2 de febrero de 2015

Fastiginia: Recuerdo de la inauguración del Teatro Zorrilla en 1884


Estampas y recuerdos de Valladolid

En la Casa-Museo de José Zorrilla se conservan numerosos objetos personales del insigne escritor, pero sobre todo testimonios tangibles de los incontables galardones y reconocimientos de los que fue objeto en vida, en su práctica totalidad a título honorífico, pues paradójicamente tan galardonado autor, según las costumbres de la época, apenas recibió alguna suma de dinero que, a pesar de los beneficios que su obra proporcionaba a libreros y compañías teatrales, le permitieran llevar una vida relativamente acomodada. Todo lo contrario, la vida de tan laureado poeta y dramaturgo estuvo condicionada por unas estrecheces económicas que en ocasiones llegaron a ser angustiosas.

Una visita a su casa natal puede inducir a pensar que tantas distinciones a su obra, así como el ser miembro de la Real Academia Española, ser nombrado Cronista Oficial de Valladolid desde 1884 y ser coronado como "Poeta Nacional" en Granada en 1889, le facilitarían una situación desahogada, cuando en realidad tantos honores nunca pasaron de ser papel mojado.

Eso sí, a pesar de tener establecida su residencia en una modesta casa de Madrid, el poeta nunca se desvinculó de su ciudad natal, a la que regresaba con frecuencia por razones de su cargo de "Cronista". 
Retrato conservado en la Casa-Museo de Zorrilla de Valladolid
Por este motivo, lo que no recibiera crematísticamente lo recibió en afecto de sus paisanos, entre los cuales era verdaderamente reverenciado. Ello quedó patente cuando, tras producirse su muerte el 23 de enero 1893, la ciudad reclamó sus restos, que llegaron por ferrocarril a la Estación del Norte en 1896, dando lugar al más multitudinario entierro conocido en Valladolid a lo largo de su historia, con miles de personas que abarrotaron la Acera de Recoletos, la calle de Santiago, la Plaza Mayor, la calle de las Angustias y todo el recorrido hasta el cementerio del Carmen.

Recorriendo su casa natal podemos encontrar un pequeño cuadro que conmemora uno de aquellos homenajes recibidos en Valladolid, en este caso alusivo a la inauguración de un teatro a él dedicado que se produjo el 31 de octubre de 1884. En el grabado se reproduce un retrato y la firma del poeta junto a cuatro dibujos del nuevo teatro: los accesos desde los soportales de la Plaza Mayor, la sala escénica, el "hall" de entrada y la fachada posterior. Podemos completar esta información gráfica de la época diciendo que el propio José Zorrilla asistió a la inauguración acompañado del también poeta vallisoletano Emilio Ferrari, iniciándose la andadura de la sala de espectáculos con la puesta en escena de su drama Traidor, inconfeso y mártir a cargo de la compañía de Wenceslao Bueno y de Argüelles.

Desde entonces, el Teatro Zorrilla, que fue levantado en sólo seis meses por el arquitecto Joaquín Ruiz Sierra,  enriqueció la vida cultural de Valladolid durante más de ochenta años. Por el hecho de haber sido construido sobre el terreno que ocupara el antiguo convento de San Francisco, repleto de enterramientos, algunos recelosos y prejuiciosos llegaron a difundir la existencia de una maldición contra la sala: cuando el aforo estuviese completo, sería pasto de las llamas. Cuentan que en prevención ante lo desconocido, en espectáculos de asistencia masiva algunas butacas no eran puestas a la venta, ¡por si acaso!

A principios del siglo XX, en el Teatro Zorrilla se comenzaron a presentar sesiones cinematográficas, siendo la primera sala de Valladolid en la que se inauguró el cine sonoro, hecho que ocurría el 16 de octubre de 1930 con las películas “Las castigadoras de Broadway” y “La mujer torero”.

En los años 60 y 70 simultaneó las sesiones cinematográficas de arte y ensayo, una arraigada afición derivada de la Semana Internacional de Cine, con representaciones de obras de teatro independiente y vanguardista, desfilando por su escenario compañías míticas de todo el mundo y los más creativos grupos españoles en esos años.

Sin embargo, el 4 de enero de 1994 fue cerrado ante la amenaza de ruina, siendo afortunadamente sometido a una restauración integral que permitió su reinauguración en septiembre de 2009, durante las Fiestas de la Virgen de San Lorenzo.

En el recuperado y flamante edificio teatral sólo son reconocibles dos de aquellos dibujos que figuran en el cuadro decimonónico de la Casa de Zorrilla: la sala escénica, que ha mantenido su diseño original, aunque se hayan modificado los colores de la decoración, y la fachada posterior de ladrillo de la calle Constitución, sobre la que se eleva una moderna caja escénica.

Hoy los vallisoletanos gozan orgullosos de este espacio teatral, dotado con tecnología actual, del mismo modo que en 1884 lo celebraban plasmando su imagen en el añejo y curioso grabado que rinde homenaje a Zorrilla.

Aspecto de la sala escénica del actual Teatro Zorrilla

















Testero en ladrillo conservado del primitivo teatro













* * * * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario