2 de marzo de 2015

Fastiginia: Desvanecimiento de la alargada sombra del Cerro de San Cristóbal


Estampas y recuerdos de Valladolid


Incomprensible altar del fascismo para unos, referencia nostálgica para otros, en cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica el descomunal monumento a Onésimo Redondo desaparecerá de la cúspide del Cerro de San Cristóbal, donde al cabo de 50 años se había convertido en una ruina casi mimetizada con el entorno de esta plataforma natural que domina la ciudad de Valladolid.

El proceso ha sido lento hasta llegar a enero de 2015, cuando el Ayuntamiento de Valladolid ha concedido la licencia para derribar el monumento según la propuesta del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, al que pertenecen los terrenos en que se encuentra, que se hará cargo de los costes que implica la demolición.

Inauguración del monumento el 25 de julio de 1961 (Fotograma NODO)
Esperemos que con esta medida se borre de la memoria un capítulo tan nefasto de enfrentamiento entre los vallisoletanos, y por extensión de los españoles, como fue aquella guerra tan incivil, pues desde la llegada del régimen democrático y constitucional —que ya ha llovido—, el lugar ha sido escenario reiterado tanto de las iras de ofendidos izquierdistas como de nostálgicos falangistas y grupos de neonazis que lo han considerado todo un emblema ideológico.

Para unos el mantenimiento del polémico monumento lo consideraban una siniestra provocación, por suponer una apología de quien dirigió las "Patrullas del Amanecer" o pelotones que durante la guerra "pasearon" a diario a decenas de republicanos, reaccionando ante lo que consideraban una ofensa embadurnando y degradando el monumento con grafitis y pintadas; para otros de signo contrario era un modo de perpetuar la memoria del que fuera considerado por sus leales como "caudillo de Castilla", siendo la formación de extrema derecha Alianza Nacional la que ha intentado, sin éxito, evitar su derribo amparándose en su valor artístico, tesis de poca base por no haber sido nunca declarado Bien de Interés Cultural.
  
UNA MIRADA AL PASADO DEL MONUMENTO

Onésimo Redondo nació en la población vallisoletana de Quintanilla de Abajo el 16 de febrero de 1905 y murió en Labajos (Segovia), combatiendo en la "Guerra Civil", el 24 de julio de 1936. Como dirigente nacional-sindicalista, de inspiración fascista, fundó las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, que tras convertirse en las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) acabaría integrándose en la Falange Española de las JONS. También fue el fundador del diario Libertad de Valladolid en 1931, después adscrito a la Prensa del Movimiento hasta su cierre en 1975.

Como destacado líder, favorable a los rebeldes sublevados con Franco a la cabeza, fue recordado durante la dictadura franquista por su significación en la Falange. Ello explica el que, a mediados de los años 50, Jesús Aramburu, gobernador civil de Valladolid, propusiera levantarle un monumento público. Respondiendo al afán grandilocuente que caracteriza la estética fascista, se eligió un monumental proyecto que, colocado sobre la parte más alta de Valladolid, fuera visible desde toda la ciudad.

El colosal monumento, concebido en forma de "altar", fue diseñado por el arquitecto Jesús Vaquero, que elevó dos grupos de pilares simétricos de hormigón, formados por tres partes estriadas y de altura creciente hasta alcanzar los 31 metros de altura. Entre ellos, como nexo de unión, colocó el símbolo falangista del yugo y las flechas, un emblema metálico de 12 metros de altura.  En la base fue colocado un gran pedestal, en lo alto de una escalinata, sobre el que fue asentado un grupo escultórico, realizado en bronce por el escultor Manuel Ramos, representando a cuatro jóvenes agricultores, obreros y estudiantes, dirigidos al frente por la figura de Onésimo Redondo realizando el saludo fascista con el brazo en alto.

Para la inauguración del monumento, que tuvo lugar el 25 de julio de 1961, durante el XXV Aniversario de la muerte de Onésimo Redondo, se preparó toda la parafernalia necesaria para que Franco, próximo también a cumplir sus 25 años como Jefe del Estado, se diera un baño de masas recogido por el Nodo, pues, según la prensa del momento, a la altiplanicie subieron 60.000 personas que aclamaron al dictador.

Desde entonces quedó abandonado a su suerte, siendo visitado ocasionalmente por aquellos que subían al Cerro de San Cristóbal para disfrutar de la espléndida panorámica de la ciudad y alrededores. En tiempos democráticos el monumento se fue convirtiendo paulatinamente en un pastiche pintoresco que en nada recordaba aquellos momentos eufóricos del franquismo, al contrario, al no haber tenido nunca la aceptación popular, tanto por motivos artísticos como de significado, comenzó a ser objeto de quienes descargaban su ira denigrándolo.

Podemos decir que el polémico monumento ya es sólo un recuerdo, bueno o malo según cada uno, pues a pesar de que su retirada fue propuesta el año 2011, ha venido sufriendo una actitud reticente por parte de los gobernantes hasta ser aprobado su derribo a principios de este año 2015.

Los escasos nostálgicos del personaje como símbolo franquista, o quienes lo consideren una anécdota histórica y curiosa de la ciudad, podrán recordarlo visitando el Museo de la Memoria Histórica de Salamanca, adonde será trasladado el grupo broncíneo como testimonio de una ideología sectaria de tan funestas consecuencias.   





















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