en la que participan hasta 130 personajes, domine el momento de la música, la degustación de suculentos manjares y, sobre todo, la fiesta del vino, repartido en elegantes copas de cristal soplado veneciano y almacenado en suntuosas ánforas. Todo ello resuelto con profusión de príncipes, clérigos y aristócratas venecianos junto a múltiples personajes populares, incluidos enanos de la corte y toda una serie de perros, gatos y pájaros, todos ellos dispuestos en complicados escorzos e insertos en un marco arquitectónico dórico y corintio descrito de acuerdo a las leyes de la perspectiva.

     En el engranaje compositivo Cristo ocupa el centro de la escena sentado, siguiendo la tradición de los cenáculos, pero su presencia casi pasa desapercibida a pesar del nimbo luminoso que rodea su cabeza. Otro tanto ocurre con la figura de la Virgen, sentada a su lado. El interés por resaltar la fiesta sobre el componente religioso explica que la pintura causara escándalo entre algunos benedictinos, a pesar de que sobre la mesa colocada en medio de los músicos, siguiendo el eje de la figura de Cristo, aparezca un reloj de arena, un elemento iconográfico alusivo a la vanidad y utilizado para recordar la fugacidad de la vida. Por aquel tiempo se afirmaba que los venecianos "creían muchísimo en San Marcos, mucho en Dios y nada en el Papa", siendo la pintura una exaltación de la cosmopolita corte veneciana, siempre rica y convertida en el centro del mercado oriental.

     En definitiva, Veronés ejecuta en esta pintura una verdadera puesta en escena, pues el tema le permite crear un decorado teatral para ubicar a los personajes. La composición está dividida en dos partes bien diferenciadas, una superior, ocupada por la arquitecturas y un cielo azul recorrido por nubes blancas, y otra inferior, de carácter terrestre e invadida por la muchedumbre.

     Sin duda el protagonismo de la narración lo adquieren el complejo alarde colorista y la sabia utilización de los efectos lumínicos. Todo el esplendor cromático refuerza la elaboración de la perspectiva, en la que se multiplican los puntos de fuga, siempre acorde con el gusto manierista del Veronés. Para ello selecciona pigmentos preciosos importados de Oriente por los mercaderes venecianos, destacando los amarillos anaranjados, los rojos vivos y el azul lapislázuli utilizado en el cielo y algunos atuendos, siendo el color el principal protagonista de la pintura al contribuir, a través de magistrales contrastes, a individualizar a cada uno de los personajes.

PERIPECIAS DE LA PINTURA

     Terminado el enorme lienzo, en cuya elaboración el pintor contó con la colaboración de su hermano Benedetto, que también aparece retratado, fue colgado en el convento en septiembre de 1563, donde permanecería durante 234 años, justo hasta que en el año 1797 fuera expoliado durante la campaña de Napoleón en Italia y trasladado a París. De nada sirvieron las sucesivas reclamaciones del retorno de la obra, comenzando por la negociación emprendida por el célebre escultor Antonio Canova para recuperar todas las obras de arte italianas del botín napoleónico que, convencido por Vivant Demon de la fragilidad y los riesgos de movilidad del lienzo, aceptó que permaneciera en París y fuese entregada a Italia como compensación una pintura del francés Charles Le Brun.

     Durante la 2ª Guerra Mundial la pintura fue trasladada al sur de Francia para protegerla, pero a su regreso a París acusó distintos daños producidos durante el transporte. Una complicada restauración se llevó a cabo entre los años 1990 y 1992, operación que desveló abundante información sobre su proceso de elaboración. Fue entonces cuando se levantaron de nuevo voces a favor de su devolución a Venecia, entre ellas la de la modelo Carla Bruni, hoy esposa del Presidente de la República Francesa. ¡Las vueltas que da la vida!

Informe: J. M. Travieso.

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23 de noviembre de 2011

Bordado de musas con hilos de oro: MIRADAS, de Manuel Altolaguirre


MIRADAS

Ojos de puente los míos
por donde pasan las aguas
que van a dar al olvido.
Sobre mi frente de acero
mirando por las barandas
caminan mis pensamientos.

Mi nuca negra es el mar,
donde se pierden los ríos,
y mis sueños son las nubes
por y para las que vivo.

Ojos de puente los míos
por donde pasan las aguas
que van a dar al olvido.

MANUEL ALTOLAGUIRRE

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22 de noviembre de 2011

Música en noviembre: INVERNO, de Franco Battiato





Esta canción pertenece al álbum "Inneres Auge" del año 2009, en el que Franco Battiato hace una versión de esta canción de Fabrizio de André.


INVERNO / INVIERNO

Sale la nebbia sui prati bianchi / Niebla salina sobre los prados blancos
come un cipresso nei camposanti / como un ciprés en el camposanto
un campanile che non sembra vero / un campanario que no parece real
segna il confine fra la terra e il cielo. / marca el límite entre la tierra y el cielo.

Ma tu che vai, ma tu rimani / Pero tú que vas, tú que permaneces
vedrai la neve se ne andrà domani / verás que la nieve se irá mañana
rifioriranno le gioie passate / floreciendo las alegrías pasadas
col vento caldo di un'altra estate. / con el viento cálido de otro verano.

Anche la luce sembra morire / También la luz parece morir
nell'ombra incerta di un divenire / en la sombra incierta del devenir
dove anche l'alba diventa sera / donde incluso el alba se convierte en noche
e i volti sembrano teschi di cera. / y los rostros parecen cráneos de cera.

Ma tu che vai, ma tu rimani / Pero tú que vas, tú que permaneces
anche la neve morirà domani / incluso la nieve morirá mañana
l'amore ancora ci passerà vicino / el amor todavía pasará cerca
nella stagione del biancospino. / en la estación del blanco espino.

