14 de mayo de 2009

Historias de Valladolid: LA FUENTE DE LA FAMA, corazón del Campo Grande




     Nacido en 1828 en Matapozuelos (Valladolid), Miguel Íscar fue alcalde de Valladolid desde febrero de 1877 a noviembre de 1880, es decir, durante menos de cuatro años. Sin embargo, su labor de engrandecimiento de la ciudad fue espectacular, utilizando todos los recursos posibles para servir a los vallisoletanos. Entre otras muchas realizaciones, durante su mandato se incrementaron los servicios de incendios, serenos y guardias municipales, se aumentó la dotación de agua a la ciudad, se crearon escuelas, se urbanizaron nuevas calles, como la Acera de Recoletos, construyó los mercados del Val, el Campillo y Portugalete, plantó arbolado en diversas plazas, transformando por completo la de Santa Cruz, y fue el promotor y artífice del parque del Campo Grande. Por todo ello era un personaje muy apreciado por todas las capas sociales de la ciudad.

     El 8 de noviembre de 1880 se produjo su muerte repentina en Madrid, a causa de un derrame cerebral, mientras estaba gestionando como alcalde algunos asuntos para Valladolid, causando esta triste noticia una auténtica conmoción en la ciudad. Enseguida surgió la iniciativa de levantarle un monumento por suscripción popular, siendo excelente la respuesta de los ciudadanos a este homenaje póstumo. No se logró reunir la suma suficiente para construir una escuela, primera idea de los organizadores, decantándose por dedicarle una fuente en el Campo Grande, parque creado por él tres años antes.

     Para ello, se convocó un concurso en el que fue premiado el proyecto titulado “La Fama”, perteneciente al arquitecto Antonio de Iturralde. Se tardaron tres años en realizar el conjunto que, con un coste de 20.000 pesetas, fue inaugurado el 11 de noviembre de 1883. Está formado por un alto pilar que sustenta una taza y en cuyo fuste figura por un lado la inscripción “Valladolid a su alcalde Miguel Íscar MDCCCLXXIII” y por otro “8 de noviembre de 1880”, fecha de su fallecimiento. Encima aparece la escultura alegórica de la Fama, obra del escultor local Mariano Chicote Recio, formado en la Escuela de Bellas Artes de Valladolid, que la representó como una mujer alada, vestida con un peplo abierto a los costados, tañendo una trompeta con el brazo derecho levantado mientras que en el izquierdo, colocado hacia abajo, sujeta una corona de laurel. Sus pies se apoyan sobre unos peñascos entre los que brota agua, de igual manera que de la trompeta surge un chorro lanzado a lo alto. El agua se recoge a ras de suelo en un estanque octogonal, en cuya decoración se alternan los escudos de Valladolid con rosetas y estípites angulares que llevan adosadas máscaras de león de cuyas bocas brotan chorros de agua, y coronadas por bolas de diseño herreriano.

     Tiempo después, perpetuando su memoria, sería encargado por el Ayuntamiento en 1906 un busto en bronce de Miguel Íscar, un retrato en el que luce la medalla de la ciudad. La obra fue ejecutada por el escultor riosecano Aurelio Rodríguez-Vicente Carretero, que ya había realizado en 1900 el monumento a Zorrilla y en 1903 el del Conde Ansúrez. Esta escultura fue colocada, a modo de memorial ajardinado, en uno de los senderos del Campo Grande no muy alejado de la fuente alegórica.

     La inusual escultura de la Fama siempre ha sido muy popular, utilizada en muchas ocasiones, tanto por su significado como por su diseño, como imagen de la ciudad. Por este motivo, causó auténtico estupor entre los asiduos al parque el descubrir, a finales del año 2008, que la escultura aparecía con su brazo izquierdo mutilado, siendo denunciado por algunos como una gamberrada o atentado al patrimonio.

     Abierta una investigación, se pudo comprobar que, en contra de lo que se creía, la escultura está fundida en hierro con algunas incrustaciones de bronce, habiendo sufrido el deterioro por oxidación de las juntas del brazo por los efectos de la intemperie y el agua, motivo que provocó su caída.

     Como ocurriera años atrás con el Giraldillo de Sevilla, el Ayuntamiento de Valladolid decidió realizar una réplica exacta de la escultura enteramente en bronce colado para acabar con los riesgos del frágil modelo deteriorado. Este trabajo fue encomendado al escultor Andrés Coello, que ha realizado la fundición de una copia de 1.000 kilos de peso, 1.500 menos que el original, en la Fundición Caresa de Aldeamayor de San Martín (Valladolid). Asimismo, se ha ocupado de la restauración del original sometiéndole a un proceso de decapado, soldadura de piezas, modelado, revestimiento y reposición de todos los elementos originales. Una vez restaurada, estará preservada en el interior del Archivo Municipal que ocupa el antiguo convento de San Agustín. En la fotografía se aprecia el actual deterioro de la escultura.

     De igual manera,, en el verano 2009 comenzarron los trabajos de mejora de las instalaciones hidráulicas y eléctricas de la fuente, así como la consolidación de la piedra caliza y la arquitectura del conjunto, para devolver su atractivo a uno de los espacios más bellos de Valladolid en la primavera de 2010.

     Esperemos que, tras acometer estas obras, vuelvan a cobrar sentido aquellos versos de Juan del Enzina:

                    Todos los bienes del mundo
                    pasan presto y su memoria,
                    menos la Fama y la Gloria.


Informe y fotografía J. M. Travieso.
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