14 de agosto de 2009

El RETABLO DE SAN JUAN BAUTISTA regresa a la iglesia del Salvador



Desde ayer, 13 de agosto de 2009, puede contemplarse en su lugar de origen una de las obras artísticas más destacadas del privilegiado patrimonio vallisoletano. Se trata del tríptico flamenco de San Juan Bautista, que durante ocho años ha permanecido depositado en el Museo Diocesano de Valladolid mientras se acometía en la iglesia del Salvador la restauración integral de la capilla que preside. De nuevo Valladolid puede enorgullecerse de haber recuperado un destacado conjunto histórico-artístico amenazado de ruina, que pasa a mostrar todo su esplendor y a convertirse en una visita obligada para los amantes del arte en los itinerarios por la ciudad.

LA IGLESIA DEL SALVADOR

Esta iglesia vallisoletana está enclavada en el centro urbano, presidiendo una recoleta plaza situada a escasos metros de la plaza de Fuente Dorada y de la calle Teresa Gil. Es un edificio levantado sobre el terreno que ocupaba una antigua ermita dedicada a Santa Elena desde mediados del siglo XIII, que fue convertida en parroquia en 1336, aquella en la que fuera bautizado en 1390 San Pedro Regalado, ostentando el patronazgo de la capilla mayor los duques de Medina de Rioseco, Almirantes de Castilla. Es por tanto uno de los templos más antiguos de Valladolid, que a partir del siglo XV sufrió importantes modificaciones, destacando la capilla gótica de San Juan Bautista, edificada a finales de siglo por don Gonzalo González de Illescas, consejero de los Reyes Católicos y Oidor de la Chancillería.


En el siglo XVI se hace una reforma general de la iglesia en la que adopta su forma actual, construyéndose en ladrillo un templo de una sola nave con capillas laterales entre contrafuertes y bóveda de cañón, a excepción del primer tramo de la cabecera, que mantiene una bóveda estrellada con un escudo de los Almirantes de Castilla, siendo lo más original una galería con una balaustrada de madera que recorre todo el recinto por encima de las capillas. Esta interesante muestra de arquitectura renacentista es atribuida a Juan Sanz de Escalante, autor entre 1541 y 1559 de la fachada manierista, el único elemento totalmente realizado en piedra que establece un modelo con forma de retablo, con columnas destacadas del paramento, que se repetiría en otros edificios de la ciudad, como en el Colegio de San Ambrosio, el Monasterio de Prado, etc.
Esta fachada presenta en el cuerpo bajo dos puertas adinteladas, separadas por una columna central y flanqueadas por columnas pareadas, esquema que se repite en el segundo cuerpo, en el que se incorporan dos óculos y el grupo de la Anunciación entre los intercolumnios. El tercer cuerpo se reduce a un ventanal entre pares de columnas sobre el que aparecen esculturas que, junto a otras que se apoyan en la cornisa, forman el grupo de la Transfiguración, con dos grandes pilastras a los lados y un remate superior en forma de balaustrada que interrumpe una espadaña con la figura de Dios Padre y rematada por un frontón triangular. Mientras que todos los elementos arquitectónicos de la fachada tienen su inspiración en Palladio (uso modular del cuadrado, óculos, balaustrada superior, ritmos de columnas, etc.), la escultura está relacionada con la escuela de Berruguete, siendo señalado Manuel Álvarez como posible autor.

Otro elemento destacado de la iglesia es el campanario, que durante tiempo marcó la fisionomía urbana del céntrico barrio y cuya estructura fue tomada como modelo cuando se reconstruyó la actual torre de la catedral, tras el hundimiento de la única levantada según el proyecto de Juan de Herrera. Es una esbelta torre barroca, de estilo clasicista, situada en el lado del Evangelio, con dos cuerpos bajos, cuadrados y herméticos, realizados en piedra por Bartolomé de la Calzada en 1618 y otros dos ochavados en ladrillo, perforados con vanos para campanas, construidos en 1691 por Tomás de la Riva. El chapitel del remate, con pizarra, aguja, bola y cruz, fue añadido en 1727.
Toda la iglesia ha sido recientemente restaurada, se han eliminando los focos de humedades y se han consolidado las cubiertas, siendo la última parte del proceso la recuperación de la capilla de San Juan Bautista.

CAPILLA DE SAN JUAN BAUTISTA

Esta capilla, patrocinada como panteón familiar por Gonzalo González de Illescas y edificada entre 1487 y 1492, según consta en una inscripción, es la más antigua del templo y está declarada Bien de Interés Cultural. Se halla situada en el lado de la Epístola y tiene planta rectangular, dividida en dos tramos, con bóvedas de crucería estrellada en cuyas claves figuran el escudo de la familia González de Illescas y símbolos de la Pasión, elementos intervenidos durante los trabajos de restauración que acaban de concluir. En el transcurso de estos se ha descubierto en el subsuelo una cripta, a la que se accedía desde una puerta situada en uno de los laterales del altar, donde se hallaban los enterramientos de la familia González de Illescas.
Durante la intervención se ha fortalecido la estructura arquitectónica, acabando con los desprendimientos de la bóveda que amenazaban el retablo, y se han eliminado las humedades mediante la construcción de cámaras de aireación, recuperando buena parte del aspecto que tenía en tiempos de los Reyes Católicos y permitiendo el afortunado regreso del famoso tríptico.


EL RETABLO DE SAN JUAN BAUTISTA

Esta obra está considerada como una de las mejores muestras de arte flamenco que hay en España. Fue realizada hacia 1500 en Amberes por un maestro desconocido y colocada en la capilla en 1504, después de ser adquirida y donada por don Gonzalo González de Illescas para su recinto familiar. Adopta la forma de tríptico, con un retablo central compuesto con relieves escultóricos y dos puertas con pinturas a ambos lados que permiten mantenerlo cerrado, causa que ha facilitado su excelente estado de conservación, ya que tradicionalmente sólo se abría durante las fiestas de Navidad, San Juan Bautista y la Asunción.

El frontal central o caja consta de tres cuerpos y ático, dividido en tres calles de las cuales la central está ocupada por la imagen titular de San Juan Bautista, que sigue la iconografía tradicional, representado en el desierto, revestido con piel de becerro y apoyando en un tronco un libro sobre el que sujeta un cordero, prefiguración de Cristo, que como Precursor muestra al espectador. A su alrededor y en el ático aparecen siete relieves que narran episodios de su vida tales como el Nacimiento del Bautista, su predicación, Bautismo de Cristo, prisión, Herodes y la danza de Salomé, decapitación y entierro del Bautista, todos ellos con figuras talladas con gran refinamiento, múltiples detalles descriptivos y una delicada policromía en la que abunda el oro, siendo especialmente atractiva la Danza de Salomé, que reproduce el banquete en un salón con elegantes personajes caracterizados, como en todas las escenas, con la indumentaria de Flandes.

Los batientes de las puertas presentan pinturas de gran formato sobre tabla que son atribuidas al Maestro del tríptico Morrison, discípulo del maestro Quintín Metsys. En el interior figuran por separado las escenas de la Adoración de los Pastores y la Adoración de los Reyes, de notable calidad, mientras que al exterior, cuando el tríptico está cerrado, aparece como tema único la Misa de San Gregorio, con la figura de Cristo rodeado de los atributos de la Pasión.

Una vez importado el tríptico de Amberes, el donante encargó en Castilla un cuerpo bajo con forma de predela con el fin de retratarse para la posteridad, como era habitual. Mientras que los relieves con temas de la vida de Cristo fueron realizados en el círculo burgalés de Felipe Bigarny, con las escenas de la Cena, el Lavatorio y la Piedad en el centro, las pinturas de las puertas fueron realizadas por un seguidor de Pedro Berruguete, que plasmó al patrono don Gonzalo González de Illescas y su esposa doña Marina de Estrada rodeados de miembros de la familia y acompañados de santos protectores, con San Jerónimo y San Agustín en el interior y San Marcos, San Francisco, Santo Domingo y San Lucas en el exterior, pasando a adoptar el conjunto la forma de políptico.

El retablo, tras una simple limpieza, vuelve a impresionar y se revaloriza en un espacio felizmente recuperado. No olvides una visita, te sorprenderá.

Informe: J. M. Travieso
* * * * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario