2 de enero de 2012

Fastiginia: Plano del Campo Grande, 1787-1788, un documento de Diego Pérez Martínez


Estampas y recuerdos de Valladolid

     El espacio que ocupa el parque del Campo Grande ha estado vinculado a la historia de Valladolid desde sus orígenes. Sus terrenos han sido testigos de numerosos acontecimientos ocurridos a extramuros de la ciudad, en la salida de la puerta sur, también conocida como Puerta del Campo, después transformada en el Arco de Santiago. Como Campo de la Verdad acogió el cementerio reservado a musulmanes y judíos en la Edad Media, en él se erigió a finales del siglo XV el humilladero del Cristo de la Cruz, perteneciente a la Cofradía de la Vera Cruz y en el siglo XVI fue escenario de la quema de herejes por parte de la Santa Inquisición.

     Durante el siglo XVII fue un lugar de citas clandestinas para enconados duelos entre caballeros celosos de su honor, delimitándose todo su perímetro, especialmente desde el periodo del traslado de la corte a Valladolid (1601-1606), nada menos que con catorce complejos religiosos. Unos eran conventos, como los ocupados por los padres Agustinos Recoletos, las monjas franciscanas de Jesús y María, las monjas dominicas del Corpus, los Padres Capuchinos, las monjas dominicas de la Laura, los padres Carmelitas Descalzos, las monjas Comendadoras del Sancti Spiritus y las monjas Agustinas Recoletas; otros eran iglesias, como San Juan de Letrán y San Ildefonso; algunos colegios, como el de los padres Agustinos Misioneros y el de las Niñas Huérfanas; finalmente hospitales, como el de la Resurrección (Hospital General) y el convento-hospital de San Juan de Dios.

     En el siglo XVIII, cuando llegaron las nuevas ideas de la Ilustración, el consistorio decidió convertir el Campo Grande en un espacio para el ocio y la cita social, proyectando un parque con veredas arboladas que confluían radialmente en una gran rotonda central, con otra algo menor en lo que actualmente es la Plaza de Zorrilla, desde la que surgían dos avenidas con su correspondiente referente visual, una hacia la Puerta del Carmen (a la altura de la actual calle García Morato) y otra hasta la fachada de la iglesia de San Juan de Letrán. Con motivo de aquella plantación, fue realizado el plano por Diego Pérez Martínez entre 1787 y 1789, cuyo original se conserva en el Museo de Valladolid, que recoge con nitidez el trazado del parque y todos los asentamientos religiosos citados.

     Por entonces el proyecto se encontró con la resistencia de la sociedad puritana, heredera de una antigua sociedad sacralizada, que esgrimió una serie de opiniones que fueron publicadas por el "Diario Pinciano", convertido en portavoz de la Ilustración, que llegan a rozar lo surrealista. Estas son algunas de las curiosas razones discrepantes: "El Campo Grande no es sitio rural, sino plaza suburbana, rodeada de templos, monasterios y santuarios frecuentados por los fieles, que se retraerían de visitarlos si hubiese árboles"; "El plantío impediría la ventilación de los aires tan necesarios para la salud de los enfermos del hospital general"; "Si el Campo Grande fuese a propósito para plantíos, ya lo hubiera dado la Ciudad a foro para huertas"; "Este Campo es cañada real para el ganado trashumante".

     El plano de Diego Pérez Martínez no sólo es testimonio de las dificultades de las ideas progresistas que no atentaban contra ninguna instalación preexistente, sino también un documento excepcional para comprender la idiosincrasia del Valladolid antiguo y la localización de rincones históricos en una zona en que la ciudad cambió en el siglo XIX su aspecto conventual por otro de tipo burgués, siguiendo las corrientes europeas.

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