30 de marzo de 2018

Theatrum: CRISTO CRUCIFICADO, un hercúleo "Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum"












CRISTO CRUCIFICADO
Juan de Juni (Joigny, Borgoña, h. 1507-Valladolid, 1577)
Hacia 1572
Madera policromada
Iglesia de San Pablo (procedente del convento de Santa Catalina), Valladolid
Escultura renacentista española. Escuela castellana














Este Cristo crucificado, impresionante escultura debida al genio de Juan de Juni, actualmente preside la capilla mayor de la iglesia de San Pablo de Valladolid, llenando con su majestuosa presencia la ausencia de un tradicional retablo. Sin embargo, este ha sido el último destino itinerante de tan destacada talla, que desde su elaboración por el gran maestro de origen borgoñón ha conocido dos cambios de ubicación.

El crucifijo fue realizado hacia 1572 para presidir el oratorio de una casa de campo que doña Elvira de Rojas, marquesa de Alcañices, disponía en el Camino del Cabildo de Valladolid. Tiempo después lo recibiría en herencia su hijo don Luis Enríquez, comendador de La Moraleja y caballero de la Orden de Alcántara, que en 1584 lo entregaba como donación al convento de monjas dominicas de Santa Catalina de Siena de Valladolid, cenobio en el que había ingresado su hija María Enríquez y del que era priora su hermana doña Aldonza de Castilla, expresando su deseo de que fuera colocado presidiendo el altar mayor de la iglesia del convento.

Sin embargo, este convento vallisoletano, fundado en 1488 por doña Elvira Manrique de Benavides1, conoció en 1602 la reedificación de la capilla mayor bajo el patronazgo de doña María de Castro, viuda de don Antonio Cabeza de Vaca, que dispuso en ella el enterramiento de su esposo —efigie orante en piedra realizada ese año por el escultor Pedro de la Cuadra— y en 1608 la colocación de un nuevo retablo que motivó el traslado del crucifijo juniano a un altar situado en el lado del Evangelio de la nave de la iglesia, que había patrocinado don Cristóbal de Torres para presidir su sepultura y la de su esposa doña Magdalena de Robles2, aunque por motivos desconocidos estos serían enterrados en otro lugar, junto a la reja del coro.

El propio escultor Juan de Juni, por expreso deseo testamentario del 8 de abril de 1577, fue enterrado en esta iglesia junto a doña Ana María de Aguirre (su segunda esposa), y doña María de Mendoza (su tercera esposa), así como su hija Ana María de Juni y Mendoza. Según el libro de enterramientos del convento, el escultor y su familia estaría enterrado bajo un escudo mural situado junto al púlpito de la iglesia3, aunque es creencia popular que sus restos reposan a los pies del retablo que, con forma de arcosolio, albergó durante siglos tan preciado crucifijo. Allí estaba ubicado ante un fondo pintado con una vista de Jerusalén y bajo un arco de medio punto renaciente ornamentado con relieves que representan guirnaldas, veneras, instrumentos de la Pasión y la cruz de Santiago, orden a la que pertenecía don Cristóbal de Robles, patrocinador del retablo.

Tan magnífica escultura fue una de las obras artísticas más importantes de cuantas atesoraba el monasterio y así permaneció al culto hasta que en tiempos recientes fue clausurado aquejado de serios problemas: escasez de vocaciones, la detección de una plaga de termitas y el envejecimiento generalizado de las instalaciones. Como consecuencia, en 2009 las monjas dominicas abandonaban definitivamente el recinto y en julio de ese año se repartían entre los conventos vallisoletanos del Corpus Christi y Porta Coeli, trasladándose algunas significativas obras de arte a la iglesia de San Pablo, perteneciente a la rama dominica masculina, entre ellas el Cristo crucificado de Juan de Juni, que bajo la custodia de los frailes pasó a ocupar un lugar de honor en su nuevo destino.

No obstante, como suele ocurrir en estos casos traumáticos, a pesar de que en el monasterio permanecen importantes obras artísticas —sillería coral, retablo mayor, sepulcros de los patronos, etc.—, otras se perdieron definitivamente para el patrimonio vallisoletano, como la fantástica puerta de nogal, tallada en el tercer cuarto del siglo XVI con 24 relieves de santos, que tras la fusión de la comunidad vallisoletana —decreto del 25 de marzo de 2013— con la de Nuestra Señora de la Consolación de Salamanca, más conocida como "Las Dueñas", fue trasladada al convento salmantino y colocada el año 2015, bajo una protección acristalada, en el piso superior del célebre claustro plateresco.  

EL MAGNÍFICO CRUCIFIJO DE JUAN DE JUNI

La escultura del crucificado supone la sublimación de un arquetipo creado por el escultor, en el que abandona la interpretación atormentada de algunos crucifijos anteriores. Con un tamaño que supera el natural, Cristo aparece muerto en la cruz sin el retorcimiento expresionista del cuerpo, bastante ajustado a las leyes naturales, a pesar de que la impronta juniana está presente en cada uno de los elementos.

Manteniendo la complexión atlética de Cristo de modelos anteriores, como en el Santo Entierro (1541-1542, Museo Nacional de Escultura), en el busto del Ecce Homo (1540-1545, Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid), en el Calvario de Ciudad Rodrigo (1556-1557, Museo Nacional de Escultura) o en el Retablo del Santo Entierro (1566-1571, Catedral de Segovia), sin abandonar las reminiscencias dramáticas bajo la influencia del grupo del Laocoonte, Jesús muestra todos los detalles anatómicos cuidadosamente trabajados con la inconfundible factura del imaginero, como el vientre hundido, los brazos en tensión e inclinados acusando el peso del cuerpo, los dedos cerrados, las piernas poco separadas y con las rodillas flexionadas ligeramente hacia la derecha, los pies con un cruce muy forzado y la cabeza reclinada sobre su hombro derecho, describiendo en conjunto una airosa línea sinuosa que le proporciona gracilidad y movimiento.

Magnífico es el tratamiento de la cabeza, con una melena de abultados rizos que es recogida hacia atrás, dejando visible la oreja izquierda y con un grueso mechón cayendo por delante sobre su hombro derecho. Como es habitual en Juni, la corona de espinas está formada por gruesos tallos entrelazados que están tallados junto a los cabellos. El rostro presenta un gran naturalismo, con los ojos entornados, la nariz recta, la boca entreabierta y una barba de dos puntas descrita con precisión. En conjunto transmite una sensación de serenidad en la que prevalece un fuerte clasicismo, algo poco habitual en la iconografía de este tipo realizada por el gran maestro.

Personalísimo es el trabajo del paño de pureza, muy pegado al cuerpo, con pliegues muy redondeados y cayendo en diagonal desde la cintura para dejar visible la marca inguinal derivada de la estatuaria clásica, un recurso constante en Juan de Juni que en este crucifijo produce la sensación de un contraposto forzado que proporciona un gran dinamismo anatómico, efecto reforzado con la colocación de un gran pliegue suelto del perizoma en la parte izquierda y un cabo del mismo agitándose por detrás.

Se remata con una policromía de carnación mate muy pálida en la que se resaltan algunos hematomas violáceos, especialmente en las rodillas y dedos, ofreciendo destellos dorados en el paño de pureza y tonos verdosos en la corona de espinas, con unos regueros de sangre muy comedidos en cabeza, manos y pies, destacando la profunda llaga del costado.

LA TIPOLOGÍA JUNIANA  

Juan de Juni realizó a lo largo de su carrera profesional una abundante serie de crucifijos, de diferentes tamaños, que se podrían agrupar en dos tipos. Por un lado, una tipología con modelos de potente anatomía y recursos expresivos manieristas muy efectistas. En unos casos con la cabellera más abultada que en otros, paños de pureza agitados y con numerosos pliegues, brazos muy inclinados y los pies extremadamente forzados, siempre con una anatomía hercúlea que delata los músculos en tensión, el vientre hundido y las costillas marcadas para representar a Cristo muerto.
Izda: El crucifijo en su antigua ubicación en el convento de Santa Catalina
Dcha: El crucifijo presidiendo la capilla mayor de la iglesia de San Pablo
A esta tipología, con ligeras variantes, responden los modelos del Crucifijo del Museo Nacional de Escultura (H. 1550), de la iglesia de San Pelayo de Olivares de Duero (h. 1555), del monasterio de las Huelgas Reales de Valladolid (h. 1556), del Calvario de Ciudad Rodrigo del Museo Nacional de Escultura (1556), de la iglesia de la Asunción de Castrillo de San Juan (h. 1557), de la iglesia de Santa María de Mojados (h. 1560) y el Cristo del Pasmo del convento de clarisas de Montijo (Badajoz).

Una segunda tipología, más esporádica, está representada por unos modelos en los que el cuerpo presenta acusadas distorsiones manieristas, con anatomías que se podrían calificar de imposibles. Siguen esta tendencia el Crucifijo del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid (h. 1560, procedente de la iglesia de San Andrés), el Cristo de la Expiración del convento de la Concepción del Carmen de Valladolid (h. 1570) y sobre todo el Crucifijo del Museo Catedralicio de León (1575), con las piernas cruzadas y excesivamente forzadas.


Juan de Juni. Izda: Crucifijo del Calvario de Ciudad Rodrigo (MNE)
Dcha: Crucifijo del monasterio de las Huelgas Reales, Valladolid
   El ejemplar de la iglesia de San Pablo, a pesar de encuadrarse en el primer grupo, supone la depuración de esta tipología, pues manteniendo las mismas constantes de talla la escultura muestra un inusitado clasicismo que le convierte en el crucifijo más atemperado de todos ellos, dotado de una extrema serenidad y elegancia que, aún presentando reminiscencias del "phatos" del grupo de Laocoonte, tan presente en muchas de sus obras, huye de la "terribilità" que tanto admiraba de Miguel Ángel. 

Este crucifijo desfiló en las procesiones de la Semana Santa de Valladolid como imagen titular de la Cofradía de la Preciosísima Sangre, fundada en 1929, aunque por su delicado estado fue sustituido en 1953 por otro realizado por Genaro Lázaro Gumiel, que recreó su diseño anatómico inspirándose directamente en esta imagen de Juni (iglesia de Santa María la Antigua).

Detalle de los crucifijos de la imagen anterior
Informe y fotografías: J. M. Travieso.



NOTAS

1 SALAZAR Y CASTRO, Luis: Historia genealógica de la Casa de Lara. Tomo I. Impreso en la Imprenta Real por Mateo de Llanos y Guzmán, Madrid, 1696, p. 472.

Juan de Juni. Izda: Crucifijo del convento de clarisas de Montijo (Badajoz)
Dcha: Crucifijo del Museo Nacional de Escultura, Valladolid
2 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Juan de Juni. Vida y obra. Dirección General de Bellas Artes, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1974, p. 309.

3 Tras la conformidad del Ayuntamiento de Valladolid en febrero de 2011, para que el convento de Santa Catalina pudiera convertirse en hotel o parador nacional, el Consistorio vallisoletano se mostró dispuesto a recuperar los restos de Juan de Juni y su familia para trasladarlos al Panteón de Vallisoletanos Ilustres del cementerio del Carmen. Sin embargo, debido a la crisis económica, el proyecto quedó paralizado y así permanece cuando esto se escribe.



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28 de marzo de 2018

Bordado de musas con hilos de oro: SOBRE ESTAS PALABRAS QUE DIJO JESUCRISTO EN LA CRUZ: “MULIER, ECCE FILIUS TUUS: ECCE MATER TUA” (Ioan, 19), de Francisco de Quevedo



Mujer llama a su Madre cuando expira,
porque el nombre de madre regalado
no la añada un puñal, viendo clavado
a su Hijo, y de Dios, por quien suspira.

Crucificado en sus tormentos, mira
su Primo, a quien llamó siempre «el Amado»,
y el nombre de su Madre, que ha guardado,
se le dice con voz que el Cielo admira.

Eva, siendo mujer que no había sido
madre, su muerte ocasionó en pecado,
y en el árbol el leño a que está asido.

Y porque la mujer ha restaurado
lo que sólo mujer había perdido,
mujer la llama, y Madre la ha prestado.

FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)

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27 de marzo de 2018

VIAJE: PASEO EN EL BARCO "LA LEYENDA DEL PISUERGA", 7 de julio 2018



PROGRAMA

Paseo cultural de 2 horas por el río Pisuerga para conocer la historia, arquitectura, curiosidades, personajes, etc. de Valladolid. Charla a cargo de: “Arquitectos por la sostenibilidad”.
Para garantizar el alquiler del barco “La Leyenda del Pisuerga”, es necesario hacer una preinscripción con el objeto de conocer la viabilidad de esta actividad.

PREINSCRIPCIÓN: del 30 de marzo al 20 de abril de 2018.

NÚMERO DE PLAZAS: 120.

PRECIO SOCIO: 5 €.
PRECIO NO SOCIO: 6 €.

INSCRIPCIONES: Por correo dirigido a domuspucelae@gmail.com o llamando al tfno. 608 419228.
 
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26 de marzo de 2018

VIAJE: NAVARRA, del 12 al 14 de mayo 2018

Haro. Iglesia de Santo Tomás


PROGRAMA



Sábado 12 de mayo   VALLADOLID-HARO-LOGROÑO-PAMPLONA
Salida a las 6,45 h. desde Vallsur (Camino Viejo de Simancas) y a las 7 h. desde la plaza de Colón con dirección a Pamplona. En ruta visita panorámica de Haro: casco antiguo, Plaza de la Paz, jardines de la Vega, antiguo Banco de España, antiguo Convento de los Agustinos, palacios, miradores, zona de la Herradura, Palacio de Bendaña. Traslado a Logroño. Almuerzo. Visita al casco histórico. Puerta del Revellín, edificio de Tabacalera, iglesia de Santiago, iglesia de San Bartolomé, Palacio de los Chapiteles, concatedral de Santa María de la Redonda, Espolón, Plaza de Abastos y las calles Portales, San Juan y Laurel. Cena y alojamiento en Pamplona.

Roncesvalles. Colegiata de Sta. María. Sepulcro de Sancho el Fuerte
Domingo 13 de mayo   PAMPLONA-RONCESVALLES-VALLE DEL BAZTAN-BERTIS
Camino de Santiago en Navarra: Puerto de Ibañeta, Saint Jean de Pied de Port, colegiata de Roncesvalles, Valle de Baztán: Zugarramurdi (Cueva de las brujas), Elizondo y Parque Natural de Bertiz. Regreso a Pamplona, cena y alojamiento.

Lunes 14 de mayo   PAMPLONA-OLITE-VALLADOLID
Visitas por Pamplona. Ciudad moderna, Parques de Taconera, Ciudadela, Yamaguchi, Universidades, casco histórico, Capilla de San Fermín, iglesia de San Saturnino, iglesia de San Nicolás, Catedral, Museo Diocesano y Murallas. Recorrido de los tradicionales encierros de las Fiestas de San Fermín. (Plaza de Toros, Calle Estafeta, Plaza del Ayuntamiento y Plaza del Castillo). Almuerzo. Por la tarde salida hacia Valladolid, con parada en Olite. Llegada a Valladolid a últimas horas de la tarde.



Elizondo
PRECIO SOCIO (HABITACIÓN DOBLE): 250 €
PRECIO NO SOCIO (HABITACIÓN DOBLE):  260 €
SUPLEMENTO HABITACIÓN INDIVIDUAL: 50 €

REQUISITOS: Grupo mínimo 30 y máximo 40 personas.

INCLUYE:
- Autocar durante todo el recorrido.
- Hotel *** (habitación doble).
- Régimen de pensión completa según itinerario (incluyendo agua y vino).
- Dossier de Domus Pucelae.
- Guías locales.
- Seguro de Viaje.

NO INCLUYE:
- Extras en hotel y restaurantes.
Pamplona. Museo de la catedral
- Ningún servicio no especificado en el apartado anterior.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: por correo a domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228 a partir de las 0 horas del día 27 de marzo. El plazo de inscripción termina el 20 de abril 2018.

FORMA DE PAGO: En la agencia de Viajes NAUTALIA, C/ Miguel Íscar 11, 47001 Valladolid.
Modalidades: Con tarjeta bancaria en la agencia o por transferencia a la cuenta bancaria que proporcionará la agencia.



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23 de marzo de 2018

Theatrum: RETRATO DE FELIPE III, muestra barroca del gusto por la apariencia













RETRATO DEL REY FELIPE III
Pedro Antonio Vidal (Castellón, h. 1570- ?)
Hacia 1617
Óleo sobre lienzo
Museo Casa de Cervantes, Valladolid
Pintura barroca española. Escuela cortesana














La pintura en una dependencia del Museo Casa de Cervantes, Valladolid

EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LA PINTURA

Este retrato de Felipe III aparece vinculado al quinquenio 1601-1606, periodo en que la capitalidad española estuvo asentada en Valladolid, que se convirtió en escenario de la Corte debido a las artimañas del poderoso Francisco de Sandoval y Rojas, primer duque de Lerma. Aunque las idas y las venidas de los monarcas eran constantes, fue junto al Pisuerga donde la singular pareja formada por Felipe III y Margarita de Austria forjaron el ansiado nacimiento de un hijo varón que perpetuase la dinastía de los Austrias. Sin embargo, estos anhelos se hicieron esperar, pues en septiembre de 1601 nacía su primera hija, la infanta Ana María Mauricia de Austria, en febrero de 1603 una segunda hija que no logró reponerse a su frágil salud y murió al poco tiempo y en septiembre de ese mismo año la reina sufría un aborto. Fue el 8 de abril de 1605, festividad de Viernes Santo, cuando se produjo el nacimiento en Valladolid del esperado príncipe Felipe, futuro Felipe IV, motivando tan importante acontecimiento la puesta en marcha de una maquinaria asombrosa de fiestas que duraron más de dos meses en el teatro de la Corte que era la ciudad.

Y es que en los años en que Valladolid fue la residencia de los monarcas, las celebraciones de las más variadas fiestas fueron continuas. Con rango de ciudad desde 1596, la actividad cortesana se convirtió en un polo de atracción para actividades de todo tipo, conociendo la ciudad un impresionante crecimiento de población. En el intento de medrar al amparo de la Corte y del mecenazgo real, llegaron numerosas familias nobles que prodigaron sus palacios, no faltando notables escritores que buscaban beneficios en la escena cortesana, entre ellos Cervantes, Quevedo y Góngora. Sirva como dato ilustrativo decir que, de los 30.000 habitantes censados en 1590, Valladolid pasó a tener once años después más de 70.000, conociendo la construcción de un Palacio Real, otro de recreo junto al Pisuerga —Palacio de la Ribera—, una importante remodelación urbanística y el asentamiento de numerosas fundaciones religiosas por el ampliado trazado urbano.

En aquellos años el todopoderoso duque de Lerma, verdadero gobernante del país, vivía sus momentos dorados como artífice del periodo de veinte años de paz que se conoce como la Pax Hispanica: se mantenía la paz con Francia e Italia, la tensión de los Países Bajos declinó a favor de España y en Inglaterra, tras la entronización de Jacobo I, en 1604 se firmó el Tratado de Londres —Conferencia de Somerset House— que ponía fin a la guerra anglo-española iniciada en 1585.

Ante la apatía y abulia de Felipe III, que al parecer sólo encontraba solaz en la caza, fue igualmente el duque de Lerma el que alentó la llegada de artistas a la ciudad, en la mayoría de los casos por interés propio. Entre ellos destacaría la presencia del escultor milanés Pompeo Leoni, que en 1601 comenzó en trabajar en su suntuoso sepulcro y en el de su esposa Catalina de la Cerda, ambos en bronce sobredorado (Museo Nacional de Escultura), destinados a la iglesia de San Pablo de Valladolid emulando los modelos reales de El Escorial. Otro gran artista presente en Valladolid fue Pedro Pablo Rubens, maestro de la pintura flamenca que llegaba a la Corte en 1603 como representante de Vicenzo Gonzaga, Duque de Mantua, y que en Valladolid dejaba notables muestras de su arte, como la pintura de Demócrito y Heráclito (Museo Nacional de Escultura), al que siguió el impresionante Retrato ecuestre del Duque de Lerma que se conserva en el Museo del Prado y que fue realizado en el palacio que el duque de Lerma disponía en la Ventosilla (Burgos), un paraje próximo a Lerma.

Sin embargo, en el plantel de pintores que trabajaron para Felipe III en Valladolid estuvieron ausentes artistas de primera fila, destacando una serie de autores considerados como "secundarios", tales como el vallisoletano Juan Pantoja de la Cruz (1553-1608), especializado en su cargo de retratista oficial de la corte desde la subida al trono de Felipe III en 1598, en cuyo taller se formaron el también vallisoletano Bartolomé González (1564-1627) y el madrileño Rodrigo de Villandrando (1588-1622), que continuaron el tipo de retrato aúlico de su maestro. A ellos se sumaron el orensano Santiago Morán (1571-1626), que en 1609 sucedería a Pantoja de la Cruz como pintor de cámara de Felipe III, y el castellonense Pedro Antonio Vidal, que también practicó el retrato, así como el florentino Bartolomé Carducho (1560-1608), que trabajó para el duque de Lerma como marchante de pintura italiana y acompañó a la corte en su traslado a Valladolid, hasta su vuelta a Madrid en 1606.

EL PINTOR PEDRO ANTONIO VIDAL     

En este contexto, aparece el pintor Pedro Antonio Vidal trabajando para el duque de Lerma. Nacido en Castellón hacia 1570, apenas se conocen datos de su biografía, irrumpiendo en el panorama pictórico cortesano realizando hasta una docena de retratos del ambicioso Francisco de Sandoval y Rojas. Consta que en 1616, a la muerte de Pedro Guzmán, el Cojo, que en 1601 había sido nombrado pintor del rey en Valladolid, solicitaba ser designado para ocupar este cargo, aunque no lo consiguió por ser amortizado por la Junta de Obras debido a la falta de fondos.

En su calidad de retratista, en 1617 aparece trabajando en el Alcázar de Madrid realizando un retrato de Felipe III de cuerpo entero, pintura que se relaciona con la conservada en el Museo del Prado en la que el monarca aparece vestido con armadura siguiendo la tradición cortesana asentada por Juan Pantoja de la Cruz, definida por su severidad y rigidez, aunque Pedro Antonio Vidal dota a la figura y al espacio de profundidad mediante la volumetría conseguida mediante el uso de la luz y la colocación de objetos a los lados —cortinajes, globo terráqueo, yelmo y guanteletes— que colocados ante un muro de tonos neutros sugieren un espacio real.
Pedro Antonio Vidal. Retrato de Felipe III, 1617
Museo del Prado (Foto M. del Prado)
De este retrato haría la copia que se guarda en el Salón de Reyes del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid y la versión reducida, de medio cuerpo, del Museo Casa de Cervantes de Valladolid.

Al servicio del duque de Lerma, Pedro Antonio Vidal también realizó dos retratos suyos que éste donó al convento de San Blas de la villa de Lerma, uno de los cuales pudiera ser el que se conserva en la colección de los duques del Infantado de Madrid. Asimismo, se le atribuyen dos pinturas que aparecen en el retablo mayor de la iglesia del citado convento, una con la escena de la Oración del Huerto y otra con la Coronación de espinas. Este retablo está compuesto por pinturas de distintos autores y rematado por una serie de tablas que copian las pinturas de Jan van Eyck en el retablo de San Babón de la catedral de Gante.   

EL RETRATO DE FELIPE III DEL MUSEO CASA DE CERVANTES DE VALLADOLID

Esta pintura de Pedro Antonio Vidal constituye una réplica del retrato de Felipe III que se conserva en el Museo del Prado, pintado en 1617, en este caso reducido a medio cuerpo. En ella se representa al monarca con una edad aproximada de 30 años, lo que hace suponer que el estudio preparativo fuera realizado cuando la Corte estaba instalada en Valladolid.

Representa al rey vestido con armadura de gala, luciendo una gran gorguera de lechuguilla al cuello y ostentando el gran collar de la orden del Toisón de Oro en el pecho, no apareciendo visibles, respecto a la pintura de cuerpo entero, la espada y el bastón de mando. En esta versión recortada, Pedro Antonio Vidal prescinde de incluir dichos elementos iconográficos que definen la exaltación militar del personaje, sin aparecer la celada, los guanteletes y el globo terráqueo alusivo a los extensos dominios sobre los que el monarca ejercía el poder, sobre los que todavía no se ocultaba el sol.    

Pedro Antonio Vidal. Detalle del retrato de Felipe III, 1617
Museo del Prado (Foto M. del Prado)
La figura se coloca ante un fondo neutro en el que tan sólo asoma un trozo de cortina en el ángulo superior derecho. La actitud del retratado sigue los modelos oficiales implantados en la Corte por Juan Pantoja de la Cruz, con el monarca mirando fijamente y con actitud serena al espectador transmitiendo una sensación de poder, frialdad y distanciamiento. Su rostro es poco expresivo, definido por una nariz y ojos grandes, tupé, fino bigote y perilla que disimulan el acusado prognatismo de los Habsburgo.

Junto al tratamiento facial del retratado, el pintor se esmera en representar con minuciosidad las superficies de la armadura correspondiente al rango de capitán general, resaltado con brillos metálicos el peto, las hombreras y los brazales para sublimar un retrato aúlico de alto contenido conceptual. El tipo de pincelada y los esquemas compositivos utilizados por Pedro Antonio Vidal son similares a los empleados por otros pintores vallisoletanos contemporáneos, como Bartolomé González o Andrés López Polanco. El retrato persigue exaltar la grandeza de la monarquía, dejando entrever el gusto por la apariencia y la propaganda política.       



Informe y fotografías: J. M. Travieso.


Pedro Antonio Vidal. Oración del Huerto y
Coronación de espinas en el retablo del convento
de San Blas, Lerma (Burgos)




Bibliografía

1 MARÍN CEPEDA, Patricia: Valladolid, theatrum mundi. Bulletin of the Cervantes Society of America, 25.2 , 2005, pp. 161-193.

2 MORÁN TURINA, J. Miguel: Felipe III y las artes. Anales de Historia del Arte nº 1, Edit. Universidad Complutense, Madrid, 1989, pp. 159-179.















Juan Pantoja de la Cruz. Retrato del Duque de Lerma
Sacristía de la colegiata de San Pedro, Lerma























Izda: Andrés López. Felipe III, h. 1617, Kunsthistorisches Museum, Viena
Dcha: Bartolomé González. Margarita de Austria, 1609, Museo del Prado   












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22 de marzo de 2018

VIAJE: JORNADA DEL BACALAO EN VALDERAS, 26 de mayo 2018


PRIMERAS JORNADAS GASTRONÓMICAS

Salida a las 9,30 h. desde Vallsur (Camino Viejo de Simancas) y a las 9,45 desde la plaza de Colón con dirección a Toral de los Guzmanes (León).
Regreso a las 19,30 h. desde Valderas a Valladolid.

PROGRAMA DE ACTIVIDADES:

Mañana
Visita al Museo del Botijo Español en Toral de los Guzmanes (León), considerado uno de los diez museos más raros de España. Alberga la mayor colección de botijos del mundo y en 1997 entró a formar parte del libro "Guiness de los Records" por poseer en aquel momento 2.000 botijos, aunque actualmente alcanza los 3.000, datados desde el más antiguo de 1750 hasta nuestros días.
Visita al Palacio de los Guzmanes y su torre en Toral de los Guzmanes (León). En él pernoctaron los Reyes Católicos en agosto de 1487. Fue rehabilitado en la década de los 80 del siglo XX.
Visita a la fábrica de quesos “El Palacio”, que ha logrado un oro y dos platas en el prestigioso concurso World Cheese, por su queso curado y añejo.
 
Tarde
Visita guiada por Valderas (León): Seminario de San Mateo, Plaza Mayor, Iglesia de Santa María del Azogue, Santuario del Socorro, Arco de las Arrejas, Plaza de San Juan, Iglesia de San Juan, Arco de Santiago, etc.
Visita al Museo de Arte Sacro instalado en la iglesia de San Claudio de Valderas.

MENÚ en el restaurante “El Rebeco” de Valderas:
- Ensalada de bacalao (cada 4 personas)
- Buñuelos y revuelto de bacalao
- Lomo de bacalao al ajo arriero
- Mousse de limón
- Vinos de la tierra (rosado y tinto)
- Café (con gotas de orujo)

PRECIO SOCIO: 15 €
PRECIO NO SOCIO:  20 €

REQUISITOS: Grupo mínimo 30 y máximo 50 personas.

INCLUYE:
- Viaje en autocar.
- Seguro de asistencia en viaje.
- Dossier de Domus Pucelae.

NO INCLUYE:
Comida en el restaurante y visitas: Precio 30 €.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608419228 a partir de las 0 horas del día 25 de marzo.










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21 de marzo de 2018

Reportaje: Jornadas Gastronómicas "Matanza del cerdo y vino de la Ribera del Duero" en Curiel de Duero


En el presente año hemos iniciado las I Jornadas Gastronómicas de nuestra la Asociación. En esta primera cita salimos de Valladolid el 24 de febrero, a las 9,45 horas, con dirección a Curiel de Duero para asistir a la "Jornada de la Matanza del Cerdo y Vino de Ribera del Duero" que se celebraba en dicha localidad, evento promovido por la Asociación para el Desarrollo Rural del Valle del Cuco, con la colaboración de la Diputación de Valladolid, Ayuntamientos y Bodegas comprendidas dentro del denominado Valle del Cuco.

Sobre las 10,45 horas llegamos a Curiel de Duero, donde nos acreditamos y recibimos una copa de cristal para la degustación del vino y un cuenco de barro para las sopas de ajo. Iniciamos la jornada tomando unas pastas y un orujo en espera de que dieran paso a las distintas actividades previstas en el programa.

Después asistimos al pregón, que corrió a cargo de Susana Ahijada, periodista de Antena 3 TV que fue nombrada Matancera 2018. Conocimos las faenas tradicionales de la matanza del cerdo, que fueron amenizadas por el grupo de dulzainas y tamboriles del Valle. Pudimos contemplar cómo se elaboran los chorizos a la manera tradicional y degustamos vino de la Ribera del Duero proporcionado por las bodegas colaboradoras. Tras saborear unas tradicionales sopas de ajo y picadillo típico de la matanza, participamos de la comida en grupo en la Residencia Real Castillo de Curiel.

Para finalizar nuestra asistencia a las Jornadas Gastronómicas realizamos una visita a la bodega del Hotel Residencia Real Castillo de Curiel, que está situada en el mismo pueblo, tras lo cual regresamos a Valladolid al anochecer. Nuestra curiosidad por los ritos de nuestra tierra había quedado suficientemente satisfecha.


Texto: Antonio Adrados González.
Fotografías: Concha Moretón y Ramón Valverde.


















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