30 de junio de 2017

Fastiginia: La iglesia de Ntra. Sra. Reina de la Paz, un megalómano proyecto inacabado

Recreación virtual de la iglesia de la Paz con su torre

Estampas y recuerdos de Valladolid



En Valladolid se conserva el testimonio de un ambicioso proyecto inacabado en el majestuoso edificio de la catedral metropolitana, trazada en el siglo XVI por el arquitecto Juan de Herrera y materializada parcialmente en el mismo siglo bajo la supervisión de Diego de Praves y la dirección Pedro de Tolosa, a los que tomarían el relevo en el siglo XVII Francisco de Praves, Juan de Répide, Francisco Tejerina y Sebastián Mardaz, para culminar en el siglo XVIII con los trabajos de la fachada diseñados por Alberto Churriguera. El aspecto de esta megalómana construcción, de la que no se llegó a levantar ni la mitad de lo proyectado, vista desde la cabecera, es decir, desde la iglesia de Santa María la Antigua, es un conjunto de muñones con vocación de ir suplantando a los restos de la antigua colegiata de Santa María, hecho que por falta de fondos nunca se llegó a producir.      

Pero no sólo en la catedral se aprecia un magno proyecto inconcluso, pues algo parecido se repetiría en los años 50 del siglo XX en el utópico "Alcázar de Cristo Rey", proyectado por el arquitecto Pascual Bravo, que englobando el Santuario de la Gran Promesa y el desaparecido Colegio de San Ambrosio —cuya fachada fue trasladada al jardín del Colegio de Santa Cruz— ofrece algunos edificios aislados del complejo que ocuparía la manzana formada por las actuales calles del Santuario, Simón Aranda, José María Lacort y Alonso Pesquera (la maqueta aún se conserva en el actual Centro de Espiritualidad).  

Sin embargo, hay otro edificio que, salvando las diferencias de su finalidad y su desarrollo en el tiempo, repite la peculiaridad de ser un megalómano proyecto inacabado: la iglesia de Nuestra Señora Reina de la Paz, que no pasa desapercibida en un enclave tan céntrico como es la Plaza de España.

Parte inacabada de la catedral de Valladolid
Para comprenderlo tenemos que remontarnos a los inicios de los años 60 del siglo XX, momento en que Valladolid conoció un espectacular desarrollo económico, demográfico y urbanístico en el que hizo su aparición una feroz especulación inmobiliaria incapaz de mostrar el mínimo respeto y sensibilidad por el patrimonio histórico-artístico. Los ejemplos son innumerables y afectaron por igual a edificios religiosos y civiles, pasando a engrosar, en posición de cabecera, el triste "ranking" de destrucción masiva del patrimonio. En algún momento se dijo que después de Dresde, ciudad alemana que en febrero de 1945 los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial redujeron su centro histórico a escombros, la ciudad de Valladolid era la ciudad europea con mayor pérdida de su legado histórico, y ello ante la pasividad e impotencia de las instituciones locales, totalmente mudas en el proceso.

En este sórdido contexto es fácil de comprender que pronto fuera elegida como objetivo la modesta iglesia de San Felipe de la Penitencia, aquella levantada por orden de Felipe II — de ahí su advocación— en el llamado Campillo de San Andrés (actual Plaza de España), y vinculada desde 1605 con la Casa Pía de la Aprobación, institución promovida por la madre Magdalena de San Jerónimo para encauzar a las "mujeres enamoradas" y orientar su ingreso como religiosas en San Felipe de la Penitencia.   

Aspecto actual de la iglesia de la Paz
El convento y la iglesia fueron derribados en 1961 y su patrimonio, como en otras ocasiones, dispersado de un modo oscuro impidiendo seguir el mínimo rastro. En este caso fueron los Padres Capuchinos los que volvían a hacer de nuevo acto de presencia en Valladolid presentando un megalómano proyecto que fue aprobado sin reticencias. Con él se anticipaban dos décadas a la fiebre de edificios espectaculares y singulares que surgirían por toda la geografía española durante los años 80 y 90, aunque en este caso la ciudad nunca se identificó con el edificio, a pesar de su localización en tan privilegiado enclave.

La iglesia de la Paz, como popularmente se la conoce, fue proyectada el mismo año de 1961 por el arquitecto vizcaíno Pedro Ispizua Susunaga, que con un delirante diseño en 1963 conseguía sorprender a todos los vallisoletanos con una fachada que alcanza los 40 metros de altura y que está articulada mediante colosales arcos parabólicos revestidos de piezas cerámicas en tonos blancos y grises (que nadie piense en la sutileza de las experiencias de Antonio Gaudí) que enmarcan una enorme vidriera y que destacan sobre un frente en ladrillo de estructura reticular.

Con arcos parabólicos también está abovedado el interior y el elevado presbiterio de la iglesia, un espacio diáfano con aspecto de auditorio ajustado a una planta trapezoidal. El compacto edificio dispone de una cripta, salón de actos, una biblioteca en la tercera planta, una capilla en la quinta y dependencias funcionales que llegan hasta la calle Divina Pastora.

Sin embargo, seguramente por motivos económicos, el proyecto faraónico quedó interrumpido en 1963 y nunca más se ha planteado su continuación, pues, de acuerdo a su espíritu megalómano, estaba proyectada una torre campanario que hubiese superado en altura a la de la catedral, una torre cuyo trazado queda bien definido en la parte izquierda de la fachada mediante un trazado reticular de mayor anchura que marca el ritmo de los siete pisos actuales, pero que duplicaría su altura incluyendo un remate para albergar las preceptivas campanas. 
Interior de la iglesia de la Paz
De todo aquel delirio, que vino a complicarse con construcciones a los lados que no guardan ninguna sincronía de alturas, la iglesia de la Paz permanece enclavada en un lugar neurálgico como un pegote incapaz de despertar ningún apego sentimental y sí cierta retranca, como la de aquellos que califican su fachada como "la tapa del water".

Actualmente la crisis no sólo afecta a los aspectos monetarios, sino también a los vocacionales, motivo por el que los Padres Capuchinos en 2012 decidieron poner en venta el edificio, incluyendo la iglesia, aunque al parecer la compra no ha seducido a nadie. Lo cierto es que esta comunidad en cierto modo se ha desvinculado de nuevo de Valladolid y explota el edificio alquilando algunas dependencias a diversas asociaciones, siendo jesuitas quienes actualmente se ocupan de los servicios religiosos.




Iglesia de la Paz, postal de los años 60






















Iglesia de la Paz, postal de los años 70



















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27 de junio de 2017

VIAJE: RUTA DEL REINO DE ARAGÓN, del 2 al 7 de septiembre 2017

Colegiata Sta. María la Mayor, Calatayud

PROGRAMA

Sábado 2 de septiembre   VALLADOLID - CALATAYUD - DAROCA - TERUEL
Salida a las 6,45 h. desde Vallsur (Camino Viejo de Simancas) y a las 7 h. desde la plaza de Colón con dirección a Calatayud. Visita guiada a esta villa histórica aragonesa. Comida. Salida hacia Daroca. Visita guiada a la ciudad con la muralla más extensa de Aragón. Entrada y visita a la basílica de San Miguel. A últimas horas salida hacia Teruel. Cena y alojamiento en el Hotel Isabel Segura (3*).  Después de la cena, paseo nocturno por la ciudad.

Domingo 3 de septiembre    TERUEL - ALBARRACÍN - TERUEL
Visita guiada por Teruel, visitando la Catedral, iglesia de San Pedro, claustro y Mausoleo de los Amantes y torres mudéjares. Posibilidad de visitar el Museo Provincial de la ciudad. Comida en el hotel. Por la tarde, traslado y visita guiada a la ciudad de Albarracín, visitando alguno de los abrigos con pinturas rupestres de las proximidades. Regreso a Teruel, cena y alojamiento en el Hotel Isabel Segura (3*).


Lunes 4 de septiembre   TERUEL - MORA DE RUBIELOS - RUBIELOS DE MORA - MORELLA
Catedral de Teruel
Salida a las 8.30 h. del hotel para realizar una visita panorámica a las ciudades de Mora de Rubielos y Rubielos de Mora, poblaciones de pasado medieval y una interesante arquitectura. Visita al Castillo de Mora de Rubielos. Comida en Mora de Rubielos. Por la tarde traslado a Morella y visita guiada a la ciudad Patrimonio de la Humanidad de la provincia de Castellón, con entradas al convento y a la basílica. Cena y alojamiento en el Hotel Rey Don Jaime (3*).

Martes 5 de septiembre   MORELLA - TORTOSA (Delta del Ebro) - REUS - TARRAGONA
Salida a las 8 h. del hotel con dirección a Tortosa. Visita guiada a la ciudad, con entrada y visita a la Catedral. Posibilidad de hacer un recorrido en barco por el delta del Ebro (no incluido). Comida. Por la tarde salida hacia Reus para visitar su patrimonio del arquitectura modernista. A últimas horas de la tarde traslado a Tarragona. Cena y alojamiento en el Hotel Tarraco Park (4*).

Miércoles 6 de septiembre   TARRAGONA - CENTCELLES (Mausoleo) - ACUEDUCTO DEL DIABLO - TARRAGONA
Visita guiada a la ciudad de Tarragona, recorriendo el casco antiguo, murallas, Catedral, Museo Catedralicio y acueducto. Comida en el hotel. Por la tarde traslado en autobús para visitar el Acueducto del Diablo y la Villa-Mausoleo de Centcelles. Regreso a Tarragona, con cena y alojamiento en el Hotel Tarraco Park (4*).

Calleja de Albarracín
Jueves 7 de septiembre   TARRAGONA - CASPE - ALCAÑIZ - VALLADOLID
Salida a las 8 h. con dirección a Gandesa. Breve visita de la batalla del Ebro (pendiente de confirmar) ). Traslado hasta Alcañiz, con visita guiada a esta población del viejo reino aragonés. Comida. A continuación, salida hacia Caspe (La ciudad del Compromiso). Al finalizar la visita, regreso a Valladolid, donde está previsto llegar alrededor de las 22,30 h.     

PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 535 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 550 €
PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN INDIVIDUAL: 635 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN INDIVIDUAL: 650 €


REQUISITOS: Grupo mínimo 30  y máximo 40 personas.



INCLUYE:
- Viaje en autocar.
- Régimen de pensión completa, con agua y vino en las comidas.
- Seguro de asistencia en viaje.
- Dossier de Domus Pucelae.
Morella
- Guías locales en Calatayud, Daroca, Teruel, Albarracín, Mora de Rubielos, Rubielos de Mora, Morella, Tortosa, Tarragona, Centcelles, Reus, Caspe y Alcañiz.
- Entradas a San Juan y San Pedro y Claustro (si se puede) en Calatayud; Basílica de San Miguel en Daroca; Mausoleo de los Amantes, iglesia de San Pedro y Claustro y Catedral de Santa María de Mediavilla en Teruel; Castillo de Mora de Rubielos; Convento y Basílica en Morella (por temas de horarios se intentara visitar las dos, si no se pudiera se visitará un edificio); Instituto Perez Mata en Reus (obra cumbre del arquitecto Lluís Domènech i Montaner); Catedral de Tortosa; Catedral y Anfiteatro de Tarragona y Mausoleo de Centcelles.     
- Hoteles descritos en el programa o similares, si no fuera posible.

NO INCLUYE:
- Extras en hoteles y visitas no consignadas en el apartado anterior.
- Entrada al Centro de Interpretación de la Batalla del Ebro en Gandesa (visita pendiente de confirmar).
- Posible visita en barco por el delta del Ebro (precio aprox. 8 €).  


INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo a domuspucelae@gmail.com o por tfno. 608 419228, a partir de las 0 horas del 28 de junio.


Detalle de mosaico, Mausoleo de Centcelles
El viaje se pagará en el autocar el día de regreso, por ser un viaje gestionado y coordinado por Domus Pucelae.

Viaje gestionado por Viajes Raso Tour.















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26 de junio de 2017

Exposición: TESOROS DE LA HISPANIC SOCIETY OF AMERICA. VISIONES DEL MUNDO HISPÁNICO, Museo del Prado, hasta el 10 de septiembre 2017



Miguel Falomir, Director del Museo Nacional del Prado, y Mitchell A. Codding, Director de la Hispanic Society of America, comentan la exposición "Tesoros de la Hispanic Society of America. Visiones del mundo hispánico".



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23 de junio de 2017

Theatrum: CALVARIO, casi ocho siglos de ingenua piedad













CALVARIO
Anónimo
1247
Madera policromada
Coro del monasterio de Santa Clara, Valladolid
Escultura gótica














Como afirma Julia Ara1, en la escultura gótica de la provincia de Valladolid es poco frecuente encontrar grupos completos con la tradicional representación del Calvario, es decir, la triada formada por la imagen de Cristo crucificado con la Virgen y San Juan a los lados. Posiblemente existieron muchos más que los conservados, pero con el paso del tiempo los conjuntos —considerados anticuados— fueron desmembrados para pasar a recibir culto por separado las imágenes centrales de Cristo en la cruz, cuyos ejemplares son significativamente mucho más abundantes.
Por este motivo, el Calvario que se conserva en lo alto del cerramiento del coro de la iglesia del monasterio de Santa Clara, en la más estricta intimidad de uno de los conventos más antiguos de Valladolid, debe ser considerado como un importante testimonio de una iconografía imperante a mediados del siglo XIII, a pesar de que el conjunto aparezca enmascarado  por los repintes de su policromía, seguramente aplicados en 1627 con motivo de la colocación del conjunto en su actual emplazamiento.

Sin embargo, este Calvario, que data de 1247, fue elaborado en el mismo tiempo en que la comunidad de Clarisas levantaba su iglesia y monasterio extramuros de la villa medieval, después de que el papa Inocencio IV otorgara la correspondiente bula en 1246. Aquella primitiva iglesia, de discretas dimensiones, precisamente ocupaba el espacio que actualmente aparece reconvertido en coro bajo, por lo que el Calvario lleva recibiendo culto ininterrumpido en el mismo espacio nada menos que durante 770 años. Hoy no es asequible a la vista por permanecer en un ámbito de clausura vedado a los fieles, después de que el sencillo templo fuese sustituido por una sólida y espaciosa construcción gótica anexa que, levantada entre 1485 y 1495, fue patrocinada por Juan Arias del Villar, obispo de Osma y Sigüenza y Presidente de la Chancillería de Valladolid, que ejerció como protector del convento de Santa Clara.

Como ya se ha dicho, actualmente el grupo escultórico se halla colocado en el interior de una hornacina que remata el arco del cerramiento del coro bajo, orientado hacia el interior del espacio comunitario. Dicha hornacina responde a los modelos clasicistas imperantes en el barroco vallisoletano, con un sencillo diseño formado por una peana decorada con piedras y gallones, pilastras cajeadas a los lados fingiendo incrustaciones de mármol y rematado por un frontón en forma de arco rebajado con el mismo tipo de decoración, siendo lo más destacable la inscripción que lo recorre y que proporciona una valiosa información: "El año de 1247 se fundó este convento y se puso este Santo Cristo aquí y en el año de 1627 se hizo y renovó esta capilla para su majestad".

Contrastando con el marco de concepción barroca, sobre un fondo de pintura ingenua reducida a negros nubarrones que ocultan el sol y la luna —astros personificados con forma de rostros— aparece el grupo del Calvario, que presenta todas las características de la escultura protogótica, siendo destacable el anacronismo medieval de la jerarquización del tamaño de las figuras, con el Crucificado como elemento principal representado sensiblemente a mayor escala que la Virgen y San Juan.

Las dramáticas imágenes que forman parte de la composición siguen estrictamente el arquetipo estudiado por Julia Ara, con la Virgen de pie a la derecha de la cruz, con gesto sufriente y las manos cruzadas a la altura del pecho, una simbología de origen bizantino asociada con su participación en el sacrificio2. San Juan, colocado a la izquierda de la cruz, también aparece de pie, pero portando en sus manos, colocadas a la altura del pecho, un libro como atributo.

Son figuras un tanto hieráticas e inexpresivas que en cierto modo mantienen la estructura cilíndrica heredada de la escultura románica, aunque el escultor ya busca un incipiente naturalismo a través de los pliegues de las indumentarias que recubren por completo los cuerpos, acentuando la humanización del drama mediante los rostros sufrientes en los que recurre a un entrecejo muy marcado, grandes ojos y boca ligeramente entreabierta, aunque con un esquema simple y repetitivo.  

La poca esbeltez de la Virgen y San Juan contrasta con la estilizada figura de Cristo, que parece haber sido tallada por una mano mucho más avezada. Este responde a la tipología extendida durante el segundo tercio del siglo XIII, caracterizada por ser una representación popular que, influida por los tipos difundidos en las cruces esmaltadas de Limoges, es interpretada por los escultores hispanos creando un arquetipo dotado de un gran dinamismo y expresividad a través del movimiento sinuoso del cuerpo, la colocación de los brazos ligeramente flexionados y la cabeza suavemente inclinada hacia la derecha.

La anatomía de este crucifijo todavía recuerda los modos bizantinos, suponiendo una evolución sobre los modelos románicos en la utilización de tres clavos, lo que hace que los pies aparezcan cruzados en rotación externa, y en la sustitución de la corona real por otra de espinas con el afán de humanizar la naturaleza de Cristo y sus dolores. Rasgos compartidos con otros ejemplares de la época se aprecian en la descripción anatómica, determinada por el desplazamiento de la cadera hacia la derecha, lo que le dota de un sorprendente movimiento, los pectorales arqueados en forma de esclavina, las costillas muy señaladas y el vientre liso y redondeado, a lo que se suma el arqueamiento de los brazos, el mantenimiento de las palmas abiertas y la pierna derecha remontando la izquierda, ambas con los frentes muy perfilados.

Por su parte, el perizoma sigue un esquema también repetido en otros casos, anudado en el costado izquierdo, con una vuelta arqueada en la parte superior y cayendo hasta las rodillas con pliegues en forma de líneas paralelas que mantienen reminiscencias románicas. Asimismo, es arquetípica la estructura alargada de la cabeza, con la frente muy alta, un gran espacio entre la boca y la nariz, cejas arqueadas, ojos cerrados que sugieren un estado placentero, barba afilada de dos puntas y una larga melena que discurre por la espalda dejando visibles las orejas, en este caso con una corona de espinas superpuesta formada por soga trenzada con pequeños clavos insertados. La búsqueda de naturalismo en la evolución del gótico también queda reflejada en el modelo de cruz, que adopta la forma de troncos cilíndricos sin desbastar.

El conjunto queda algo desvirtuado con el repinte sobre la policromía original, seguramente aplicado en 1627 con motivo de su reubicación en el coro de la iglesia. En el cuerpo de Cristo apenas resaltan pequeños regueros de sangre en manos, pies y costado, aunque lo más atípico son los medallones de forma romboidal que cubren por completo la túnica y el manto de la Virgen y San Juan, inusual motivo que enmascara los colores lisos originales proporcionando un aire barroquizante. El repinte también afecta a la cruz, recubierta con un color verde liso poco habitual en estas composiciones.

Un modelo muy similar e igualmente del segundo tercio del siglo XIII, pero sin alteraciones cromáticas, presenta un Cristo crucificado que se conserva en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, donde ingresó procedente de Almaraz de la Mota3, pueblo vallisoletano abandonado desde 1965. La talla sólo difiere en presentar los brazos menos arqueados, en el perizoma formando pliegues en forma de "v" y en la cruz formada por tablones lisos, con el aliciente de conservar su policromía original, en la que se aprecian los habituales regueros de sangre en la cabeza, brazos, costado y rodillas.                    

Anónimo, segundo tercio siglo XIII. Cristo crucificado. Museo Diocesano y
Catedralicio de Valladolid, procedente de Almaraz de la Mota
Informe y fotografías: J. M. Travieso.




NOTAS

1 ARA GIL, Clementina Julia: Escultura gótica en Valladolid y su provincia. Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1977, p. 121.

2 Ibíd. p. 121.

3 Ibíd. p. 75.


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21 de junio de 2017

Reportaje: Recorrido por Croacia y Eslovenia en abril-mayo de 2017



Salimos de Valladolid con gran interés por conocer de primera mano, la evolución que habían tenido dos de los países que conformaban la antigua Yugoslavia, después de los hechos ocurridos entre el 25 de junio de 1991 y el 5 de junio de 2006, que condujeron a su disolución y a la formación de las seis nuevas repúblicas de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y Serbia.
    
Nuestro viaje se centró en conocer Croacia y Eslovenia, países que pensamos serian lo suficientemente representativos para ver la situación actual de la zona. A toro pasado tenemos que reconocer el acierto en la elección tanto de los países como del programa de ciudades y visitas planificadas.
           

1º Día
Salimos  desde la plaza de Colón a las 03,30 horas, con dirección al aeropuerto de Madrid Barajas, llegamos con tiempo suficiente para realizar la facturación y tras de esperar un tiempo prudencial procedimos al embarque y salida en vuelo directo a las 9,15 horas con destino a Venecia, llegamos a las 11,05 horas , recogida de equipaje y contactamos con la guía para iniciar nuestro periplo, para ello nos dirigimos hacia el norte de Italia, llegamos a Triestre, almorzamos y posteriormente realizamos la visita panorámica de esta ciudad donde paseamos por la magnífica Plaza de la Unitá d’Italia con estilo neoclásico y vienés contemplamos sus magníficos palacios entre los que destaca el del gobierno, el Palacio Stratti con su histórico Caffé degli Specchi, en el cual pudimos degustar de un café extraordinario, visitamos la Catedral de San Justo, que se construyó en el siglo XIV sobre antiguas edificaciones románicas. Su fachada destaca por lo austera que es y la cual hace gala de un magnífico rosetón gótico. En su interior destacan los preciosos mosaicos en el ábside con Nuestra Señora de la Anunciación y San Justo. Continuamos camino, cruzamos la frontera para entrar en Croacia y proseguir nuestra ruta hacia la región de Opatija. Llegamos Reiijeka nos dirigimos al hotel, entrega de habitaciones, posteriormente cenamos y nos retiramos a descansar.
           
2º Día
Después de desayunar salimos en autocar para recorrer la península de Istría, con bellos paisajes y ciudades llenas de historia: La ciudad de Pula nos recibió con una abundante lluvia, no obstante, pudimos disfrutar de su anfiteatro, muy bien conservado, de piedra caliza local, data de la época de Augusto y Vespasiano siglo I (siendo coetánea su construcción a la del Coliseo de Roma), y llegó a albergar durante sus espectáculos de gladiadores a 20.000 vociferantes personas. Su planta es elíptica, siendo el eje mayor de 130 m. de longitud, y cuenta con 72 arcos, también vimos el teatro, museo, fortaleza, arco triunfal de los Sergios o Puerta de oro y paseamos por sus calles. Visitamos el interior de la Catedral, vimos la amplia nave central con columnas dotadas de capiteles y un gran altar mayor formado por un sarcófago del siglo III. Ya en el exterior contemplamos su sobria fachada renacentista, coronada con un frontón triangular de inspiración clásica y absolutamente regular.  Seguimos a Rovinj, donde almorzamos y después realizamos la visita de esta pequeña ciudad medieval, recorrimos sus calles, palacios, visitamos el interior de la iglesia Stª Eufemia, barroca, del siglo XVIII, que guarda los restos de la Santa y que se ha convertido en un lugar de peregrinación ya en el exterior pudimos admirar unas preciosas vistas panorámicas. 
Por la tarde, continuamos a Porec, donde hicimos una parada para visitar el interior de su magnífica Basílica Eufrásica bizantina, patrimonio de la humanidad, sus famosos mosaicos, obra maestra del arte bizantino, y que son la joya de la corona, también merecen la pena las magníficas vistas desde su torre y las exhibiciones de arte sacro, con piezas que datan del siglo IV, vimos el antiguo foro, sus calles y palacios. Regresando a Reiijeka para la cena y el alojamiento.
           
3º Día
Llamada a las 7,15 horas, desayunamos y salimos hacia Postonja, visitamos las cuevas, que recorrimos en tren y a pie, dadas sus dimensiones, constan de una red de 20 km de túneles y galerías repletas de estalactitas, estalagmitas y formaciones calcáreas de todas las formas y colores imaginables. Almorzamos en uno de los restaurantes ubicados al lado de las cuevas y después nos desplazamos para efectuar la visita al castillo de Predjama, Clavado en la espectacular cara pétrea de la montaña, el castillo es una “boca” a la cueva donde el misterio personaje de Barón Erazem Luegger, narrado en leyendas eslovenas, se ocultaba después de acometer los asaltos a los comerciantes que cubrían la ruta que unía Viena con Trieste. A este Robín Hood esloveno se le conoce como el “bandido bueno”. Continuamos camino hacia la capital de Eslovenia, llegando a Liubliana a última hora de la tarde se repartieron las habitaciones y después de la cena nos retiramos a descansar.
           
