24 de febrero de 2012

Visita virtual: DAVID, la hazaña de un adolescente como metáfora







DAVID
Andrea del Verrocchio (Florencia 1435 - Venecia 1488)
Hacia 1475
Bronce
Museo del Bargello, Florencia
Escultura del Renacimiento. Clasicismo


     Esta airosa escultura fundida en bronce, uno de los iconos más famosos de la escultura florentina del Renacimiento, es obra de Andrea del Verrocchio, un polifacético artista del Quattrocento florentino que ejerció como maestro de Botticelli y Leonardo da Vinci. La gallarda y elegante versión de David pone de manifiesto la capacidad creativa del escultor y el dominio técnico en la fundición de figuras en bronce, siempre con un acabado impecable que demuestra su pericia como orfebre, oficio que llegó a dominar desde su juventud.

     La escultura remite a su formación en el taller de Donatello, el gran maestro florentino que treinta y cinco años antes había realizado otra versión del mismo personaje en el que fue el primer desnudo fundido en bronce desde la antigüedad clásica, con una imagen cuya melancolía no mantiene esta versión de Verrocchio, que es mucho más refinada con la intención de resaltar la jactancia del héroe ante el triunfo sobre sus enemigos, con un magnífico sentido del movimiento que remite a los cuerpos ondulantes de Praxíteles a partir de la posición de contrapposto, sutil recurso escultórico consistente en hacer descansar el peso de la figura sobre una de sus piernas, de modo que la otra queda libre y ligeramente flexionada produciendo una inclinación de la cadera que se completa con el giro del torso y la cabeza para dotar de movimiento a la figura, aunque esté estática, y romper la rigidez de la ley de frontalidad mediante la colocación de los brazos en distintos planos.

     Los florentinos encontraron en la figura bíblica de David un símbolo apropiado para expresar su momento de triunfo. El personaje encarnaba el impredecible triunfo de un joven e inteligente israelita que, usando una piedra arrojada con una honda, había sido capaz de derribar al gigante Goliat, paladín del ejército filisteo, tras proporcionarle una pedrada en la frente, decapitándole después con su propia espada. La ciudad-estado de Florencia se reconocía en aquel personaje después de haber llegado a dominar a otras ciudades circundantes hasta convertirse en la potencia militar, política, económica y cultural más destacada del siglo XV en Italia, haciendo sombra a las poderosas ciudades de Milán, Venecia y Roma. Por este motivo, Lorenzo de Médicis encargó la simbólica escultura a Verrocchio, que elaboró una figura de tamaño natural destinada a presidir la entrada del Palacio del Gobierno, en la Piazza della Signoria, donde permaneció hasta que fue sustituida por la colosal versión en mármol que hiciera Miguel Ángel entre 1501 y 1504 con la misma finalidad.

     Verrocchio supo ajustarse a los ideales florentinos presentando a David como un héroe clásico: ágil, ambicioso, apuesto, elegante y orgulloso de su victoria sobre el enemigo vencido a sus pies. Para ello modeló con detalle esta exquisita figura que después fue fundida en bronce con la técnica de la cera perdida y remató con la maestría de un orfebre sus pequeños detalles. El David de Verrocchio no presenta la desnudez del modelo donatelliano, sino que aparece con actitud retadora revestido de una fina coraza de cuero, una corta falda y borceguíes que permiten adivinar su anatomía adolescente, aunque mantiene de igual manera en su mano la espada desafiante, de modo que la posición de las manos y su sonrisa se convierten en el eje del discurso, que se completa con la cabeza de Goliat a sus pies, que presenta la huella de la certera pedrada en la frente y el rictus de la muerte después de ser decapitado.

     En realidad el David de Verrocchio representa el ideal de la juventud florentina. Su presentación como un joven cortesano y atlético es el modelo a seguir por quienes acuden a los torneos y al campo de batalla para exhibir su valor y habilidad. Por este motivo, cuenta Vasari que la escultura proporcionó a su artífice un enorme prestigio y honores al poner al servicio de la ciudad una obra que por entonces encarnaba la máxima belleza del ideal neoplatónico.

     Esta figura de David es una buena muestra de la corrección académica que caracteriza la obra de Verrocchio, fruto más del tesón en el aprendizaje del oficio que de sus dotes creativas naturales, siempre preocupado de llenar con el movimiento el espacio circundante, de desligar la escultura del marco arquitectónico y de aplicar a sus esculturas un acabado perfeccionista poco frecuente en su tiempo, fiel reflejo del culto al hedonismo propio de la sociedad en que le tocó vivir.

     La escultura fue objeto de una completa restauración el año 2003 que puso en valor los efectos de los adornos sobredorados en algunos elementos de la coraza y del ribete de la falda, al tiempo que se recolocó la disposición original de la cabeza de Goliat al lado del héroe y no a los pies, como ha permanecido durante siglos.

     El David de Verrocchio se expone en el Museo del Bargello próximo al David de Donatello, mostrando dos formas análogas de concebir el ideal renacentista, encarnado por un héroe tocado por la gracia divina, así como la suma belleza en las artes y la recuperación formal de los valores de la escultura clásica greco-romana.

Informe: J. M. Travieso.



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