1 de septiembre de 2012

Fastiginia: Desfile de carrozas en 1970, muchachitas de Valladolid


Estampas y recuerdos de Valladolid

     En aquellos años los desfiles de carrozas, concebidos como un concurso estético, eran una de las actividades más populares en las fiestas de muchas ciudades españolas. En las fiestas vallisoletanas septembrinas, celebradas por entonces en honor de San Mateo, también se incorporó durante años este desfile festivo, que transcurría por las calles más cosmopolitas en medio de una gran concurrencia de personas de todas las edades, curiosas por observar el ingenio de algunos artesanos "carroceros", que en ocasiones llegaban a sorprender por sus arriesgadas composiciones en las figuras efímeras que formaban las carrozas, haciendo en ocasiones un alarde de equilibrio y recreación de los lugares más emblemáticos de Valladolid.

     Un buen ejemplo es esta fotografía, tomada en septiembre de 1970, de una de las carrozas a su paso por la Plaza de Zorrilla. Por entonces no existía la acumulación de cámaras fotográficas de nuestros días, por lo que una fotografía tan sencilla se convierte en un documento excepcional sobre la forma de divertirse los vallisoletanos en aquellos años. Este documento gráfico se conserva en el Archivo Municipal de Valladolid (antigua iglesia de San Agustín), junto a otra importante serie de fotografías y cartelería histórica referida a nuestras fiestas tradicionales, apareciendo identificada como una carroza titulada "Tahití", presentada por los hermanos Villar, que, como puede apreciarse en un letrero colocado sobre la plataforma, fue premiada.

     Los motivos de las carrozas generalmente eran figuras con un escueto maniquí de madera o metal, recubiertas con materiales muy livianos, tales como papel de seda de vistoso colorido, cartón o papel maché pintado, siguiendo una técnica parecida a los ninots valencianos, en las que abundaban las referencias a los símbolos y la heráldica local. Estas eran colocadas sobre la plataforma de un remolque cuyo aspecto quedaba enmascarado, lo mismo que el tractor o la cabina del camión que ejercía el arrastre, que incorporaban en lugar bien visible el nombre de la firma patrocinadora, destacando sobre ellas la aportada por el Ayuntamiento, que generalmente era la de mayor tamaño y con aspecto grandilocuente, por otra parte la única que no competía en el concurso.

     La impronta estética de aquellas carrozas que causaban tanta expectación queda recogida en esta presentada en 1970 con el lema "Tahití", en la que, tomando como inspiración la Fuente del Cisne del Campo Grande (un tema muy repetido en aquellos desfiles), los artífices la transmutan colocando un gran papagayo de alas extendidas sobre un peñasco, precedido por un grupo de cuatro flamencos que sugieren arrastrar un carro fantástico, todo ello como un recurso estético para asentar a un grupo de bellas y jóvenes vallisoletanas caracterizadas como tahitianas de la Polinesia, ocupadas tanto en disparar serpentinas como en mostrar tímidamente sus encantos.

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1 comentario:

  1. Ojalá se recuperaran las carrozas, son una tradición preciosa que llena las calles en todas las ciudades en que se celebran.

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