4º Día
Finalizado el desayuno nos dispusimos a realizar la visita de la ciudad de Liubliana probablemente la más bonita de la antigua Yugoeslavia, visitamos la catedral de San Nicolás, las impresionantes puertas de bronce de este templo explican la historia eslovena y su sobrio exterior contrasta con un interior de profusa decoración barroca, con estucos blancos, mármoles y frescos. Pudimos observar el exterior del castillo, las calles de esta ciudad medieval, renacentista y barroca, los restos romanos y las casas modernistas. El almuerzo le realizamos en un restaurante de la ciudad y salimos posteriormente hacia el lago Bled a su llegada  embarcamos para dar un paseo por el lago y visitamos el castillo que es el más antiguo de Eslovenia, finalizamos el día con la visita panorámica de la ciudad de Bled - uno de los parajes más bonitos del país, es  por ello que  dispusimos de tiempo libre para pasear por las orillas del lago, al atardecer regresamos a  Liubliana, después de un pequeño descanso , sobre las 20,30 horas cenamos y algunos miembros del grupo salieron y el resto se retiraron a descansar.
           
5º Día
La llamada se realizó a las 6,45 horas, desayunamos y salimos en dirección a Zagreb, a su llegada realizamos la visita panorámica de la capital, en la que conocimos la Ciudad Alta (Gornji Grad), con los restos de las muralla, palacios góticos y barrocos y las iglesias más bellas, destacando la Torre Lotršcak que visitamos y que forma parte de las murallas de la ciudad del siglo XIII, paramos para almorzar en un restaurante situado cerca de lo que sería la primera visita de la tarde es decir la Catedral de San Esteban que con sus 105 metros de altura es el edificio sacro más grande de Croacia, la iglesia de San Marcos, la calle Tkalciceva, la más animada de esta parte de la ciudad donde se concentran bares y cafés al aire libre, tiendas de antigüedades y galerías de arte y también pasamos por la Ciudad Baja (Donji Grad) que es la parte más moderna donde encontramos edificios de la época del Imperio Austro-húngaro, regresamos al hotel para cenar y posteriormente descansar. 
           
6º Día
Después de desayunar salimos en dirección a Plitvice. Visitamos el Parque Nacional, donde los dieciséis lagos están comunicados por 92 cataratas y cascadas. Realizamos un paseo por los bellísimos senderos rodeados de lagos y cataratas y posteriormente una inolvidable travesía en barco por el lago de Kozjak. Almorzamos en un restaurante ubicado cerca del Parque Nacional. Finalizada la visita, continuamos hacia Zadar, donde llegamos sobre las 18, 00 horas, nos dirigimos al hotel se entregaron las habitaciones y nos preparamos para la cena, posteriormente estuvimos viendo el partido del Real Madrid contra el Atlético de Madrid a su finalización nos retiramos a descansar.
           
7º Día
Desayunamos y salimos del hotel a las 8,30 horas para hacer la visita panorámica de la ciudad de Zadar, en la que conocimos el puerto, el casco antiguo de calles empedradas adornadas por edificios monumentales, visitamos la iglesia de San Donato, la más importante construcción prerrománica de Dalmacia, de principios del siglo IX, y uno de los símbolos de la ciudad, también visitamos la Catedral de Santa Anastasia, construida entre los siglos XII y XV sobre una antigua basílica paleocristiana, la Puerta de Zara, (conocida como puerta de Terraferma), en la que pudimos ver el león de San Marcos, símbolo que nos, recuerda el pasado veneciano de la ciudad. 
Continuamos hacia Sibenik, a su llegada nos dirigimos al restaurante donde almorzamos y posteriormente realizamos la visita guiada de la ciudad, que jugó un papel militar y estratégico muy importante en las luchas que los croatas mantuvieron en el mar contra Bizancio, el Imperio Otomano y la Republica Veneciana. Su edificio más importante y que visitamos es la Catedral de San Jacobo que con un estilo artístico que es consecuencia de los importantes intercambios en el área del arte monumental entre la Italia del norte, Dalmacia y Toscana en los siglos XV y XVI y tanto por la belleza como por las soluciones arquitectónicas empleadas en su construcción, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2001. Continuamos camino hacia Trogir, donde disfrutamos de esta “Ciudad Museo” situada en un islote, en la que sus sinuosas calles, sus placitas, Iglesias y palacios desprenden gran encanto y son testigos de su pasado medieval. Seguimos viaje hacia a Split, la capital de Dalmacia, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, llegamos al hotel para la cena y posteriormente entrega de habitaciones, retirándonos a descansar.
           
8º Día
La llamada fue a las 7,30 horas, desayunamos y salimos del hotel para efectuar la visita panorámica de Split, en la que conocimos la ciudad antigua, enteramente construida entre los muros de un palacio romano edificado por el Emperador Diocleciano en el siglo IV. La plaza principal de la ciudad vieja, conocida como Plaza del Peristilo, rodeada por columnas en tres de sus lados, coincide con el patio principal del palacio. El mausoleo del emperador es hoy catedral, visitamos la Catedral Sveti Duje en la que destaca la puerta de nogal, que en 1214 fue tallada por Andrija Buvina, artista de Split, en cuyas hojas hay talladas en sus catorce casetones escenas de los Evangelios, desde la Anunciación de San Gabriel a la Resurrección de Cristo, vimos el templo de Júpiter que alberga el Baptisterio de San Juan. Finalizamos con la visita a los sótanos del Palacio Diocleciano, almorzamos en un restaurante situado en las afueras de la ciudad y posteriormente nos dirigimos a Dubrovnik. Llegamos a las 19,15 horas, se repartieron las habitaciones, cenamos y nos retiramos a dormir.
           
9º Día
Desayunamos y salimos para hacer la visita de Dubrovnik, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en nuestro paseo visitamos la iglesia y el Convento franciscano con su farmacia, una de las más antiguas en Europa (1317), También vimos aunque no pudimos entrar por estar en obras el Palacio de Sponza, del siglo XVI, en el que destaca su columnata de su atrio y preciosas tallas de piedra, la iglesia de San Blas, en estilo barroco, construida en honor al patrono de la ciudad, visitamos la impresionante Catedral de la Asunción, continuamos por Placa (Stradun), calle principal que atraviesa el casco antiguo desde la famosa Puerta de Pile hasta la Plaza Luza, donde pudimos contemplar la Torre del Reloj y la Columna de Orlando, durante el tiempo libre algunas personas del grupo, aprovecharon para caminar por las murallas de la ciudad, debido al retraso en la llegada del autocar por la cantidad de personas (pues ese día llegaron tres cruceros a la ciudad). Nos vimos obligados a retrasar el almuerzo y como consecuencia de ello, la salida del ferry que nos llevaría a dar un paseo por las Islas Elafiti de gran belleza natural; de regreso disfrutamos en el barco de un aperitivo y degustación de un vino de la región acompañada de música en vivo, regresamos al hotel, cenamos y nos retiramos a nuestras habitaciones.
           
10º Día
Llamada a las 7,30 horas desayunamos y salimos del hotel con el equipaje, nuestra última visita fue para conocer la Galería de Arte Contemporáneo a su finalización nos dirigimos al restaurante local en Cavtat para almorzar y posteriormente nos trasladamos al aeropuerto, realizamos los trámites de facturación y embarque del vuelo con salida a las 17,50 horas con destino Madrid, Llegamos a Barajas a las 20,50 horas, recogimos el equipaje y nos trasladamos a Valladolid donde llegamos a las  0,30 horas.

Texto y fotografías: Antonio Adrados González


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16 de junio de 2017

Theatrum: LA MAGDALENA PENITENTE, expresividad renovada en el barroco vallisoletano













LA MAGDALENA PENITENTE
Pedro de Ávila (Valladolid, 1678-1755)
1719
Madera policromada
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Procedente del Oratorio de San Felipe Neri de Valladolid
Escultura barroca. Escuela castellana













La Magdalena penitente en proceso de restauración en junio de 2016
Durante la exposición "Corpus Christi. Historia y celebración", presentada por el Cabildo de la catedral de Valladolid en el Museo Diocesano y Catedralicio, entre el 20 de mayo y el 26 de junio de 2016, con motivo del Congreso Eucarístico Diocesano organizado por el Arzobispado de Valladolid, fue llevada a cabo, a la vista del público, la restauración integral de la Magdalena penitente de Pedro de Ávila, una escultura que forma parte de los fondos expuestos en dicho museo y que hasta entonces presentaba un preocupante deterioro, especialmente en las manos, a consecuencia de haber sido relegada al abandono durante años, tal vez por ser considerada obra secundaria dentro del panorama de la escultura barroca vallisoletana, dominado por las creaciones de Gregorio Fernández.

Sin embargo, tan sugestiva escultura devocional, cuyo aspecto original desgraciadamente todavía no podemos contemplar íntegramente, ya que no le ha sido restituido el crucifijo que mantenía en su mano izquierda, es una muestra excelente del tipo de escultura barroca realizado en la escuela de Valladolid en las primeras décadas del siglo XVIII, cuando en el ambiente escultórico comenzaban a perder fuerza los modelos del gran maestro gallego —la gubia del Barroco—, que prácticamente habían dominado la producción de todo el siglo XVII, y los escultores, acusando la influencia de la escuela cortesana, se decantan por un desmesurado barroquismo al asumir nuevos modos compositivos y técnicos con la intención de dotar a las imágenes de un sorprendente y afectado dinamismo, no exento de grandilocuencia aún dentro de la ortodoxia contrarreformista, siendo uno de los mejores representantes de esta tendencia el prolífico escultor vallisoletano Pedro de Ávila, que llevó a cabo una renovación formal en ciertas iconografías tradicionales de acuerdo a los nuevos tiempos.

Un buen ejemplo de las aportaciones de este creativo escultor es esta imagen de la Magdalena penitente, una santa de presencia constante en el arte barroco español como exponente de los ideales de la mística y la ascética impulsados por la Contrarreforma, cuya iconografía escultórica alcanzó su máxima expresión en la Magdalena penitente elaborada por Pedro de Mena en 1664 para el Colegio Imperial de los Jesuitas de Madrid, actualmente en el Museo Nacional de Escultura como depósito del Museo del Prado.

Sin embargo, Pedro de Ávila en esta escultura, aún tomando como punto de partida la obra del granadino, que sin duda debió conocer en Madrid, renuncia a presentarla en el abandono y penurias del desierto para ofrecer una escena de íntima meditación y arrepentimiento sobre la Pasión —con la mirada clavada en el crucifijo que porta en su mano— vistiendo una sencilla indumentaria, túnica y manto, que a pesar de todo responden a una elegancia propia del distinguido ambiente cortesano, pero sobre todo incorporando un novedoso y cadencioso movimiento que afecta a toda la escultura.

Pedro de Ávila. Izda.: Magdalena penitente, 1714. Catedral de Valladolid
Dcha.: Magdalena penitente, 1719. Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid

EL MODELO PRECEDENTE DE LA MAGDALENA PENITENTE DE LA CATEDRAL

En ella Pedro de Ávila repite, con ligeras variantes, una Magdalena penitente que realizara en 1714 para presidir un retablo1 elaborado ese mismo año por Pedro de Ribas para la capilla de la Magdalena de la catedral de Valladolid, siguiendo la disposición testamentaria de Magdalena de Salcedo, esposa de Juan de Santisteban, Secretario de Cámara, que ostentaba el patronato de la misma2. En aquel caso, Pedro de Ávila ya demostraba alejarse de los modelos fernandinos para aportar sus propias claves, una serie de recursos plásticos que definirán su obra de madurez.

Entre ellos se puede señalar un afán por impregnar dinamismo a la figura estableciendo un marcado contraposto que es equilibrado con la disposición de la cabeza y los brazos, produciendo que la anatomía siga una línea sinuosa o serpentinata que se traduce en una gran elegancia de ademanes, huyendo de la simetría mediante un efectista juego de diagonales que dinamizan la composición. También es representativo de su modo de trabajo la profusión de pliegues menudos en la indumentaria, que suelen presentar aristas muy afiladas —denominados pliegues de cuchillo— que acentúan el barroquismo de la figura. En este sentido, se considera a Pedro de Ávila como el introductor en Castilla de aquellos recursos plásticos aplicados por Bernini en las composiciones broncíneas del Baldaquino (1624-1633) y la Cátedra de San Pedro (1658-1666) de la Basílica de San Pedro de Roma3.

Otras señas de identidad del arte de Pedro de Ávila son la colocación de los pies formando un ángulo de noventa grados; el elegante lenguaje de las manos, muchas veces talladas por separado e insertadas en los puños, que presentan dedos largos, curvados y separados entre sí; los cabellos tallados con extrema minuciosidad; los cuellos largos y las cejas arqueadas; la composición de las facciones del rostro femenino siguiendo un arquetipo personal que se repite en la Inmaculada, Dolorosa, etc. y el uso de colores planos en la policromía de la indumentaria, tan sólo animada por la colocación de cenefas con brillos dorados en los ribetes.

En aquel primer modelo destinado al templo catedralicio Pedro de Ávila compone la esbelta imagen de la Magdalena penitente incorporando en su mano derecha el tradicional atributo identificativo del tarro de perfumes  —actualmente depositado a los pies por el deterioro de los dedos—, que alude a su intervención en la preparación del cuerpo de Jesús antes de ser depositado en el sepulcro, del que obtuvo el privilegio de ser la primera persona que le pudo contemplar resucitado. Sujeta también en su regazo una calavera que alude a su vida de penitencia como anacoreta y a la meditación sobre la fugacidad del tiempo —vanitas— que la santa recuerda con gesto declamatorio. Con una larga melena que le llega a la cintura en forma de mechones filamentosos y sinuosos que discurren por el frente y la espalda, viste una túnica muy cerrada de color azul intenso, ceñida por un cíngulo, cuya verticalidad es interrumpida por un elegante manto que se cruza y anuda al frente formando elegantes pliegues, con los bordes trabajados virtuosamente en forma de finas láminas, permitiendo contemplar el anverso en rojo vivo y el reverso en tonos violáceos. Para remarcar el gesto de arrepentimiento incorpora como postizos ojos de cristal y pequeñas lágrimas en las mejillas.

LA MAGDALENA PENITENTE DEL MUSEO DIOCESANO Y CATEDRALICIO      

En 1719 el Oratorio de la Venerable Congregación de Nuestro Padre San Felipe Neri de Valladolid emprendía una remodelación de las seis capillas del céntrico templo, hasta entonces ornamentadas por una serie de pinturas y pequeñas esculturas. Para ello encargaba la elaboración de los correspondientes retablos al ensamblador Francisco Villota, que ya había trabajado en el Oratorio realizando el retablo mayor4, contratado con su padre Antonio Villota en 1685 —con esculturas encomendadas a José de Rozas y Andrés de Pereda—, así como los retablos colaterales, que estuvieron presididos por las imágenes de San Juan Bautista y San Francisco de Sales elaboradas por Juan de Ávila.

Destinadas a los retablos de las citadas capillas, igualmente en 1719 le eran encomendadas al escultor Pedro de Ávila las tallas de la Magdalena, la Inmaculada y el Cristo del Olvido, a las que se sumarían las de San Pedro y San Pablo, que acabarían sustituyendo en el retablo mayor a las de San Joaquín con la Virgen niña y San José con el Niño, originales de José de Rozas, cobrando el escultor por las cinco imágenes 3.000 reales.

Según aparece en la documentación, la imagen de la Magdalena penitente, junto a otra de San Antonio de Padua, ambas colocadas presidiendo sendos retablos en las capillas del Oratorio de San Felipe de Neri, fueron bendecidas el 18 de mayo de 1720 por el canónigo catedralicio Tomás López de Castro, que contaba con el permiso de fray José de Talavera, obispo de Valladolid, lo que induce a pensar que su elaboración se habría culminado meses antes, a finales de 1719.
    
La elección de las advocaciones respondía a un programa catequético trazado por dicho Oratorio, por el cual el santoral vendría a representar distintos sacramentos y virtudes predicados por la Congregación, de modo que Santa María Magdalena aludiría al sacramento de la confesión y San Antonio de Padua al voto sacerdotal, a los que seguirían la Inmaculada Concepción como símbolo de la pureza, el Cristo del Olvido y Cristo yacente como representantes del sacramento de la eucaristía y San Joaquín con la Virgen Niña y San José con el Niño como modelos de padres y de la educación de los hijos5.

Así permanecieron durante más de dos siglos y medio, pero a consecuencia de la conversión del Oratorio de San Felipe Neri en iglesia castrense, en los años 60 del siglo XX se produjo un cambio generalizado de las advocaciones de los retablos del templo, siendo algunas de las tallas, como el San Francisco de Sales de Juan de Ávila y el San Joaquín de José de Rozas, trasladadas al convento de las Salesas y al convento de San Joaquín y Santa Ana respectivamente.

Asimismo, en 1964 eran desmantelados los retablos con las advocaciones de la Magdalena y San Antonio, cuyas esculturas fueron reemplazadas por imágenes modernas de Santa Bárbara y de la Virgen de la Fuencisla, pasando primero la talla de la Magdalena penitente a ser arrinconada en una estancia del oratorio y posteriormente trasladada al Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, donde también fue recogido el San Juan Bautista de Juan de Ávila que presidía uno de los retablos colaterales.

Pedro de Ávila. Inmaculada, 1719. Oratorio de San Felipe Neri, Valladolid
En dicho museo ha permanecido durante años mostrando un aspecto lamentable por sus partes mutiladas a consecuencia de los traslados, como la rotura de algunos dedos, lagunas en la policromía producidas por golpes y lo más significativo: la ausencia del crucifijo que debía sujetar en su mano izquierda, tallado por separado por Pedro de Ávila, que incomprensiblemente permanece en una dependencia del Oratorio de San Felipe Neri y no precisamente en buen estado de conservación6. En la ya mencionada restauración de 2016, la escultura ha recuperado todos sus valores plásticos, incluyendo los dedos, aunque mantiene en su mano una sencilla cruz de madera como sustitutivo del crucifijo original, que sería deseable fuera restaurado y reintegrado a la imagen dieciochesca.


