12 de diciembre de 2014

Theatrum: SAGRADA FAMILIA CON SAN JUANITO, refinamiento y belleza renacentista











SAGRADA FAMILIA CON SAN JUANITO
Gabriel Joly (Varipont, Picardía, Francia, h. 1470-Teruel, 1538)
Hacia 1535
Madera de pino al natural
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Posiblemente procedente de la catedral de Teruel
Escultura renacentista española. Escuela aragonesa













Adoración de los Reyes Magos. Diego de Siloé
Museum of Fine Arts, Boston
Esta obra maestra del Renacimiento español ingresó en los fondos del Museo Nacional de Escultura el año 1941, cuando fue depositada por el Servicio de Recuperación Artística sin aportar datos concretos sobre su lugar de procedencia, una incógnita que ha planteado la especulación por parte de los historiadores, en base a sus características estilísticas, para determinar su datación, procedencia y autoría, un problema en parte resuelto en tiempos muy recientes.

Tradicionalmente se ha venido considerando como obra de Diego de Siloé (1487-1563), uno de los escultores que encabezó la escuela burgalesa durante el reinado del emperador Carlos, especialmente desde que así lo considerase Gómez Moreno, que relacionó las similitudes estilísticas de esta obra con otros trabajos realizados por el genial burgalés tras su regreso de Italia en 1519. Efectivamente, este fue uno de los escultores que con mayor claridad refleja la influencia de los grandes maestros italianos, sobre todo de los esquemas de algunas obras de Miguel Ángel y Rafael, tanto en la tipología humana de las figuras como en el modo de plantear las composiciones, en su caso siempre cargadas de cierta melancolía y una emotividad de carácter intimista.

Si para justificar la autoría, Gómez Moreno tomaba como obra de referencia el tondo de la Virgen con el Niño1 que preside el arcosolio del enterramiento del canónigo Diego de Santander en el claustro de la catedral de Burgos (h. 1525), de claras concomitancias rafaelescas, hay otras obras suyas cuyos tipos humanos también presentan una gran similitud, entre ellos la figura de Salomé del relieve del Martirio de San Juan Bautista de la sillería de San Benito el Real de Valladolid (1525-1528, Museo Nacional de Escultura), el tablero de la Virgen con el Niño de la silla abacial del coro del monasterio de San Jerónimo de Granada (1544, Museo de Bellas Artes de Granada) y especialmente el grupo escultórico en alabastro de la Adoración de los Reyes Magos que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Boston, donde las figuras de la Virgen y San José se disponen de idéntica manera y siguiendo un estilo muy similar.

Retablo mayor de la catedral de Teruel. Gabriel Joly, 1532-1536
Sin embargo, Federico Wattenberg ya apuntaba en 1963 la relación de este altorrelieve con la obra desplegada en el ámbito aragonés por Gabriel Joly, caracterizada por un fuerte italianismo y una ejecución técnica impecable, abundando en esta misma opinión Luis Luna Moreno en 1982, aunque sin un aval documental que permitiese confirmar esta posibilidad. En el año 2001, la duda fue despejada en parte por Javier Ibáñez2, historiador de la Universidad de Zaragoza, al aportar pruebas documentales sobre los inventarios realizados en 1598 en la catedral de Teruel, donde figuraba la existencia de un grupo escultórico, de similares características, destinado a ser colocado en el espacio del expositor eucarístico del retablo mayor de la seo turolense, una obra de Gabriel Joly que, al igual que este grupo, conserva su acabado en madera natural, sin el habitual dorado y labores de policromía. En la documentación aparece anotado que el grupo había sido retirado del expositor del retablo y colocado en la sacristía de la catedral. Dado que en dicho lugar ya no se conserva, se podría considerar casi con certeza que, después de sufrir desconocidos avatares, aquella obra citada es la que vino a parar al museo vallisoletano, pues comparte muchas características con los trabajos que Gabriel Joly hizo en aquel majestuoso retablo que fue asentado en 1536.

Es conveniente recordar la generalización en la corona de Aragón, en época renacentista, de la tipología del "retablo expositor", con la estructura del retablo en forma de la tradicional pantalla, pero incorporando en la calle central un óculo o perforación para la solemne exposición eucarística, con lo que los retablos adquirían la categoría de una custodia monumental. Fue el genio de Damián Forment el que contribuyó de forma decisiva a la consolidación de esta tipología (retablo mayor del Pilar de Zaragoza, retablo mayor de la catedral de Huesca, etc.) aparecida en el último gótico, que después siguieron otros escultores del entorno de Zaragoza.

EL ESCULTOR GABRIEL JOLY

De este escultor, nacido alrededor de 1470 en Varipont, en la diócesis de Noyon, en la Picardía francesa, se conocen pocos datos acerca de su formación, aunque por su repertorio formal se le presupone una estancia en Florencia, dato que no ha podido ser confirmado. Es mencionado por primera vez en Zaragoza en 1515, cuando se le concede el título de maestro de armas y lucha. En esta ciudad colaboró en 1520 con Gil de Morlanes el Joven en el retablo de Santiago (después de San Agustín) de la Seo de Zaragoza y en el retablo mayor de Tauste, en el que también intervino Juan de Salas, discípulo de Damián Forment. Tras ciertas desavenencias con Morlanes, pasó a colaborar con el florentino Juan de Moreto, asimismo establecido junto al Ebro.

Gabriel Joly residiría en Zaragoza durante diez años, donde ejecutó varios retablos y un conjunto de obras para distintas poblaciones —actualmente en fase de catalogación—, trasladándose en 1532 a Teruel para atender el importante encargo del retablo mayor de la catedral de Santa María de Mediavilla, trabajo que le ató a esta ciudad hasta su muerte, ocurrida en 1538, siendo enterrado junto a la puerta del coro de aquella seo, muy cerca del impresionante retablo por él compuesto y tallado, en el que dejó lo mejor de su talento y personal estilo.

EL RELIEVE DE LA SAGRADA FAMILIA Y EL RETABLO DE LA CATEDRAL DE TERUEL

El descomunal retablo fue iniciado por Gabriel Joly en 1532 y en él desplegó el escultor una iconografía dedicada a Cristo y la Virgen en los relieves de las dos calles laterales, reservando la central para la exaltación de Santa María, con una gran hornacina cobijando la Asunción por encima del tabernáculo, sobre ella el tradicional óculo-expositor, con forma de corona sustentada por cuatro ángeles, que estaría ocupado en origen por el grupo de la Sagrada Familia conservado en Valladolid, concebido para ser retirado en las ceremonias solemnas de exposición eucarística, y finalmente en la parte alta, bajo el preceptivo Calvario, la escena de la Coronación de la Virgen, manteniendo en toda la obra la corrección y la elegancia clasicista que caracteriza su producción. A excepción del relieve que nos ocupa, el retablo permanece in situ desde que fuera instalado en 1536, con la peculiaridad de haber quedado el conjunto en blanco, esto es, conservando el color natural de la madera al no haberse aplicado la policromía, lo que le confiere el aspecto de un telón opaco, privado de la luminosidad que aporta el oro y los pequeños detalles conseguidos con el color.

El grupo de la Sagrada Familia con San Juanito, cuyas calidades se pueden apreciar a corta distancia en el Museo Nacional de Escultura, aglutina el afán de idealización derivado de los modelos italianos, especialmente de las amables escenas pictóricas creadas por Rafael, con un sentido compositivo de gran dinamismo y belleza, combinando un magistral juego de curvas y contracurvas para componer una escena intimista que aparece cargada de sentimentalismo y con ciertos matices lúdicos, demostrando, con un lenguaje de fácil comprensión, el alto nivel alcanzado por la escultura renacentista española en el siglo XVI, en este caso en el ámbito aragonés, a partir de las innovaciones llegadas de Italia.
Tallado en pino rojo, el grupo adopta una forma redondeada concebida para ser insertada, a modo de tondo, ocupando el interior del óculo-expositor, con una agrupación muy compacta de las figuras y unos volúmenes que sintetizan el ideal de belleza implantado por las Madonnas de Rafael, la monumentalidad de Miguel Ángel y el tratamiento del claroscuro de Leonardo, consiguiendo el mismo grado de refinamiento formal que el conseguido en Castilla por Diego de Siloé.

La mayor parte del altorrelieve está ocupada por la figura sedente de la Virgen, que aparece con las rodillas ladeadas hacia su derecha y la cabeza reclinada sobre el hombro izquierdo para contemplar al Niño, describiendo en el espacio una dinámica línea serpentinata
Su serenidad y equilibrio contrasta con la figura del Divino Infante, colocado formando una diagonal en su regazo mientras se revuelve juguetón, amparándose en el brazo de su Madre con un gran naturalismo y girando la cabeza para contemplar, esbozando una sonrisa, el gesto de su primo Juan, que situado en el lado contrario retuerce su cuerpo y trepa para ofrecer a la Virgen un cesto con frutos. 
En un segundo plano, siguiendo las reglas de la perspectiva visual y equilibrando los volúmenes, se coloca la figura de San José apoyado en su cayado, que aparece contemplando ensimismado el jugueteo de las figuras infantiles por encima del hombro derecho de María, siguiendo algunos modelos rafaelescos.

La talla se acompaña de pequeños detalles narrativos, como el contraste entre la tersura juvenil del rostro y las manos de la Virgen y la recia anatomía de San José, que presenta arrugas en la frente, nariz muy afilada y manos huesudas para remarcar su carácter venerable. Gabriel Joly compone una figura virginal de fuerte clasicismo a través de un rostro oval delicadamente delineado, con cabellos que caen simétricamente formando rizos y elegantes plegados en la toca y el manto. No pasa desapercibido el recurrente lenguaje de las manos, ajustadas a la actividad de cada personaje, y el recurso expresivo del cruce de miradas, originando un conjunto plástico de máxima belleza formal.      

La obra, que puede considerarse como uno de los mejores ejemplos del manierismo español, coloca a Gabriel Joly, su autor, a la altura de los mejores escultores en la España del Renacimiento.



Informe: J. M. Travieso.



NOTAS

1 GÓMEZ MORENO, Manuel. Las águilas del renacimiento español: Bartolomé Ordóñez, Diego Siloe, Pedro Machuca, Alonso Berruguete. Madrid, 1941, pp. 61-62.

2 ARIAS MARTÍNEZ, Manuel. Sagrada Familia con San Juanito. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection. Madrid, 2009, pp. 120-121.



















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