La terra stanca sotto la neve / La tierra oculta bajo la nieve
dorme il silenzio di un sonno greve / duerme el silencio de un sueño profundo
l'inverno raccoglie la sua fatica / el invierno recoge su fatiga
di mille secoli, da un'alba antica. / de miles de siglos, de un alba antigua.  

Ma tu che stai, perché rimani? / Pero tú que estás, porque ¿permaneces?
Un altro inverno tornerà domani / otro invierno volverá mañana
cadrà altra neve a consolare i campi / bajará otra nieve a consolar los campos
cadrà altra neve sui camposanti / caerá otra nieve en el camposanto.

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21 de noviembre de 2011

VIAJE: ROMA, del 19 al 22 de febrero 2012


PROGRAMA - CARNAVALES EN ROMA

19 de febrero, domingo
Valladolid-Madrid-Roma (comida y cena)
     Salida a las 2 horas desde la Plaza Colon con dirección al aeropuerto de Madrid-Barajas. Trámites de facturación y embarque en vuelo regular a Roma (UX-1041 con salida a las 7.05 horas, con llegada a la 9.30 horas). A la salida del aeropuerto se comenzará la visita panorámica: Lungotevere, Isla Tiberina, Circo Máximo, Aventino, Palatino, Coliseo, Vía de los foros imperiales, Plaza Venecia, Vía Nazionale, Plaza de la Republica, Vía Veneto, Villa Borghese, Basílica San Pedro. A las 13,30 horas almuerzo. Después del almuerzo se pasará por el hotel para dejar las maletas y distribución de habitaciones. A las 16 horas visita al Barrio Judío y Trastevere – campo de Firi-barrio judío, exterior Sinagoga, Templo Apollo, Teatro Marcello, Isla Tiberina, Trastevere. Basílica Santa Maria del Trastevere. Cena en restaurante, traslado al hotel y alojamiento.

20 de febrero, lunes
Roma (Pensión completa)
     Desayuno a las 8 horas. A las 8,30 horas traslado en bus hacia la zona del Coliseo. Visita de San Pedro in Vincoli, con El Moisés de Miguel Angel, interior del Coliseo, Foros Romanos y Capitolio. A las 13 horas almuerzo. A las 14,30 horas visita de la Roma Barroca- Plaza España, Fuente Trevi, Montecitorio, Panteón, Plaza Navona. A las 19 horas traslado al hotel y salida hacia el restaurante para la cena. A continuación visita de Roma iluminada, regreso al hotel y alojamiento.

21 de febrero, martes
Roma (Pensión completa)
     Desayuno a las 8 horas. A las 8,30 horas salida en bus hacia los Museos Vaticanos (entrada concertada ).Visita con guía local de las galerías de los bustos romanos, Candelabris, de los tapices, Mapa Mundi, Sala de la Inmaculada y Capilla Sixtina. A continuación visita del Castel Sant Ángelo. Almuerzo a las 13 horas. A las 14,30 horas visita Villa Borghese. Tiempo libre, cena en restaurante, regreso al hotel y alojamiento.

22 de febrero, miércoles
Roma-Madrid (Desayuno y comida)     Desayuno a las 7,30 horas. A las 8 horas salida con maletas en bus para realizar la visita de la Roma cristiana: Santa María La Mayor, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y una catacumba. Almuerzo a las 13 horas. A las 15 horas traslado al aeropuerto para efectuar los tramites de facturación y embarque con una antelación de 2 horas a la salida del vuelo regular UX-1048 18.00 horas con llegada a Madrid a las 20.40 horas. A continuación traslado en autocar a Valladolid donde está prevista la llegada alrededor de las 23,45 horas.

PRECIO SOCIO: 875 € / PRECIO NO SOCIO: 915 €
Suplemento habitación individual: 95 €

INCLUYE:
- Autocar Valladolid-Barajas-Valladolid.
- Acompañante Viajes Carrefour hasta la facturación del vuelo.
-Billete de avión en línea regular MAD FCO MAD, sujeto a disponibilidad en el momento de realizar la reserva.
- Autopullman exclusivo para el grupo durante todo el recorrido, realizando el itinerario y las visitas descritas.
- Alojamiento en hotel de 4* en Zona Termini, sujetos a disponibilidad en el momento de realizar la reserva
- Régimen de PC con un total de 7 servicios de comidas y cenas en restaurantes.
- Visita panorámica de Roma con guía local.
- Visita Roma Iluminada con guía local.
- Visita con guía local de la Sinagoga, Barrio Judío y Trastévere
- Visita con guía local y entradas del Foro, Coliseo y catacumbas.
- Visita con guía local de la Roma Barroca
- Visita con guía local y entradas de las Basílicas.
- Visita con guía local y entradas de los Museos Vaticanos
- Reserva visita Museos Vaticanos.
- Visita con guía local y entrada al Castillo S. Ángelo
- Visita guiada Galería Borguese.
- Coordinador Domus Pucelae para este viaje
- Dossier o Guía comercial Domus sobre Roma
- Tasas aéreas (95,00 €)
- Seguro de viaje
- Seguro Opcional de Anulación.
- Reunión Informativa.

NO INCLUYE:
- Impuestos locales. (El Ayuntamiento de Roma tiene asignado un impuesto de 3 euros por pax noche en 4**** que deberán ser abonados en destino).
- Extras en los hoteles.
- Bebidas en las comidas.
- Servicios no especificados en el apartado anterior.

REQUISITOS: Grupo mínimo de 25 y máximo de 30 personas.

NOTA:  El nombre del Hotel se confirmara 10 días antes de la llegada del grupo a Roma, situado en Zona Termini, correspondiente a la cadena de Hoteles SEBRAELE 4**** (Noto, Hotel Luce, Hotel Lux, Hotel Arquimede).
Los horarios, visitas y recorridos son estimativos, pudiéndose variar en función de las necesidades del grupo, siempre cumpliendo las visitas programadas.
Si existen variaciones en las tasas, carburante, etc, el precio se podría ver alterado en función de las mismas.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228 de 18 a 20,30 h. a partir del 21 de noviembre hasta el 2 de diciembre, debiendo hacer entrega a la reserva de 200 € y el resto antes del 8 de Febrero del 2012 en Viajes Carrefour Valladolid 1, C/. La Merced 3, Valladolid.

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18 de noviembre de 2011

Historias de Valladolid: NAPOLEÓN EN EL PALACIO REAL, la pesadilla de la francesada


     Aunque fueron unos acontecimientos muy intensos, el hecho es poco conocido en profundidad por los propios vallisoletanos, posiblemente porque quisieron borrar para siempre aquellos amargos momentos, pero lo cierto es que Valladolid se convirtió, durante once días del mes de enero de 1809, hace ya más de doscientos años, en la capital oficiosa del imperio de Napoleón, que llegó personalmente a la ciudad el 6 de enero de aquel año y se estableció en el Palacio Real, donde permaneció durante once días.

     Y con el emperador llegaron cerca de doce mil soldados franceses que convirtieron en acuartelamientos distintos edificios de la ciudad, especialmente los grandes palacios y conventos, dejando a su paso un rastro de destrucción que popularmente se conocería como la “francesada”, con especial repercusión en el patrimonio histórico-artístico de la ciudad, que como en buena parte de la geografía española conoció detestables episodios de saqueos y expolios durante el desarrollo de la Guerra de Independencia.

ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS

     Pero esto fue el final de un proceso que había comenzado ocho años antes, cuando en 1801 un destacamento dirigido por el general Lecrec, que se dirigía a Ciudad Rodrigo, se asentó en Valladolid, dando lugar a insurrecciones populares en la Plaza Mayor en mayo y noviembre de aquel año. De nuevo, entre octubre de 1807 y febrero de 1808, llegaron a la ciudad nuevos expedicionarios, el primer cuerpo al mando del general Junot y el segundo dirigido por el general Dupont, que durante tres meses controló la línea del Duero. Este asentamiento supuso un enorme gasto a las arcas del Ayuntamiento, ya que por el Tratado de Fontainebleau los gastos del mantenimiento de las tropas correspondía a las autoridades españolas, que debieron acatar los Reglamentos franceses de alojamiento. En enero y febrero de 1808 la Plaza Mayor fue escenario de nuevas insurrecciones, que se repitieron cuando el 24 de marzo llegaron las noticias del cese de Godoy en el gobierno, que los vallisoletanos celebraron quemando su retrato en la Plaza Mayor, así como la abdicación de Carlos IV y la subida al trono de Fernando VII.

     En el mes de mayo, independientemente a los hechos de Madrid, se produce un levantamiento en Valladolid, donde en ese momento sólo había un acuartelamiento francés en San Benito y el Ayuntamiento estaba integrado por fernandinos recelosos de las ideas de Gregorio Cuesta, Capitán General de Castilla La Vieja, ferviente fernandista pero desconfiado de las manifestaciones populares, de las que no estaba convencido que sirvieran para restaurar en el trono a Fernando VII, aunque la envergadura de la agitación en Valladolid le obligó el 2 de junio, día en que el Ayuntamiento proclamaba rey a Fernando VII por petición popular, a ponerse al frente de la rebelión, distribuyendo armas entre los civiles, hechos que acabaron con el apresamiento de las tropas francesas y la confiscación de sus armas.

     Ante estos sucesos, el mariscal Murat envió al general Bessières al frente de una importante fuerza de caballería que contó con el apoyo de los generales Merle y Lasalle, que llegaron del norte de España. El organizado ejército francés venció a las tropas de Cuesta en los enfrentamientos de Cigales, Cabezón, Santovenia y la Overuela, tras lo cual las tropas entraron en Valladolid al mando del general Merle. El 6 de junio de 1808 era nombrado José Bonaparte rey de España.

     Aquella sublevación fue causa de la llegada de Napoleón Bonaparte a Valladolid, ya que la ciudad tenía un importante interés estratégico para la ocupación francesa, dada su situación a mitad de camino en el eje París-Lisboa, amenazando los sublevados de la ciudad el abastecimiento de las tropas y el flujo de órdenes para el ejército francés que trataba de mantenerse en Lisboa. Tras los sucesos del motín de Aranjuez y del levantamiento de Madrid el 2 de mayo, pero sobre todo después de la derrota sufrida por el ejército francés en Bailén (Jaén) en julio de 1808 y en agosto en Vimeiro (Portugal), junto a la resistencia mostrada aquel verano por Zaragoza y las continuas rebeliones en el norte de la península, y a pesar de salir victorioso en las batallas de Cabezón (12 junio 1808) y Medina de Rioseco-El Moclín (14 julio 1808), ambas en la provincia de Valladolid, el emperador quiso tomar personalmente las riendas de una guerra que se le escapaba de las manos. Para ello, cruzó la frontera por Bayona el 6 de noviembre de 1808, con dirección a Madrid.
     Primero recorrió con su ejército la provincia de Burgos, donde consiguió la victoria en la batalla de Espinosa de los Monteros el 10 de noviembre de 1808 y en la de Gamonal al día siguiente, penetrando en Burgos el 22 de noviembre. Tras un nuevo triunfo en Somosierra, llegó a su objetivo de Madrid, rindiéndose la ciudad de forma oficial el 3 de diciembre de aquel año.

     Al poco tiempo de llegar a Madrid, fue informado erróneamente de que las tropas aliadas inglesas, al mando de Moore, estaban asentadas en Valladolid, aunque en realidad se encontraban en Zamora. Con la intención de dirigir este frente, llegó en la Navidad de 1808 a Tordesillas, desde donde persiguió a las tropas inglesas por enclaves de Valladolid, Benavente y Astorga. Al recibir en esta ciudad leonesa la noticia de la formación en Austria de un potente ejército, Napoleón se alarmó, dejando al mariscal Soult persiguiendo a los británicos y, en espera de acontecimientos, decidió establecerse por un tiempo en Valladolid, convirtiendo el Palacio Real en su cuartel general, hecho que se consumó a partir del 6 de enero de 1809.

NAPOLEÓN EN VALLADOLID 

    La notificación de la llegada de Napoleón a Valladolid, formulada en un pliego, fue entregada por un correo francés llegado desde Benavente el 5 de enero de 1809, víspera de la fiesta de Reyes. A las cuatro de la tarde del día siguiente Napoleón cruzaba el Puente Mayor a caballo seguido por más de diez mil soldados. No hubo ningún tipo de protocolo oficial a su llegada, limitándose un grupo de ministros de la Chancillería, entre los que se encontraban Manuel María Cambronero, Manuel de León Santos, Miguel Otáñez, Diego Cossío y Santiago Pardo, a indicar al emperador su eventual residencia. Pero Valladolid no era una ciudad militarizada y no disponía de una infraestructura capaz de albergar a un gran ejército, por lo que hubo que realizar la repartición de la tropa por los lugares más espaciosos de la ciudad, entre ellos distintos monasterios, palacios y algunos cuarteles del ejército español.

     La recepción oficial se produjo el día 7, intentando en ese momento conseguir un boato apropiado con la asistencia de representantes de la Universidad, Cabildo catedralicio y otras corporaciones locales. El día 9 de enero la ciudad de Valladolid capituló pública y oficialmente a través de una Junta General que además juró fidelidad y obediencia a José I Bonaparte como “rey de España y de las Indias”.

     Después de realizar las tropas francesas un desfile intimidatorio al día siguiente a lo largo del Campo Grande, con cerca de nueve mil soldados de infantería, el emperador esperó en el Palacio Real de Valladolid los correos de París. Durante su estancia llegó a redactar hasta 165 cartas con órdenes de actuación militar no sólo en Valladolid, sino también en Zamora y Madrid, así como de la organización de sus ejércitos en Italia, Turquía y en la actual Croacia (documentación recogida por Jesús García Sánchez en su publicación "L'Espagne est grande", Ed. Ámbito).


LAS CONSECUENCIAS DE LA FRANCESADA
     Desde un primer momento la estancia de Napoleón en Valladolid durante once días estuvo marcada por el terror que padeció la ciudad ante su implacable reacción a la resistencia que mostraron algunos ciudadanos, muchos de los cuales huyeron a Madrid. Uno de los casos más sonados ocurrió en el convento dominico de San Pablo, situado enfrente del Palacio Real, donde se estableció una guarnición francesa. En una refriega, un hortelano del convento, que también se encargaba de mantener su cementerio, dio muerte a un soldado francés.

     Enterado Napoleón de la noticia, y con el ánimo de escarmentar y atemorizar a la población partidaria de la resistencia, que era buena parte de la ciudad, solicitó a las autoridades la entrega de diez cabecillas alborotadores bajo la amenaza de ahorcar a cinco ciudadanos. Al ser incapaz el Ayuntamiento, presidido por Gregorio Chamocín, de denunciar a alguien más que al rebelde detenido en San Pablo, Napoleón ordenó la ejecución del hortelano en la horca junto a otros cuatro ciudadanos detenidos como alborotadores, así como la detención de varios nobles vallisoletanos y zamoranos acusados de significarse en la resistencia.

     Como represalia, ordenó también la incautación de los bienes del convento de San Pablo, con indicaciones de que la plata requisada se utilizara para acuñar las primeras monedas con la efigie de su hermano José I Bonaparte. La soldadesca causó verdaderos estragos en el convento e iglesia destruyendo obras de arte de primera calidad, entre ellas el fabuloso retablo realizado por Gil de Siloé que presidía la capilla de Fray Alonso de Burgos, fundador y mecenas del templo. Aunque posiblemente el castigo más llamativo fue la profanación de las tumbas del cementerio del convento y la colocación de sus lápidas como mesas en el Campo Grande.

     Otros conventos de la ciudad también fueron convertidos en acuartelamientos franceses, entre ellos Santa Clara, San Agustín, San Benito, San Francisco, San Ambrosio, la Trinidad Calzada y el Monasterio de Prado, este último también utilizado como hospital. Prácticamente todos ellos fueron ultrajados, pues en aquel frío invierno vallisoletano y en distintas ocasiones de la ocupación, los napoleónicos no tuvieron reparos en destrozar puertas, ventanas, mobiliario y retablos para hacer fuego con que calentarse, siendo los actos de pillaje y el vandalismo algo generalizado entre la tropa, lo que obligó a poner a buen recaudo los objetos sagrados de oro y plata y a que el Ayuntamiento publicara un bando prohibiendo el escandaloso mercado de aquel expolio.
     Supuestamente pacificada la ciudad tras aquellos sucesos, el intendente Urbina fue encargado por José I Bonaparte de remodelar el Ayuntamiento, siendo nombrado alcalde Fermín María Villa.

     Napoleón abandonó en secreto Valladolid el 17 de enero de 1809 con dirección a Burgos, desde donde llegó directamente a la frontera sobre veloces caballos de posta. La ciudad quedaría bajo el gobierno francés, con el general Dufresse al mando, hasta junio de 1813, siendo incluida en el 6º gobierno a cuyo cargo estaba el despótico y corrupto general Kellermann.

     Cuando el emperador ya estaba fuera de España, los aliados contraatacaron obligando al rey José I a huir de España. Al frente de ellos llegó el mismísimo lord Wellington, que entró en Alaejos (Valladolid) el 1 de julio de 1812. No sabía por entonces que el destino le tenía reservada la gloria en la célebre victoria de Waterloo. Cuando merced a la ayuda británica las tropas francesas junto a los afrancesados tuvieron que abandonar Valladolid, el último reducto se ocupó de volar el 29 de julio de 1812 uno de los ojos del Puente Mayor. La crónica de estos acontecimientos ocurridos a la vera del Pisuerga durante la ocupación francesa aparece detallada en la publicación de Hilarión Sancho titulada "Valladolid: Diarios Curiosos (1807-1841)", donde se describen noticias de casos particulares ocurridos en la ciudad de Valladolid. En ella también se informa que el 29 de octubre de aquel año corrieron la misma suerte los puentes de Cabezón y Simancas y que todas las poblaciones por las que pasaban las tropas eran saqueadas.

     La ayuda inglesa hizo que el ejército francés se fuera retirando paulatinamente y tras las derrotas de Arapiles (22 julio 1812), Vitoria (21 junio 1813) y San Marcial (31 agosto 1813), los aliados cruzaron los Pirineos hasta llegar a Burdeos, mientras Napoleón ya se encontraba en el frente de Rusia. La guerra prosiguió en Francia y culminó con la batalla de Toulouse (10 abril 1814), que provocó la abdicación y el posterior exilio del déspota emperador.

     El recuerdo de la estancia de Napoleón en Valladolid no puede ser más desolador, pues los actos de vandalismo y destrucción del patrimonio durante aquellas jornadas dieron lugar a los primeros síntomas de ruina de numerosos edificios, especialmente los religiosos que, después de las leyes desamortizadoras promulgadas por el gobierno liberal veinte años después, supusieron la estocada final para pasar a engrosar el inmenso catálogo del "Valladolid desaparecido".



Ilustraciones: 1 Recreación de Napoleón en el Palacio Real de Valladolid con la imagen del pintor Jacques Louis David. 2 Iglesia de San Pablo y Palacio Real, grabado acuarelado de Alexandre de Laborde, 1806. 3 y 4 Fachada y patio del Palacio Real de Valladolid. 5 Dependencias de San Pablo que fueron convertidas en cuartel. 6 Aguafuerte de Goya: Los Desastres de la Guerra. 7 Grabado con escena de la invasión napoleónica. 8 Voladura del Puente Mayor de Valladolid, recreación virtual de Juan Carlos Urueña. 9 Lápida en el Ayuntamiento de Valladolid dedicada a los mártires de la Independencia en el Primer Centenario (1808-1908).

Informe: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1111170545686

(Nuestro agradecimiento a Juan Carlos Urueña Paredes por la cesión de la ilustración que recrea virtualmente la voladura del Puente Mayor, perteneciente a su trabajo "Paisajes con Alma", publicado en el blog Rincones y Paisajes).

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VIAJE: MADRID - EL HERMITAGE EN EL PRADO Y CIRCO DEL SOL, 28 de diciembre 2011


PROGRAMA

Salida a las 7,30 h. desde la Plaza de Colón con dirección a Madrid para visitar las exposiciones "El Hermitage" (Museo del Prado), "Delacroix 1798-1863" (Caixa Forum), "Aleksandr Deineka (1899-1969). Una vanguardia para el proletariado" (Fundación Juan March). Comida en el restaurante "La Catedral" (Menú A o B). A las 16,30 asistencia al Circo del Sol. Al finalizar, regreso al centro de Madrid, con regreso a Valladolid hacia las 21,30 horas.

PRECIO SOCIO: 94 € Incluye Circo del Sol / No incluye Museo del Prado.
PRECIO NO SOCIO: 102 € Incluye Circo del Sol / No incluye Museo del Prado.
PRECIO SOCIO: 32 € (Incluye viaje y comida).
PRECIO NO SOCIO: 38 € (Incluye viaje y comida).

INCLUYE: Viaje en autocar, visita y entrada a los lugares reseñados, dossier de viaje, seguro de viaje y comida en el restaurante La Catedral, con bebidas (agua y vino).

OBSERVACIONES:
* Menú Restaurante La Catedral:
A - Cazuela garbanzos con bacalao + lomo dorada + postre.
B - Paella + Pierna cordero asada + postre.

* Circo del Sol:
Zona 3 / Precio de la entrada 61,50 €.

* Museo del Prado. Exposición "El Hermitage":
Precio de la entrada 12 €.
Entrada reducida 6 €. (Miembros de familia numerosa, mayores de 65 años y personas con carnet joven).
Entrada gratuita: Desempleados, menores de 18 años, menores de 25 con carnet de estudiante, profesores en activo, miembros del ICOM y Amigos del Museo del Prado.

REQUISITOS: Grupo mínimo 35 personas.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228 de 18 a 20,30 h., a partir del día 20 de noviembre 2011.

NOTA: Al realizar la inscripción tendrán prioridad las personas que asistan al Circo del Sol; las 20 plazas restantes se adjudicarán cuando estén cubiertas las primeras.

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16 de noviembre de 2011

¡Una publicación de Domus Pucelae entregada a la reina Sofía!




     Hoy, 16 de noviembre, con motivo de la celebración en Valladolid de la V Cumbre Mundial del Microcrédito, que cuenta con la presencia en la ciudad de la reina Sofía por varios días, una socia de Domus Pucelae ha regalado espontáneamente a la reina la obra "La mirada azul", de Calderón Samaniego, recibiendo el agradecimiento a este gesto.

     Se trata de la publicación entregada por Domus Pucelae a sus socios el pasado 12 de noviembre, después de que fuera publicada por la Editorial Gatón y adquirida por esta asociación.

     El hecho ha tenido lugar cuando la reina, en compañía de Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz 2006, ha visitado en la Sala de las Francesas la exposición de Daniel Mordzinski titulada "Yunus. El banquero de la Dignidad".

     Como consideramos curiosa esta iniciativa personal, lo hacemos público para conocimiento de todos los socios.

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Museo Nacional de Escultura: Conferencia-concierto de órgano, 17 de noviembre 2011



MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA
Semana de la Ciencia

Jueves 17, a las 19 h.
Capilla del Museo
CONFERENCIA:
Tecnología, acústica y música en la España del Barroco
Joaquín Lois, organero.
CONCIERTO:
Presentación de la restauración del órgano
Carlos Rodríguez Lajo, organista

Capilla del Museo
Entrada libre hasta completar aforo

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V Aniversario Domvs Pvcelae: NUEVA PUBLICACIÓN EN DICIEMBRE 2011


     Con motivo de la celebración del V Aniversario de Domus Pucelae, en el mes de diciembre, pocos días antes de Navidad, verá la luz una nueva publicación que será repartida entre todos los socios de forma gratuita.

     En esta ocasión se renueva el interés por el estudio en profundidad de obras pertenecientes al patrimonio artístico de Valladolid que no han sido debidamente difundidas, dando continuidad a las ediciones anteriores dedicadas al Monumento a Colón y al Belén napolitano del Museo Nacional de Escultura.

     En esta ocasión, bajo el título de "Simulacrum", el estudio está dedicado a una de las joyas de la escultura barroca castellana: el paso procesional del Descendimiento que custodia la Cofradía de la Santa Vera Cruz en su iglesia penitencial.
     El exhaustivo trabajo ha sido realizado por José Miguel Travieso Alonso e incluye un apartado dedicado a la iconografía del Descendimiento a lo largo de la Historia del Arte. La edición ha contado con la colaboración de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, en cuya iglesia-museo se realizará la presentación del libro el próximo día 16 de diciembre, y con la aportación gráfica del fotógrafo profesional Santiago Travieso Blanco.

     En breves días informaremos sobre el programa previsto el día de la presentación del libro, que tendrá lugar justamente dentro de un mes.

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14 de noviembre de 2011

VIAJE: MATANZA TRADICIONAL EN MIRANDA DEL CASTAÑAR, 18 y 19 de febrero 2012


PROGRAMA

Día 18 de febrero, sábado
Salida a las 8,30 h. desde la Plaza de Colón con dirección a Miranda del Castañar (Salamanca) para participar en la matanza típica serrana y actividades en torno a la fiesta gastronómica. Almuerzo. Por la tarde visita a La Alberca. Regreso a Miranda del Castañar y cena y alojamiento en el hotel Condado***.

Día 19 de febrero, domingo
Desayuno y salida hacia Ciudad Rodrigo para visitar la ciudad. Regreso a Miranda del Castañar para el almuerzo. Por la tarde regreso a Valladolid, donde está previsto llegar sobre las 20 horas.

PRECIO SOCIO: 85 € / PRECIO NO SOCIO: 90 €.
SUPLEMENTO HABITACIÓN INDIVIDUAL 10 €.

INCLUYE: Viaje en autocar; visita a los lugares reseñados; dossier; seguro de viaje y alojamiento en pensión completa (almuerzo y cena día 18 y desayuno y almuerzo día 19), incluyendo bebidas (agua y vino).

REQUISITOS: Grupo mínimo 35 personas.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228 de 18 a 20,30 h. a partir del día 15 de noviembre.

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12 de noviembre de 2011

¡Superamos las 300.000 visitas!




     El 28 de mayo de este año celebrábamos las 200.000 visitas al blog. En tan sólo cinco meses hemos llegado a las 300.000, un mero dato estadístico pero muy significativo, ya que indica el interés que ofrecen nuestros artículos, siempre relacionados con el mundo de la cultura, a quienes buscan información en la red.

     A pesar de estar concebido como un tablón de anuncios virtual de nuestra asociación, su contenido no pasa desapercibido y nos proporciona agradables contactos con gente que persigue nuestros mismos intereses. Por ello, desde nuestro rincón en la ciudad de Valladolid, intentaremos seguir informando, formando y entreteniendo, siempre dispuestos a hacernos eco de los nuevos creadores y de todo lo que concierne a la cultura y la naturaleza. Siempre sin afanes lucrativos, sin publicidad comercial y más interesados en la calidad de los contenidos que en los alardes tecnológicos y la apariencia superficial.

¡Bienvenidos a nuestro blog!

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11 de noviembre de 2011

Visita virtual: MOISÉS, el profeta que guarda la voz de los muertos




MOISÉS
Miguel Ángel Buonarroti (Caprese, Florencia 1475 - Roma 1561)
1513-1515
Mármol de Carrara
Iglesia de San Pietro in Vincoli, Roma
Escultura del Renacimiento. Clasicismo


     La impresionante escultura marmórea de Moisés está considerada como obra cumbre de la estatuaria realizada por el hombre a lo largo de la historia, con enorme repercusión en la escultura europea desde mismo el momento en que fue dada a conocer. Fue tallada en un bloque de mármol elegido personalmente por Miguel Ángel en las canteras de Carrara y tiene una altura de 2,35 metros, por lo que, teniendo en cuenta que la figura aparece sentada, su escala es monumental. Pero más que por su tamaño su verdadero interés radica en la vida interior que el genio supo infundir a la piedra, en el impecable modo de trabajar el mármol y en las aportaciones iconográficas en la interpretación de este personaje bíblico a partir de una filosofía neoplatónica.

     Lo primero que es necesario reseñar, a pesar de su rotundidad y elocuencia, es que esta escultura no fue concebida para tener protagonismo por sí misma, sino formando parte del pretencioso sepulcro que el papa Julio II encargara al escultor en vida, en el que su presencia se habría limitado a aportar algunos matices al significado simbólico del conjunto. Pero la historia de la génesis y pretensiones de aquel sepulcro faraónico y su definitiva realización y ubicación constituye uno de los capítulos más enrevesados del arte renacentista, en el que se funden los gestos de ambición del pontífice y la genialidad creativa del artista, un proceso frustrado, calificado por el propio escultor como "la tragedia de la sepultura", que sin embargo dejaría como legado este icono tan loado y admirado a lo largo del tiempo.

LOS AVATARES DE UN PROYECTO QUE NO LLEGÓ A REALIZARSE

     El proceso está documentado por cuarenta años de cartas, diseños y testimonios. Todo comenzó cuando en 1505, por sugerencia de Giuliano da Sangallo, Miguel Ángel fue llamado a Roma por Julio II para que proyectase y llevase a cabo su tumba. Después de cinco proyectos y múltiples modificaciones, la obra culminó, no en la basílica de San Pedro como el papa pretendía, sino en la iglesia de San Pietro in Vincoli, sin que el sepulcro se ajuste ni remotamente a la idea que movió el proyecto inicial.

     A pesar de que el primer proyecto fue muy bien definido en 1505, negociado con el escultor en sus mínimos detalles y aprobado por el papa, este no se llevó a cabo. Se trataba de un sepulcro rectangular de 10 metros de largo y 7 de ancho, organizado en tres niveles escalonados en forma piramidal, rematado por un sarcófago con la efigie de Julio II recostado, integrando el conjunto hasta un total de cuarenta esculturas. En el nivel inferior se abría una puerta y en los tramos largos hasta ocho hornacinas ocupadas por figuras de victorias, todas ellas flanqueadas por esclavos y prisioneros sobre pedestales, y en los tramos cortos relieves de bronce, con figuras en las esquinas del monumento, que en el remate superior representarían a San Pablo (Nuevo Testamento), Moisés (Antiguo Testamento), una alegoría de la Vida Activa y otra de la Vida Contemplativa. Se trataba del sepulcro más grandioso de toda la cristiandad, concebido como un mausoleo exento que sería colocado en el centro de la basílica de San Pedro, en aquel momento en proceso de reconstrucción.

     Todo el monumento estaba basado en una iconografía pagana de connotaciones triunfales, cuyo significado quedaba trastocado por la alusión al triunfo del alma sobre el cuerpo, buscando una concordancia entre la filosofía platónica y la teología cristiana, de modo que la muerte sería concebida como el retorno del alma a Dios al ser liberada de los vínculos corporales, la misma filosofía que el escultor aplicaba para liberar la idea de la materia.

     Para su realización, Miguel Ángel pasó ocho meses en las canteras de Carrara seleccionando personalmente los bloques de mármol, pero el proyecto no pudo hacerse realidad debido a los enormes gastos del pontífice, tanto en sus empresas militares como en la reconstrucción de la basílica de San Pedro. Ello provocó una gran tensión entre Julio II y Miguel Ángel, ambos muy temperamentales, que acabó con la suspensión de los pagos por el papa y la negación de audiencia al escultor para aclarar la situación, que decidió huir a Florencia dejando atrás un ambiente de intrigas y rivalidades cortesanas.

     Finalmente, por mediación del gonfalonero Soderini, el artista se sometió al papa, con el que se reunió en Bolonia en 1506, recibiendo el encargo de un retrato papal de bronce que fue colocado en la plaza más importante de la ciudad, aunque posteriormente fue destruido. De vuelta a Roma, Julio II le encomendó la decoración pictórica de la Capilla Sixtina, tarea que el artista aceptó con reticencias.

     A la muerte de Julio II en 1513, sus herederos, de la familia Della Rovere, acordaron con Miguel Ángel una versión más sencilla del monumento, reducido a una de las anteriores fachadas, que quedaría adosada para su visión frontal a uno de los muros de San Pedro. Sin embargo, el artista aumentó el número de esculturas y modificó el remate superior, siempre con la efigie recostada del papa. Para realizar el proyecto, comprometido en un plazo de seis años, Miguel Ángel se instaló en una casa cercana al Foro de Trajano, donde realizó las figuras de dos esclavos (Museo del Louvre) y el Moisés.

     La figura de Moisés estaba destinada al nivel medio del segundo proyecto, adquiriendo todo su significado en el contexto general del monumento, que justificaría su ubicación, posición corporal, giro del rostro y otros elementos expresivos, pues la escultura fue concebida para su colocación en alto realzando toda su majestuosidad, algo de lo que fue privada al ser reaprovechada en el proyecto final.

     Y es que estando ya realizadas las figuras de Moisés y de los esclavos, recién subido al trono papal León X, de la familia Médici, este pontífice le encargó la realización de la fachada de la iglesia de San Lorenzo de Florencia, teniendo que interceder ante los Della Rovere para que Miguel Ángel modificara de nuevo el proyecto, firmándose un nuevo contrato en julio de 1516 con un tercer proyecto que reducía las dimensiones y el número de esculturas.

     Un nuevo capítulo se produjo a la muerte de León X en 1521, cuando los herederos de Julio II abrieron un proceso contra Miguel Ángel exigiéndole el cumplimiento del contrato o la devolución del dinero adelantado. En 1522, tras la mediación en el asunto del nuevo papa Clemente VII, también de la familia Médici, se firmó un nuevo proyecto cuyos detalles se desconocen, aunque se sabe que no era del agrado de los Della Rovere.

     Pasados diez años, en 1532 se llegó a un acuerdo entre el escultor y la familia por el que se mantenía la estructura del tercer proyecto, pero reduciendo a seis el número de esculturas según los nuevos gustos estéticos. En este quinto proyecto se decidió prescindir de los esclavos que se conservan en el Louvre, aunque Miguel Ángel emprendería la elaboración de cinco nuevos esclavos que quedarían inacabados (Galería de la Academia, Florencia).

     Debido al exceso de trabajo, Miguel Ángel no pudo retomar el proyecto del sepulcro de Julio II hasta 1542, cuando con la ayuda del papa Pablo III firmó un nuevo contrato que anulaba todos los anteriores. En el sexto y definitivo proyecto se eliminaron las referencias paganas, como los esclavos y las victorias, con la figura de Moisés en la cavidad central y a sus lados las figuras bíblicas de Lea y Raquel, símbolos de la vida activa y contemplativa respectivamente, que fueron realizadas cuando Miguel Ángel ya tenía 70 años. En la figuras restantes intervinieron sus ayudantes, Tommaso Boscoli haciendo la efigie del papa, y Domenico Fancelli y Raffaello da Montelupo elaborando la Virgen, un profeta y una sibila. Con ello el proyecto quedó reducido a un sepulcro-retablo de proporciones inferiores y su emplazamiento desplazado a una basílica romana mucho más modesta.

MOISÉS Y LA TERRIBILITÁ MIGUELANGELESCA

     El profeta bíblico aparece majestuoso, sedente, hierático e imponiendo su insigne autoridad. Su imagen acusa un marcado sentido pictórico, en consonancia con los profetas que aparecen en la Capilla Sixtina, demostrando Miguel Ángel su habilidad para crear claroscuros con una ejecución técnica raramente repetida, lo que muestra al escultor en plena madurez.

     La figura está dotada de vida interior y cargada de un significado antropológico, teológico y moral, pues capta una instantánea en que Moisés, sujetando las tablas de la Ley que le han sido entregadas por Dios en el Monte Sinaí, sorprende al pueblo israelita entregado a la idolatría. Su mirada profunda transmite un estado irascible que ha sido calificado como la terribilitá de Miguel Ángel, una fuerza expresiva que ya repitiera en su célebre David florentino. Si en aquel la tensión dramática logra sugerir el lanzamiento inmediato una piedra con la honda que le dará el triunfo sobre Goliat, en este caso hace presentir que Moisés se levantará encolerizado, partirá en pedazos las tablas de la Ley y el pueblo de Israel recibirá el castigo divino.

     Se acompaña de matices sólo concebibles por la mente del genio, como la colocación de su pierna izquierda colocada hacia atrás, con un movimiento en leve contrapposto, haciendo presentir que se levantará y hará caer su ira sobre el pueblo infiel, la abultada musculatura que le proporciona la imagen de un dios clásico, así como la posición equilibrada de los brazos, con los dedos entrelazados entre los gruesos mechones de la larga barba, una creación genial completamente original. Todo ello dota a la escultura de un gran dinamismo y equilibrio, muy difícil de conseguir en una figura sedente.

     Sobre su cabeza aparecen dos cuernos, símbolo iconográfico de la sabiduría por revelación divina inspirado en una frase de un capítulo del Éxodo en la traducción de la Vulgata de San Jerónimo: "De su rostro emanaban rayos de luz". Infundiendo al mármol la filosofía neoplatónica, Miguel Ángel no sólo consideraba la realización de una escultura como la liberación de una idea encerrada en el interior del bloque, sino que lo aplicaba a los aspectos formales, de modo que en esta figura la parte derecha en que sujeta las tablas de la Ley representa la serenidad, la sabiduría y la inspiración divinas y el lado izquierdo la amenaza del mal, la violencia y el sentimiento de ira. Incluso puede apreciarse una alusión a los cuatro elementos en la tierra pisada con firmeza por su pierna derecha, el aire que envuelve las formas creando sombras, el agua simbolizada en un río de venas remarcadas y el fuego emanando de su mirada y de los cuernos.

     La escultura fue admirada desde que fue dada a conocer, causando una admiración que generó una leyenda cuyo trasfondo no es sino una forma sutil de reconocer la maestría del escultor, capaz de infundir vida interior a un enorme trozo de piedra. Según ésta, cuando Miguel Ángel concluyó la obra y estando orgulloso del resultado, se acercó a Moisés con el martillo y le propinó un pequeño golpe en la rodilla al tiempo que exclamó: "Habla". Y ante el asombro del escultor Moisés respondió: "Creaste a David para hacer feliz el aire de Florencia y por eso es música para los florentinos; a mí me has hecho para estar sentado sobre la tumba de un papa y por eso guardo la voz de los muertos". Sirva esta bonita leyenda para poner punto final a una escultura que conoció toda una serie de frustraciones: la de la ambición papal y la del propio artista, que tardó más de treinta años en verla colocada sobre un emplazamiento que no respondía a sus ideas iniciales. De todos modos esta escultura sirvió de motivo de inspiración a numerosos escultores de toda Europa durante el siglo XVI y sucesivos, que la tomaron como modelo para representar múltiples personajes cargados de fuerza psicológica y dignidad.

Informe: J. M. Travieso.

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