9 de septiembre de 2016

Un museo interesante: MONASTERIO DE SANTA CLARA, Medina de Pomar (Burgos)


La villa de Medina de Pomar, en la provincia de Burgos, está históricamente vinculada a la familia de los Velasco, Condestables de Castilla, cuyo recuerdo se patentiza en el alcázar-palacio que presidía el antiguo recinto amurallado y que todavía, con sus gigantescas torres cuadrangulares, marca la fisionomía de la ciudad. 
El Alcázar de los Condestables de Castilla fue comenzado a construir hacia 1370, en tiempos de Enrique II, por Pedro Fernández de Velasco, Camarero Mayor del rey, y fue terminado por Juan Fernández de Velasco, cuya familia ostentaba el título de Condestable de Castilla desde 1473. Declarado Bien de Interés Cultural en 1931, actualmente en las cuatro plantas de su interior tiene instalado el Museo Histórico de las Merindades, ofreciendo documentos, enseres, restos arqueológicos y exposiciones que ayudan a conocer la bella comarca burgalesa.

Fuera del casco urbano de Medina de Pomar, en contacto con la naturaleza, se yergue un centenario monasterio, de grandes dimensiones, que sigue siendo habitado por una comunidad de monjas clarisas que en otros tiempos mantuvieron una estricta clausura. Al igual que el imponente castillo, el Monasterio de Santa Clara también está estrechamente relacionado con la familia de los Velasco, pues fueron sus fundadores Sancho Sánchez de Velasco, adelantado mayor del rey Alfonso XI, y su esposa Sancha García, Camarera de Honor de Leonor de Aragón, los cuales, contando con el apoyo del monarca, otorgaron en Baeza (Jaén) la carta de fundación en 1313. Sería doña Sancha quien, tras la muerte de su esposo, se encargaría de llevar a cabo buena parte del proyecto, contando con las indulgencias concedidas por el papa Juan XXII desde Aviñón para quienes colaborasen en la construcción.

Se accede al recinto por un amplio compás al que se abre la puerta principal. Esta presenta una forma ojival, enmarcada por arquivoltas abocinadas y decoradas con cardinas que se apean en ménsulas con formas de animales, ofreciendo en el tímpano el escudo pintado de los fundadores y otros motivos heráldicos en las hojas de la puerta.

Mausoleo de Íñigo Fernández de Velasco y María de Tovar
LA IGLESIA
Todo el complejo se levantó en estilo gótico en el siglo XIV, con el epicentro en una diáfana iglesia de una sola nave, siguiendo el arquetipo de las órdenes de predicadores, con pequeñas capillas laterales. En su interior se aprecian modificaciones realizadas según los gustos estéticos de tiempos posteriores, siempre bajo el patrocinio de los Velasco, durante las que también fueron incorporadas diferentes obras artísticas que fueron sustituyendo a las primitivas.
 Una notable reforma tuvo lugar en la primera mitad del siglo XVII, cuando fue renovado el presbiterio y del pavimento de la iglesia, que había sido lugar de enterramiento de todos los miembros de los Fernández de Velasco, a excepción del primer Condestable, fueron extraídos los restos y recolocados a gran altura a ambos lados del retablo, donde figuran lápidas que recuerdan el hecho bajo los emblemas de la familia de los Velasco, que siempre concibieron esta iglesia como panteón familiar, del mismo modo que hasta el siglo XVIII, de manera regular, en el convento continuaron ingresando como monjas clarisas algunos miembros de la familia.

A los pies del templo, a la altura del coro alto, se localiza el Mausoleo de los Condestables, con un frontis de estilo renacentista en el que destacan las magníficas esculturas orantes de Íñigo Fernández de Velasco (1462-1528), tercer Condestable de Castilla, y de su esposa María de Tovar (1462-1526), ambas atribuidas a Felipe Bigarny. Flanquean el mausoleo las rejas del coro, sobre las que campean grandes escudos de los Velasco. 

La Capilla de la Concepción
Ya en el siglo XV el complejo había conocido algunas transformaciones, como la fundación del Hospital de la Vera Cruz en 1455 por Pedro Fernández de Velasco, descendiente de los fundadores, situado junto al monasterio, aunque la construcción más destacada fue la Capilla de la Concepción, levantada junto al crucero a comienzos del siglo XVI por iniciativa de Bernardino Fernández de Velasco (1454-1512) y su esposa Juana de Aragón, siendo rematada por su hermano Íñigo Fernández de Velasco (1462-1528) en 1532.

Capilla de la Concepción
Esta capilla, de planta octogonal, emula la Capilla de los Condestables de la catedral de Burgos, donde permanecen los únicos miembros de la familia que no fueron enterrados en este monasterio. Como en aquella, participó en su construcción el taller de los Colonia y Gil de Hontañón, que repitieron una espectacular bóveda de crucería de filigrana que configura una estrella, con adornos dorados y policromados en las claves. Se cierra con una reja elaborada en 1545 por el prestigioso Cristóbal de Andino y está presidida por un retablo renacentista con notables esculturas de Felipe Bigarny y Diego de Siloé y policromía de León Picardo.

El Retablo Mayor y los retablos de las capillas   
Preside el presbiterio, que está coronado por una sencilla cúpula barroca, un retablo mayor del siglo XVIII, de estilo rococó y autor desconocido, en cuya hornacina central se aloja la imagen titular de Santa Clara, acompañándose de Santa Coleta y Santa Inés (hermana de Santa Clara) a los lados, la figura de San José en el ático y San Miguel en el remate. 
Retablo de la capilla de la Concepción y detalle

No obstante, lo más original del retablo, que fue dorado en 1774 por el maestro batidor Luis de Gosti, es el tabernáculo neoclásico compuesto por un relicario compuesto por 206 celdillas, sobre el que se yergue una cúpula con el "manifestador de la Paloma", un mecanismo manual que permite elevar la cupulilla con la figura del Espíritu Santo mientras se rodea de formas radiantes articuladas. Este mecanismo se utiliza tres veces al año: el Jueves Santo, el día del Corpus Christi y en la festividad de Santa Clara (11 de agosto).

A los lados del retablo mayor se encuentran otros dos retablos de menor tamaño e igual estilo en cuyas hornacinas se alojan las esculturas de San Juan Evangelista y San Francisco, igualmente obras anónimas de 1770.

Sala de la Cratícula
En las pequeñas capillas, junto a enterramientos de la familia de los Velasco, se levantan pequeños retablos barrocos del siglo XVIII que presentan excelentes pinturas dedicadas a diferentes santos, entre los que figuran Santiago peregrino y San Antonio de Padua.

En otro de los altares barrocos, en este caso situado en los pies del templo, aparece la talla del Cristo de las Cinco Llagas, un crucificado colocado ante un panel pintado con las figuras de la Virgen, San Juan y la Magdalena y la ciudad de Jerusalén al fondo. Frente a él se abre un original comulgatorio antaño utilizado por la monjas de clausura.

El Coro alto   
Sobre la puerta de acceso a la iglesia, en un nivel superior y comunicado a la iglesia por rejas, se encuentra el espacioso coro alto, con una nave única cubierta con bóvedas de crucería compuesta y adornos de madera policromada en las claves, todo ello incorporado en el siglo XVI. Dispone de una sillería de nogal de 106 sitiales y un retablo barroco de discretas dimensiones en el frente. En este espacio se encuentra el armario que contiene el antiguo archivo monástico y un crucifijo barroco la escuela castellana.

Adoración de los Reyes, maestro flamenco siglo XV (Memling?)
Sagrada Familia con Santa Ana, Hendrick de Clerck, 1604 
EL NUEVO ESPACIO MUSEÍSTICO

Junto a la entrada a la iglesia, se abre la puerta que da acceso a un recinto conventual convertido en un espacio museístico renovado con motivo del 700 Aniversario de la Fundación del Monasterio de Santa Clara en 2013, lo que ha supuesto una modernización de los criterios expositivos para aproximarse al contexto histórico en que se fundó el monasterio y al papel desempeñado por la familia de los Velasco. El proyecto, que ha incorporado nuevas tecnologías, ha sido realizado por el arquitecto Jesús Castillo Oli y ha contado con el apoyo de la Junta de Castilla y León y la Fundación Santa María la Real de Aguilar de Campoo (que ha diseñado un sistema —MHS— de conservación preventiva).

En líneas generales, el itinerario está dividido en dos bloques: "La vida monástica" y "Los Velasco y el Monasterio de Santa Clara", que ocupan cinco de las antiguas dependencias del complejo.

Sala Capitular
SALA DE LA CRATÍCULA
Esta sala, secularmente perteneciente a la rigurosa clausura, constituye el inicio del recorrido y en él se exponen en armarios, vitrinas y alacenas distintas piezas pertenecientes a los ajuares monásticos de uso cotidiano, incluyendo algunos relativos a la botica del monasterio. Muy interesante es la techumbre mudéjar descubierta en los años sesenta del siglo XX bajo el yeso, con paneles de madera ornamentados con brillantes motivos florales.

En este espacio lo más destacable es la "cratícula", un comulgatorio de estilo rococó que a través de una pequeña reja comunicaba la clausura con la iglesia, con puertas por ambas partes. En la parte privada aparece bellamente decorado con un frente pintado con motivos florales que se extienden a las puertas batientes, incluyendo un juego de candelabros que animan la austeridad de la reja de contacto con el exterior.


Artesonado de la Sala Capitular
Desde esta sala se accede al Claustro, sencilla construcción del siglo XV que presenta planta cuadrada y dos alturas, con tramos de crucería y una galería superior recorrida por arcos escarzanos decorados con bolas, características del reinado de los Reyes Católicos. De gran belleza es un campanario pétreo adosado al muro, que antaño avisaba a la comunidad de las diferentes horas canónicas.

SALA MONÁSTICA
También es conocida como Sala de los baúles, pues en ella se muestran los baúles y maletas con que llegaban al convento las futuras clarisas, representando la despedida y la renuncia del mundo exterior. Como hecho curioso, en el monasterio de han conservado cientos de estos enseres, algunos de la época de la fundación del monasterio, mostrándose, a modo de ejemplo, arcones del los siglos XIV y XV, baúles del XVII y XVIII y maletas del XIX y XX, un conjunto etnográfico que merecería un museo monográfico.

SALA DE LOS CONDESTABLES
Detalle del artesonado de la Sala Capitular
A partir de esta sala se inicia la relación del monasterio con la familia de los Velasco, con testimonios evidentes de las ricas donaciones que las sucesivas generaciones hicieron al monasterio. En uno de los espacios de este ámbito se encuentra una excelente colección de pintura de diferentes formatos entre la que sobresale la tabla de la Adoración de los Reyes Magos, extraordinaria pintura flamenca de finales del siglo XV que algunos autores relacionan con Hans Memling. Otras meritorias pinturas son la Sagrada Familia con Santa Ana, realizada por el pintor flamenco Hendrick de Clerck en 1604, y la Lactancia mística de San Bernardo, de autor desconocido.
Junto a ellas aparece una buena cantidad de retratos, pinturas religiosas de pequeño formato y cuadros-relicarios, destacando por su rareza, tres escaparates de cera del siglo XVII con el tema de los Novísimos (El Alma Glorificada, el Alma en el Purgatorio y el Alma condenada al Infierno), obras de ceroplástica atribuibles al siciliano Giovanni Bernardino Azzolino.
Una importante obra textil es el Paño funerario de los Velasco, tradicionalmente utilizado en el monasterio en las exequias de los condestables, que fue bordado hacia 1528 con un medallón central en el que aparecen motivos de navegación y cuatro emblemas angulares con los escudos de la familia. El apartado textil se completa con muestras de indumentaria litúrgica y trajecitos del Niño Jesús bordados por las monjas.

Virgen con el Niño, siglo XIV. Sala Capitular
SALA CAPITULAR
Es la sala más espectacular del recinto por su arquitectura y amplitud, accediéndose a ella a través de dos puertas mudéjares con decoración de lazo en perfecto estado de conservación. Realmente impresionante es el Artesonado mudéjar, obra única del siglo XVI con decoración renacentista que cubre la sala, con casetones enlazados por formas lobuladas y ornamentados con roleos marfileños sobre fondos rojos y azules, a los que se añaden motivos heráldicos en el arrocabe.

Bajo tan extraordinaria riqueza cromática, se muestra una notable colección de escultura entre la que hay que destacar una Virgen con el Niño del siglo XIII, de transición del románico al gótico; la Virgen con el Niño de gran tamaño, talla plenamente gótica del siglo XIV y una pequeña Virgen con el Niño barroca del siglo XVII y autor anónimo.
Niño Jesús montañesino, siglo XVII. Sala Capitular

Las imágenes conventuales del Niño Jesús están representadas por excelentes muestras de diferentes épocas, destacando entre ellas un magnífico Niño Jesús eucarístico del siglo XVII y aire montañesino, muy próximo al Niño del Sagrario de Sevilla. También se expone una nutrida colección de bustos que formaron parte del antiguo Relicario del convento, entre la que aparecen santos y santas talladas a finales del siglo XVI.

Otro importante apartado lo constituyen una serie de documentos históricos relevantes, entre ellos la Carta fundacional y diferentes Bulas Pontificias y Privilegios Reales, así como importantes obras de orfebrería protegidas en una gran vitrina, donde también destaca el portapaz de la Virgen de la Perla, con un relieve de mármol elaborado en Florencia en el siglo XV, el llamado Cristo de Lepanto, tallado en marfil en 1571, y el Relicario de los Siete Círculos, en cristal de roca y guarnecido en plata labrada, que contiene una pequeña reliquia del Lignum Crucis.
Colección de Relicarios. Sala Capitular
También se pueden observar en esta sala, bajo el pavimento acristalado, las lápidas labradas de antiguas abadesas, pues este era el recinto en que antaño eran enterradas.

SALA DEL PUDRIDERO
En otra de las crujías del claustro se abre esta sala, que con aspecto de bodega está relacionada con la muerte, puesto que era el lugar donde eran depositados los restos de los Velasco hasta su descomposición, pasando después al panteón familiar. 
Virgen con el Niño s. XIII y Virgen con el Niño s. XVII. Sala Capitular

En un ambiente lúgubre, en los lucillos de las paredes se han dispuesto los restos de las efigies sepulcrales de Fernán Sánchez de Velasco (1375?), de Juan Fernández de Velasco (1368-1418) y de su esposa María Solier.

En el centro de la sala se halla colocado, con una iluminación muy efectista, el célebre Cristo yacente de Medina de Pomar, una de las obras maestras de Gregorio Fernández, elaborada hacia 1622, que es sin duda una de las grandes joyas de la escultura barroca española del siglo XVII y uno de los mejores ejemplares de la serie realizada por el gran maestro en Valladolid, que en tamaño natural rezuma vitalidad a pesar de representar a Cristo muerto.            

Sala del Pudridero

HORARIO DE VISITAS:
Visitas durante los meses de junio a septiembre.
De martes a sábados: visitas guiadas a las 11:30, 12:30, 17:30 y 18:30.
Domingos: visitas guiadas: 11:30 y 12:30.
Lunes cerrado.
Para visitas el resto del año: consultar llamando al 947 191 606
Correo: info@monasteriodesantaclara.es


TARIFAS:
Entrada individual: 3 €
Entrada reducida grupos a partir de 20 personas: 2 €
Niños hasta 14 años:  entrada gratuita.


Gregorio Fernández. Cristo yacente, h. 1622
















Claustro
















Campana del claustro














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