Pedro de Ávila. San Pedro y San Pablo, 1719
Retablo mayor del Oratorio de San Felipe Neri, Valladolid
Como bien apunta Gratiniano Nieto7, la Magdalena penitente se trata de una bella escultura de Pedro de Ávila, de notable calidad, que "demuestra el rango que llegó a alcanzar la escultura de Valladolid en esta centuria". En ella Pedro de Ávila repite el esquema declamatorio que ya utilizara en el modelo precedente de la catedral, aunque prescinde de los atributos de tarro de perfumes y la calavera para concentrar la atención de la santa, siguiendo la estela de Pedro de Mena, en el crucifijo que sostiene.
Idéntico es el gesto declamatorio y la disposición corporal, en posición de contraposto, dominada por una airosa línea serpentinata y con el mismo tipo de indumentaria marcando un juego de diagonales, aunque en este caso los pliegues presentan aristas mucho más biseladas —paños cortados a cuchillo— y los bordes del manto acentúan su estrechez en forma de láminas finísimas, lo que dota a la figura de una movilidad mucho más barroquizante, acentuando el naturalismo en pequeños detalles, como la forma en que el cíngulo pliega la túnica en la cintura o las botonaduras del cuello.

Pedro de Ávila. Izda.: San José, 1714. Catedral de Valladolid
Dcha.: Traslación de San Pedro Regalado, 1709. Igl. del Salvador, Valladolid
Lo mismo se puede observar en el trabajo de la cabeza, sensiblemente más estilizada, aunque mantiene los largos cabellos con raya al medio y afilados mechones rizados que se deslizan por el frente y la espalda. Dotada de una belleza ideal que constituye un arquetipo del escultor, el rostro repite los mismos rasgos faciales que aparecen en otras de sus obras, como en la Inmaculada del Oratorio de San Felipe Neri, con la frente alta y despejada, las cejas arqueadas, la boca entreabierta permitiendo contemplar los dientes y la lengua, el surco nasolabial muy marcado y un pequeño hoyo en la barbilla, recurriendo a los ojos postizos de cristal de uso generalizado en la época.

Sin embargo, respecto al modelo precedente, en esta Magdalena penitente es la policromía la que marca una decidida evolución dieciochesca acusando la influencia del aire rococó en los ambientes cortesanos, pues, aunque mantiene los colores planos de los paños, éstos presentan una nueva gama y orlas mucho más discretas, destacando los tonos rosáceos de la túnica y el verde pálido de las mangas, lo que contribuye a realzar la belleza formal de la figura, que abandona el aspecto sufriente para mostrar un elegante ensimismamiento de gran teatralidad y de gran belleza formal.

Pedro de Ávila. Izda.: Cristo del Olvido, 1719. Oratorio San Felipe Neri
Dcha.: Lágrimas de San Pedro, 1719-1720. Iglesia del Salvador, Valladolid
Pedro de Ávila llegaría a realizar una tercera versión de la Magdalena hacia 1724 para la sacristía de la iglesia de Santa María Magdalena de Matapozuelos (Valladolid), una imagen procesional donde de nuevo aparece como atributo el tarro de perfumes.

Esta escultura de la Magdalena penitente contribuye a realzar el corpus del excelente escultor que fue Pedro de Ávila, cuya actividad, lo mismo que la de su padre Juan de Ávila, ha permanecido oscurecida en la historiografía de la escultura barroca bajo la alargada sombra de las producciones de Gregorio Fernández. Sin embargo, hoy se erige en uno de los mejores representantes del barroco más recalcitrante de las primeras décadas del siglo XVIII, capaz de continuar la tradición castellana de escultura religiosa, pero poniéndola al día mediante la incorporación de influencias francesas e italianas llegadas desde los ambientes cortesanos, que él a su vez contribuyó a irradiar desde su taller de Valladolid, donde gozaba de un gran prestigio.

Pedro de Ávila. Dolorosa, 1714-1720. Convento de Santa Brígida, Valladolid
(Foto Javier Baladrón)
En la obra de Pedro de Ávila se pueden apreciar dos etapas bien diferenciadas. Una primera en que trabaja bajo el influjo de la obra de su padre Juan de Ávila y de su suegro Juan Antonio de la Peña, evolucionando a una segunda en que consolida un estilo personal e inconfundible caracterizado por el refinamiento y la elegancia, siendo el introductor del tipo de pliegue a cuchillo en tierras castellanas y el primero que abandona definitivamente los prototipos de Gregorio Fernández, aún vigentes durante buena parte del siglo XVIII, siendo una constante en su obra la renovación de los recursos compositivos para abordar iconografías tradicionales y la exquisita finura del tallado.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.



NOTAS

1 Este retablo fue sustituido en 1842 por otro neoclásico y la advocación de la capilla de la Magdalena sustituida por la de San Pedro Regalado, santo canonizado en 1746 que fue nombrado patrón de Valladolid. El lugar de la imagen de la santa titular fue ocupado por la pintura Milagro de San Pedro Regalado resucitando para dar de comer a un pobre, obra del pintor italiano Plácido Constanzi, pasando la talla a ocupar una hornacina pétrea abierta en el muro de la misma capilla, donde se conserva en la actualidad.   

Pedro de Ávila. San Juan Evangelista, 1714-1715. Catedral de Valladolid
2 URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Capillas y patronos de la catedral de Valladolid, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, Tomo XL, Valladolid, 2005, p. 113.

3 BALADRÓN ALONSO, Javier: Los Ávila: una familia de escultores barrocos vallisoletanos. Tesis doctoral, Dpto. de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid, 2016, p. 1271.

4 GARCÍA CHICO, Esteban: Documentos para el estudio del arte en Castilla. Escultores. Valladolid, 1941, pp. 379- 382.

5 URREA FERNÁNDEZ, Jesús: El Oratorio de San Felipe Neri de Valladolid. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción nº 33, Valladolid, 1998, p. 12.

6 BALADRÓN ALONSO, Javier: Los Ávila: una familia... Op. cit.  p. 926.

7 NIETO GALLO, Gratiniano: Guía artística de Valladolid. Ed. Aries, Barcelona, 1954, p. 122.





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