17 de enero de 2014

Theatrum: SAN MARTÍN Y EL POBRE, la primera imagen procesional de "la gubia del Barroco"












GRUPO PROCESIONAL DE SAN MARTÍN Y EL POBRE
Gregorio Fernández (Sarria, Lugo 1576 - Valladolid 1636)
1606
Madera policromada
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Procedente de la iglesia de San Martín de Valladolid
Escultura barroca. Escuela castellana












El grupo escultórico de San Martín y el pobre ofrece la peculiaridad de ser el primer conjunto tallado por Gregorio Fernández en Valladolid con fines procesionales, pues fue concebido para ser colocado sobre unas andas que, curiosamente, fueron realizadas antes de hacerse la imagen.

Hacia el año 1600 el escultor gallego llegaba a Valladolid motivado por las expectativas de trabajo que ofrecía la ciudad, aunque no directamente desde Galicia, sino después de haber pasado una etapa en Madrid. Tales expectativas se multiplicarían en 1601, cuando Felipe III oficializó el traslado de la Corte desde Madrid. En la primera noticia de su estancia junto al Pisuerga, aparece trabajando en las esculturas ornamentales de un templete destinado al salón de baile del nuevo Palacio Real vallisoletano, que fue encargado con motivo de los fastos organizados para el bautizo del príncipe heredero, el futuro Felipe IV, nacido en Valladolid el 8 de abril de 1605.

Gregorio Fernández había llegado plenamente formado como escultor y en Valladolid, recién llegado, fue acogido en calidad de oficial, o como colaborador asociado, en el taller que en la Puentecilla de Zurradores (calle Panaderos) tenía Francisco de Rincón, por entonces el escultor más prestigioso de cuantos estaban activos en la ciudad. Entre ellos se establecería una sólida relación amistosa y profesional que perduraría con los descendientes de Rincón, después de la muerte prematura de este en 1608.

Justamente el año en que Gregorio Fernández instaló su taller y vivienda en la calle del Sacramento (actual Paulina Harriet), le fue encargado el grupo procesional de San Martín y el pobre según un contrato que fue firmado el 11 de junio de 1606 con el pastelero palentino Agustín Costilla, que venía a cumplir la disposición testamentaria de su hermano Francisco Costilla, fallecido en América, que asimismo establecía estar destinado a la iglesia de San Martín de Valladolid1

En dicho contrato no sólo se especificaba que la escultura debía hacerse en bulto redondo y en buena madera, el compromiso de ser entregada en la Navidad de aquel año y el precio estipulado en 50 ducados, sino que se hacían constar todos los requisitos iconográficos, como que San Martín apareciera a caballo partiendo su capa con el cuerpo vuelto, al igual que la cabeza del caballo, hacia la figura de un mendigo colocado de pie junto al lomo del caballo. Igualmente, se precisaba que caballo y jinete debían formar un sólo bloque, que las figuras fuesen interiormente ahuecadas (por sus fines procesionales) y que tanto las patas del caballo como los pies del mendigo se fijaran a una peana mediante tornillos.

La minuciosidad descriptiva de las figuras en el contrato de este grupo, que es la primera obra documentada del escultor en Valladolid, seguramente se debe a la proliferación de grabados que habitualmente circulaban en los talleres escultóricos, eligiendo los comitentes determinados modelos entre grabados y estampas que después los escultores trasladaban a las tres dimensiones. Ello explica que Gregorio Fernández realizase en bulto redondo la misma iconografía de San Martín que ya había utilizado Francisco de Rincón en 1597 en un altorrelieve del retablo mayor de la iglesia del Hospital de Simón Ruíz de Medina del Campo.

La obra de Gregorio Fernández no alcanza el tamaño natural, con 1,33 metros de altura. En ella aparece el santo cabalgando un caballo al paso, con una pata levantada y la cabeza vuelta contemplando como San Martín, con el torso también girado hacia atrás, corta con una espada su capa para compartirla con un mendigo tullido. El santo viste una indumentaria militar, con loriga, faldellín, botas altas, un casco con penacho de plumas y armado con una espada, elemento desaparecido aunque aludido por la vaina que cuelga de su cintura. Está representado en plena juventud, anticipando los modelos aplicados a futuras figuras de ángeles.

Por su parte, el mendigo, que permanece de pie junto al lomo del caballo en actitud suplicante, es un hombre maduro y tullido que tiene su pierna derecha de madera y viste una túnica corta, caída a la altura del pecho dejando al aire el brazo izquierdo, un pantalón que llega hasta la rodilla, un pañuelo colocado en la cabeza en forma de turbante y con el pie descalzo. Se apoya en un bastón con forma de "Tau" y levanta su cabeza suplicante hacia el santo. Su rostro es enjuto, con la nariz muy perfilada, la boca entreabierta, bigote y perilla y mechones del cabello asomando sobre las orejas. Esta figura sería retomada por Gregorio Fernández en 1621, cuando hace el grupo de Santa Isabel con un mendigo para el retablo mayor del convento de Santa Isabel de Valladolid. Asimismo, en el recurso de dejar al aire un brazo y parte del pecho anticipa futuras indumentarias aplicadas a sus sayones.

En opinión de García Chico2, la policromía habría sido aplicada por Estancio Gutiérrez, pintor del rey Felipe III durante la estancia de la Corte en Valladolid, que también se encargó del dorado de las andas. Como en todas las obras tempranas de Gregorio Fernández, bajo los colores subyace un fondo de oro, predominando las tonalidades rojas, verdes y azules y con las encarnaciones aplicadas en mate.

El grupo evidencia un dominio total del oficio por el escultor recién llegado a Valladolid, moviéndose en el espacio con una gran naturalidad y aplicando en los plegados aristas muy suaves que con el tiempo se tornarían en quebradas con aspecto metálico.

El grupo de San Martín y el pobre se convertiría en la imagen titular de la iglesia vallisoletana de la misma advocación, desfilando en su festividad en condición de patrono de la iglesia, a la que también representaba en la procesión anual del Corpus Christi, hasta que en 1925 se prohibió el desfile de imágenes titulares junto a la custodia procesional. Asimismo, la realización de este grupo abrió al escultor el camino a otros encargos de más envergadura, como el retablo mayor de la desaparecida iglesia de San Miguel, encargado a Gregorio Fernández en el mes de octubre de aquel mismo año.     

     Esta iconografía ecuestre de San Martín, símbolo de la caridad solidaria, sería muy difundida durante el Barroco español, siendo buena muestra de ello no sólo la versión realizada en 1674 por Juan Antonio de la Peña para el retablo mayor de la propia iglesia de San Martín de Valladolid, sino un ejemplo tan lejano como el realizado por Francisco Herrera en 1723 para el retablo de la capilla de San Martín de la catedral de Palma de Mallorca.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.


NOTAS

1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José. El escultor Gregorio Fernández. Ministerio de Cultura, Madrid, 1980, p. 202.

2 Ibídem.





Francisco de Rincón. Retablo de la iglesia del
Hospital Simón Ruíz de Medina del Campo, 1597























Juan Antonio de la Peña. Relieve del retablo mayor
de la iglesia de San Martín de Valladolid, 1674























Francisco Herrera. Retablo de la capilla de San Martín,
catedral de Palma de Mallorca, 1723














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